jueves. 28.03.2024
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@jorgegalindo | El CIS acaba de publicar su encuesta postelectoral referente a las Europeas del 25 de mayo. La mayor novedad de aquellas elecciones fue la irrupción de Podemos en nuestro sistema de partidos, aún no sabemos si para quedarse o no. Con esta encuesta, y siempre con la debida cautela, al fin es posible hacerse una idea algo más aproximada del origen y las características del apoyo a esta nueva formación. Esta nota es a la vez un intento de ofrecer esa idea y, la verdad, de hacérmela yo mismo: una suerte de bombardeo de datos y apuntes en sucio.

Insisto, pues, en la cautela necesaria a la hora de leer estos datos. Por un lado estamos hablando de un fenómeno nuevo y quién sabe si inestable. Por otro, las encuestas del CIS (a pesar de ser las mejores de España) ya han mostrado sus limitaciones con respecto a acotar correctamente la naturaleza y dirección de ciertos cambios. Si antes de las elecciones el problema era infraestimar, ahora parece ser el contrario: la encuesta obtiene un 12.7% de votantes a Podemos en los comicios, un poquito por encima del valor real. Es un efecto clásico que puede calificarse simplemente como que todos queremos estar en el carro ganador. Ahora bien, eso, sumado al hecho de que nunca hay manera de confirmar que quien dijo votar por un partido lo hizo realmente, quiere decir que los datos aquí ofrecidos no se refieren exactamente, o solamente, a quienes el 25 de mayo votaron por Podemos, sino a quienes lo hicieron y a quienes les gustaría haberlo hecho. Por ello, a falta de un término mejor, empleo la palabra “simpatizantes” y no “votantes”. En cualquier caso, creo que los datos son útiles porque nos permiten apuntar algunas conclusiones sobre quién apoya a Podemos, de dónde viene, qué piensa y, quizás, hacia dónde va.

¿Pero quién apoya a Podemos?

La primera pregunta lógica es qué sectores de la sociedad están apoyando más a este nuevo partido. Los datos aquí recogidos indican eso mismo: el porcentaje de voto reportado sobre el total de cada segmento de la sociedad (no confundir con la distribución entre segmentos del total de los votantes de Podemos). Y como quiera que cada uno tiene sus obsesiones personales, yo empiezo por la clase social. A tenor del primer gráfico, ningún estrato socioeconómico ha escogido apoyar a Podemos con particular significancia.

Esto ha llevado a algunos a afirmar ya que el voto a Podemos no parece un voto de clase. A mí me gustaría matizar esta aseveración. En el siguiente gráfico se observa cómo ciertos perfiles ocupacionales sí han simpatizado claramente más que la media con la nueva formación.

Estudiantes, trabajadores semicualificados del sector servicios y obreros no cualificados destacan claramente, seguidos de desempleados y obreros no cualificados. Quizás el asunto es que debemos reconsiderar qué entendemos por clase social hoy en día, pues sí parece existir una cierta pauta ocupacional en quienes escogieron Podemos.

Si a estos perfiles ocupacionales unimos el dato de que Podemos es particularmente simpático a las personas más jóvenes y con mayor nivel de estudios nos acercaremos más a una definición de las capas sociales en las cuales la nueva formación ha penetrado con más fuerza.

De dónde proceden

Podemos es una formación de nuevo cuño con un crecimiento meteórico, y como tal se hace necesario comprender de dónde han venido sus nuevos apoyos con respecto a las últimas Elecciones Europeas.

La principal fuente de simpatizantes de Podemos es el PSOE: un 30% de los recién estrenados votos vienen de sus filas. Ahora bien, es importante destacar que ese casi tercio de ex-votantes del PSOE en las últimas Europeas que ahora han apoyado a Podemos no significa una sangría espectacular para los socialistas, al representar alrededor de un 2 o 3 por cien de los votos totales. Izquierda Unida también prestó apoyos a la nueva formación, incluso más que la abstención y que quienes no podían votar por edad.

