viernes. 19.04.2024

Sistema Digital | Remedando los famosos comentarios de Adenauer y de Mark Twain podíamos decir que existen tres tipos de mentiras: las pequeñas mentiras, las grandes mentiras y los sondeos electorales manipulados.

Sobre las formas de utilizar políticamente las mentiras es mejor que no recordemos otras citas de grandes maestros de la manipulación. Pero lo cierto es que resulta bastante lamentable la manera en la que en España se están estrujando, cocinando y manipulando algunos sondeos pre-electorales, con el propósito de intentar que parezcan empobrecidas las perspectivas electorales del PSOE, en general, y de Alfredo Pérez Rubalcaba en particular. Algunos piensan que, así, los socialistas entrarán en cierta depresión orgánica interna, se arrugarán o, incluso, se enzarzarán en querellas internas. Y, si no ocurre esto, se les manda callar.

El problema es que, bajo tales pretensiones y pretextos, las encuestas y procedimientos sociológicos pueden caer en una espiral de desprestigio que no será fácil remontar. Por ello, creo que, después de las próximas elecciones será necesario enjuiciar ─y contrastar con los datos electorales reales─ lo que ha ocurrido durante este extraño período de distorsiones electorales que estamos atravesando en España.

Es necesario aclarar, en cualquier caso, que las encuestas sociológicas son instrumentos aproximativos de análisis y predicción y que su validez y fiabilidad depende de muchas variables que influyen en su buena ejecución, y que no siempre es fácil conocer cuando se publican los datos. Pese a que en España tenemos una normativa preventiva (frente a los engaños), lamentablemente ésta no siempre se cumple en todos los detalles. Por eso, es demasiado frecuente que los pronósticos electorales publicados en unos y otros medios varíen sensiblemente, según el color ideológico e intencional de quien paga las encuestas.

No merece la pena que nos detengamos aquí en algunas encuestas claramente intencionadas y de poca credibilidad, cuya proyección y utilización forma parte de la lógica de la libertad de empresa. ¡Allá lo que haga cada cual con su dinero, siempre que se respeten las leyes!

Pero, la cuestión es diferente cuando las Encuestas las realizan organismos públicos que dependen de los presupuestos generales del Estado y cuyo proceder ─aunque no está exento de posibles errores técnicos─ debe quedar alejado de cualquier intención ajena a la presentación objetiva de los datos.

Por eso, precisamente, la extrañeza que a algunos nos produce la presentación de algunas Encuestas del CIS, en particular el sondeo de enero de 2014, hecho público el día 5 de febrero. Creo que tratándose del CIS, el mayor desprecio sería no hacer aprecio, y no manifestar las dudas que, como Catedrático de Sociología e investigador que ha realizado más de 100 Encuestas sociológicas rigurosas a lo largo de su vida, me suscitan las proyecciones de datos que realiza últimamente el CIS.

En primer lugar, hay que precisar que en las Encuestas pre-electorales lo primordial es atender a los datos primarios; es decir, a lo que dicen directamente los entrevistados cuando se les pregunta por sus simpatías y preferencias políticas.

En este sentido, los datos mondos y lirondos ─antes de pasar por extraños cocinamientos─ indican que, en estos momentos, el PSOE estaría por delante del PP tanto en voto directo no ponderado (un punto más), como en voto primario más simpatía (2,9 puntos más). Pero si computamos los votos posibles más simpatías sobre el total de votos válidos emitidos ─que es como se tienen que hacer estos cálculos─ el PSOE aventajaría al PP en 5,1 puntos. Es decir, el PSOE tendría ahora el 29,6% de los votos y el PP el 24,5%, seguidos por IU, con un 15,9% y UPyD con un 10,3%.

Intención actual de voto de los españoles, según la encuestas del CIS de enero de 2014

(Sobre posibles votos válidos %)

Pero si nos atenemos a otra interesante pregunta que se incluye en los cuestionarios del CIS y que se refiere a los partidos que los españoles ven con más simpatía y consideran más cercanos a sus ideas, entonces la ventaja del PSOE se amplía considerablemente, llegado a 7 puntos. Es decir, el PSOE concita un 34,6% de los apoyos-preferencias, el PP un 27,6%, IU un 15,1% y UPyD un 9,2%. En este caso, otros partidos más pequeños obtendrían menos apoyo que en la hipótesis anterior, que en mi opinión, tiende a sobredimensionar la potencialidad de los partidos pequeños hasta alcanzar unas proporciones que nunca han tenido en la realidad. Lo cual nos obliga a preguntarnos, ¿a quién se “quita” estos votos en la presentación general de los datos?

Si las últimas encuestas del CIS están bien hechas en sus aspectos técnicos ─extremo que desconozco─, mi impresión es que los resultados electorales reales al final ─si no concurren otros cambios de contexto─ se aproximarán bastante a lo que se indica en la columna segunda del cuadro.

No obstante, a partir de los datos que se publican en la página web del CIS, creo que en las últimas encuestas existen también otros problemas derivados de la insuficiente calibración y verificación de las muestras seleccionadas. Por ejemplo, no se puede comprender que en la última muestra el recuerdo de voto sea superior a los datos reales (dicen que votaron en las últimas elecciones legislativas un 79,6% de los encuestados, cuando en realidad votaron un 71,7% de los españoles). Lo que suele ocurrir, en estos casos, es que digan que votaron menos, no solo debido a factores de “olvido”, o a poca confianza en declarar lo que se hizo, sino también debido a los lógicos procesos dinámicos de población (los que no tenían 18 años en 2011, etc.). Pero, más llamativo resulta aún que los electores de algunos partidos aparezcan sobrerrepresentados en la muestra, como IU, con un 7,7% de recuerdo de voto, respecto a un 6,9%, en realidad), en tanto que otros aparecen subrepresentados. Lo cual puede obedecer también a los efectos de “voto oculto”, que no hay que despreciar actualmente en el caso de algunos partidos.

Pero lo más sorprendente de todo es que un partido como el PP, al que solo dicen que votarían ahora ─en intención directa─ un 10,8% de los encuestados, con una puntuación de su líder de solo un 2,2 sobre 10 (amén de otras muchas valoraciones y críticas concretas) y con un recuerdo de voto que es tres veces superior a la intención actual de apoyo, después de pasar por la “cocina” sea presentado como el eventual partido ganador, ¡nada menos que con un 32,1% de los votos, por delante incluso del PSOE y a notable distancia! ¿Magia? ¿Creatividad? ¿Ensoñación? Es difícil saberlo, pero lo cierto es que de ilusión también se vive.

Después de ver estos datos, Rajoy debiera perder el miedo al PSOE y a Alfredo Pérez Rubalcaba y retirar su orden imperativa para que se calle y se limite a aplaudir. ¿Por qué temerle y callarle si los datos del CIS son ciertos? ¿O es que hay otros datos? O es que alguien le ha recordado la célebre epístola de Quevedo: “No he de callar por más que con el dedo / ya tocando la boca o ya la frente / silencio avises o amenaces miedo…”. Obviamente yo tampoco me podía callar aquí.

¿Sondeos manipulados? ¿Por qué se oculta que el PSOE va por delante en las encuestas?