viernes. 19.04.2024
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No sé lo que puede dar de sí el PODEMISMO Como proyecto político. Desde luego sé que no es una ideología

Por Carlos Sotos | Nos estamos acostumbrando a todo tipo de perversiones políticas hasta tal punto de que los debates importantes se escamotean y los irrelevantes ocupan la centralidad de tablero y alcanzan una trascendencia propia de una sociedad enferma. El ya irrefrenable "caso Monedero", precedido del "caso Errejon", que afecta directamente a la cúpula del nuevo partido emergente PODEMOS, evidencian una forma de actuación política manipuladora y mendaz, aunque se disfracen de ciudadanos, instituciones o medios preocupados, ahora hasta el paroxismo, por la limpieza de actuación de los representantes políticos del estado (por cierto que estos aún ni siquiera los son). Porque el que un ciudadano en este país cobre una factura o un trabajo profesional y lo declare, ¿no es suficiente prueba de buena fe? ¿Tiene que pasar por el análisis de la inspección fiscal o por el colegio cardenalicio de una universidad para determinar la pureza de sus conductas al margen de sus intenciones? De manera que si por hache o por be su conducta no ha sido técnica o administrativamente indiscutible en el pasado y, a juicio de terceros interesados, se procede a penalizar ahora sus intenciones; la crítica "ad ominen" más despiadada entra a batallones sobre la base de que todos los "actores" políticos son igual de corruptos porque "potencialmente" lo son, como en el caso del pecado original. Y de ahí hasta la Inquisición no hay un paso. 

Por ello no estoy dispuesto a participar en una cacería que no ha hecho sino empezar, para satisfacción inmensa de grandes corruptos y corruptores. El problema para mi es donde ha situado las cabezas pensantes de PODEMOS el eje de su mensaje político que, exitoso aparentemente a corto plazo, les dará más de un quebradero de cabeza en el futuro. Tanto si gobernasen como si no. Y si gobernasen desde luego más. Me refiero a que cada lunes y cada martes la Sra. Bescansa, el Sr. Pablo Iglesias y otros dirigentes de la nueva formación, sitúan a su proyecto en la transversalidad ideológica. Una suerte de estado de gracia en la que residen todas las acciones políticamente posibles para resolver a su vez todos los problemas modernos que no alcanzan a solucionarse en los modelos clásicos de actuación de izquierdas y derechas caracterizado por lo que llaman "la crisis del régimen del 78". Si no estuviese tan descrito el modelo político del  biconceptualismo por George Lakoff ( ver "No Pienses en un elefante" y, posteriormente "Puntos de Reflexión. Manual del Progresista") uno pensaría que estas ocurrencias propositivas proceden de gente indocumentada. Pero los rectores de PODEMOS no parecen serlo, por lo que más parece que se trata de importantes errores estratégicos cuyo alcance comprobaran con el tiempo o, tal vez, demasiado tarde.

Porque, con todos los respetos a la justa y justificada indignación de muchos, la Idea-Marco (por utilizar términos de sociología cognitiva) tan cantada desde el nacimiento del 15-M sobre la moñiga común del PP y el PSOE, que se estructura en los múltiples mensajes slogan de PODEMOS sobre la "Casta", y otros comportamientos políticos indebidos que les son comunes, tiene sus orígenes profundos en pensamientos reaccionarios y conservadores y desde luego dista mucho de ser un descubrimiento moderno.