Se trata, por consiguiente, de ciudadanos que están a la izquierda del español tipo, sí, pero no excesivamente. En el gráfico se aprecia cómo la distribución de los simpatizantes de Podemos es una versión escorada de la de la media nacional, con un importante pico en el 3, lo que podíamos calificar como “izquierda pura”, pero lejos de ser extrema. Es por ello que quizás el PSOE sea el partido que más deba preocuparse por un hipotético ascenso continuado de Podemos. En esa lucha se dirimirá una parte de la sostenibilidad del proyecto. Sin embargo, el PSOE haría mal en leer esto como una invitación inmediata para moverse a la izquierda mucho y rápidamente en todo ámbito. Por un lado, la diferencia en la media de autoubicación ideológica entre los votantes de ambos partidos es muy baja (3.29 contra 3.72). Por otro, visto el perfil de sus simpatizantes (arriba) y qué les preocupa (abajo), no está claro que el PSOE esté listo para competir en muchos de los frentes que Podemos ha abierto, particularmente Europa y expectativas para la juventud, con las mismas herramientas y al mismo tiempo sin sufrir una sangría de sus votantes habituales.

Qué piensan sus simpatizantes sobre Europa y la política

Los simpatizantes de Podemos están más interesados que la media en la UE (62.4% frente al 42.9%) y son bastante más contrarios a la misma, siendo de hecho el partido con votantes más euroescépticos: 23.4% están “bastante o muy en contra” de la UE, frente al 13.4% de la media. Responsabilizan a la UE de la situación económica española más que al Gobierno y mucho más que los demás ciudadanos. De hecho, en prácticamente todos los temas (sanidad, educación, inmigración) los votantes de Podemos consideran que los poderes públicos tienen más responsabilidad de la que es otorgada por el ciudadano medio. Quizás esto encaja bien con el hecho de que, a pesar de su atención a Europa, los votantes de Podemos confiesan en más de un 68% que han votado en clave española (frente a un 62% de la media de votantes en general).

No parece que los simpatizantes de Podemos caigan en una desafección intensa sobre la política en general. No se aprecia en la postelectoral del CIS que estas personas crean más que la media que los políticos solo miran por sus intereses, ni tampoco que piensen que los políticos no se preocupan por la gente como ellos. Antes al contrario: un 65% de los simpatizantes de Podemos afirman que han elegido su opción de voto porque sienten que les representa mejor que ninguna otra, frente a un 36,9% de media y aún por encima del 58% obtenido por Izquierda Plural.

Y cómo se organizan

Un aspecto que me ha resultado particularmente curioso en esta encuesta es comprobar que sí, que los simpatizantes de Podemos asisten más a mítines y a reuniones de partidos que los votantes de otros (hasta el doble), pero han tenido comparativamente menos contacto directo con representantes de partidos y mucha menos implicación como voluntarios (0.5% frente a 1.1%). A cambio, han puesto un esfuerzo mucho mayor en hablar habitualmente de política con su círculo familiar (33.5% frente a 16%), o de amigos, vecinos o compañeros de trabajo (siempre casi doblando los valores medios), así como en aportar dinero a la campaña (1.5% frente a 0.8%). Igualmente, el uso de redes sociales para enviar o recibir información ha sido mucho más intenso para los simpatizantes de Podemos que para el resto.

Por último, cabe destacar que para un 16,8% de los simpatizantes de Podemos el factor clave para elegir este partido fue que tenían al mejor candidato (frente a un 5,8% de media), lo cual demuestra la importancia de Pablo Iglesias como cabeza de la candidatura.

Estos datos, unidos al proceso de elecciones “primarias” que vivió el partido hace poco, dibuja, a mi entender, bastante bien el proceso de construcción que está siguiendo el partido: algo aparentemente de abajo a arriba, con mucha aportación individual en forma de donativos y de “difundir la palabra”, pero que en realidad está considerablemente jerarquizado en una cúpula fuerte que tiene bien aprendidas las lecciones leninistas tras el fracaso del 15M.

Pablo Iglesias, ¿la victoria de la televisión?

Una hipótesis que ha flotado en el ambiente desde hace semanas, si no meses, es que Podemos es un fenómeno fundamentalmente alimentado por MediaPro. Esta encuesta del CIS ofrece datos sobre medios preferidos por los ciudadanos españoles para informarse sobre política, lo cual nos permite testar, así sea parcialmente, tal hipótesis.

Quienes votaron por Podemos se informan significativamente más a través de la televisión que el resto de ciudadanos. Sin embargo, puesto que se informan más en general, es difícil atribuir mucha responsabilidad a la televisión en la formación de opinión de estas personas. Lo que sí es cierto es que el número de simpatizantes de Podemos que tienen La Sexta como cadena primordial es mucho más alto que el resto (39,2% frente a 17,2%). El ciudadano medio tiende a preferir TVE (27.9%) o Antena 3 (18%). Ahora bien: el votante de IU tiene un perfil muy similar al de Podemos, lo cual nos debe hacer pensar en que la correlación real es con ubicación ideológica y/o perspectiva sobre ciertos problemas de actualidad, antes que la elección de un partido u otro a la hora del voto.

Respecto a medios escritos, los simpatizantes de Podemos prefieren EL PAIS como periódico de cabecera, por encima incluso del resto de los ciudadanos (38,1% frente a 20,6%). Un 5,1% de ellos indica que Público es su diario principal: mucho más que la media (1,4%), pero aún así un valor no particularmente elevado. No parece que se pueda concluir nada por este lado.

Por último, no cabe olvidar la arriba reseñada importancia de Pablo Iglesias como factor decisivo del voto. Iglesias se ha hecho conscientemente famoso gracias a las tertulias de la televisión, esta ha sido una parte fundamental de su estrategia y de la de todo el partido. Sin embargo, a la vista de los datos parece razonable afirmar que la difusión obtenida por medio de La Sexta y otros canales ha sido una condición necesaria pero no es ni de lejos suficiente para explicar el éxito de Podemos. Más aún: puesto que no disponemos de un mundo paralelo al nuestro en el que MediaPro ignora a Iglesias, es imposible saber si no hubiese conseguido ganar visibilidad en otros medios. Mi intuición personal es que sí, porque la demanda electoral para alguien como él existía. Y, con ella, la demanda de audiencia, que es al fin y al cabo lo que importa a los medios privados.

En resumen

Podemos es el partido de moda. Lo es sobre todo entre los jóvenes, los “estudiados” y los estudiantes, y aquellos con puestos de trabajo menos cualificados (no necesariamente formación correspondientemente baja). Se trata de personas enfadadas con la gestión de Europa y de Madrid sobre la crisis, que consideran que allá están los responsables pero están dispuestas a implicarse en política. Eso sí, más a través de fórmulas que, aunque aparentemente innovadoras, en realidad reproducen estructuras de comunicación y acción política de implicación aparentemente poco horizontal.

Pero no es Podemos un partido lleno de ilusión incondicional por un proyecto nuevo al que se va a aupar pase lo que pase. Al contrario. He dejado para el final el que es mi dato preferido de toda la encuesta: para un altísimo 58,9% de simpatizantes de Podemos es comprensible y normal escoger distintos partidos según la elección (europea, general, autonómica), muy por encima del 39% de la media estatal. El voto a Podemos ha sido un préstamo en una medida incluso mayor que con otros partidos, quién sabe si a renovar o no en 2015. Como tal debe ser entendido por los líderes de la formación y por todos aquellos que intentamos comprender qué ha sucedido y qué va a suceder.

(Gráficos: Jorge Galindo. Fuente: CIS)

Podemos 2014: una radiografía