Un "ideólogo" franquista llamado Gonzalo Fernández de la Mora editó allá por los años 70 del siglo XX su magna obra denominada "El crepúsculo de las Ideologías" tema que sin duda encantaba al dictador. La Democracia vertical, un engendro basado en semejantes principios, daba por superado el sistema de partidos e ideologías clásicas. Vamos, lo que siempre ha justificado tantos golpes de mano. (Toda dictadura parte del mismo esquema desde la más remota antigüedad lo que incluye a gente tan dispar como Julio Cesar, Nerón o Calígula puestos a hablar de romanos fuera de nuestro tiempo). Estos procesos tan antiguos como la corrupción, el nepotismo, el clientelismo y todos los indecentes ismos que configuran lo más repugnante del ejercicio del poder político, económico, religioso o militar, han exigido ahora y siempre una permanente lucha ética, democrática y progresista -Ideológica- para tratar de eliminarlos o someterlos. Y en ese proceso ha habido, hay y habrá no pocas deserciones e ignominiosos cambios de bando injustificables. Pero inventar la pólvora de soluciones mágicas transversales a la realidad probablemente lleve el asunto a un terreno torticero de imposible solución. Si no nos amparamos con el ropaje de los conceptos ideológicos y los valores reconocibles acabaremos sin duda en un extraño purgatorio de las ideas donde lo biconceptual se transforme en la nada. Lakoff nos alerta sobre el "Mito Lineal del Centro" (ese lugar en el que estarían las personas al que deben de recurrir los partidos de distintas opciones para ganar la elecciones), idea que alimenta la creencia falsa "de que los progresistas tienen que acercarse a la derecha y abandonar -o esconder_ su ideología progresista si quieren tener éxito" Pues acercarse al pensamiento conservador  - problemas estratégicos y éticos aparte- es en gran medida asumir la valoración de que toda la política es cieno, con la vana pretensión de endosársela solo a los otros. Miren si no como en esa cochiquera entran, como no, los nuevos actores sin apenas pisar el paraíso del poder.

Porque, ¿cómo cree PODEMOS que va a enfrentar la enorme matanza civil que se prepara contra sus dirigentes, cuadros medios (no sé si los tiene) o simple militancia que quiera acceder a puestos de representación que le guste o no tiene que afrontar para alcanzar el poder que aspira? Desde una posición indeterminada sobre la que se presume la pureza de comportamientos, como si esa fuerza tuvieses la patente, no desde luego. Y mediante la crítica a diestro y, más, a siniestro como si la única opción posible para ser decente fuese la suya, tampoco. Queda una opción y es dura, engorrosa y difícil, pero tal vez la más necesaria: Participar activamente en la redefinición política y organizativa de la izquierda sin las descalificaciones más propias de "parvenues" que están proliferando entre sus filas y rectores. La misma mierda, lo que es la misma mierda, es sin duda muy transversal. Pero hay quien tiene unas maquinas para producirla de enorme caudal mediático y unos ventiladores turbina de nueva generación y potencia desconocida. Y no es la izquierda. Aunque, lamentablemente,  la actual y bisoña cúpula dirigente del PSOE hace en estos días un coro indebido a esa estrategia del que no tardará en arrepentirse.

Yo no sé lo que puede dar de sí el PODEMISMO Como proyecto político. Desde luego sé que no es una ideología. Eso seguro que no. Hombre, modernamente hay quien cree que son ideologías hasta los club de fútbol y hay quien grita ¡Hala Madrid! como si fuese un ave cesar. Pero la formación del pensamiento político es un proceso lento, muy lento, y por mucho instrumento tecnológico y destreza telemática que se posea eso no cambia su función de herramienta. Sabemos, hasta lo que puede uno saber al cabo de muchos años, algunos libros y también ciertas experiencias sociales, lo que es el socialismo, el comunismo, el liberalismo, el anarquismo, las democracias cristianas y las distintas disciplinas conservadoras. Pero es difícil entrever cómo van a combatir la avalancha de descrédito que se les viene encima a estos líderes transversales de PODEMOS si su fórmula de intervención política no tiene en cuenta, como eje vertebrador de sus proyecciones, los vectores ideológicos progresistas y de izquierda con todos sus horribles defectos y con alguna de sus gloriosas virtudes. Porque España es europea y los factores de desarrollo político en las antiguas colonias americanas basadas en el nominalismo de dirigentes políticos y militares, sin duda dotados de una personalidad trascendente, se llamen Zapata. Bolívar. Perón. Castro o Chávez, no son de aplicación directa en una España enormemente problematizada pero muy alejada hoy por hoy de las circunstancias históricas, económicas y sociales que motivaron esos fenómenos. En todo caso y puesto a quedarme con un líder de americano del sur me quedo con Don Salvador Allende. Murió por sus ideas y su ideología. Sabía porqué vivir y también porqué morir. Y nadie, nadie, tiene en su ADN, todas las causas nobles de la humanidad en exclusiva para su uso particular y partidario. La tranversalidad ideológica no da para tanto.

La transversalidad ideológica de Podemos