martes. 23.04.2024

El portavoz del grupo municipal socialista, Jaime Lissavetzky, ha propuesto hoy a la alcaldesa, Ana Botella, que venda el Palacio de Cibeles para invertir los 510 millones de su coste en políticas sociales y de crecimiento. “Eso es austeridad y eficiencia, y no derroche, lujo y boato”, ha indicado. Lissavetzky también ha planteado la conversión de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) en una agencia de rehabilitación y alquiler que afronte el retraso de emancipación de los jóvenes; y que reserve un porcentaje fijo del presupuesto a políticas de I+D+i para propiciar un cambio de modelo productivo en la ciudad.

Lissavetzky efiende un cambio de modelo productivo y que se invierta un porcentaje fijo en I+D+i

Lissavetzky también se ha referido al prometido Consejo de la Ciudad. Ha pedido al Gobierno municipal que cumpla con su promesa de ponerlo en marcha y ha propuesto que se emplee la fórmula de la fundación. En su opinión, y dado que Botella presume de que Madrid es una capital financiera, la alcaldesa debería sentarse con los empresarios para pedirles que “echen una mano” en su constitución a través de aportaciones y que puedan beneficiarse fiscalmente de estas ayudas.

Son algunas de las ideas que ha ofrecido al Ejecutivo municipal en el debate sobre el estado de la ciudad, celebrado hoy. En él, Lissavetzky ha lamentado que la regidora haya preferido “el lucimiento a la lucidez” durante sus intervenciones. En este sentido, el portavoz socialista ha llegado calificar su actitud “alejada de la realidad” como una “mala copia” de la estrategia que seguía su antecesor, Alberto Ruíz-Gallardón, que llegó a “ponerse galáctico”, señalando que Madrid progresaba adecuadamente mientras ciudades como Tokio o Nueva York no mejoraban desde hacía lustros.

Considera Lissavetzky que, durante el debate, Botella “no se ha ganado la legitimidad” que requiere al no haber sido elegida directamente en las urnas. Y que su postura política queda clara: “Dice que no es ni de centro ni de izquierda. Se nota. Es derecha, derecha”, ha comentado.

El cambio de modelo productivo ha ocupado parte del discurso del socialista. De hecho, en su primera intervención ha contrastado las comparaciones con otras capitales que se hacían desde las tribunas del PP con los datos del ranking de las 25 ciudades europeas. En este baremo Madrid ha bajado puestos, especialmente en materia de sociedad del conocimiento. En ese apartado, se ha descendido del sexto al duodécimo lugar. Sin embargo, en su opinión, Botella no solo no se ha detenido en este tema sino que “habla del mismo modelo del que hemos sido víctimas los madrileños”, ha apuntado.

Lissavetzky defiende la necesidad de apostar por la formación, la educación y la investigación. Y ha contrapuesto este tipo de políticas con las que impulsó el Gobierno nacional en 1997, cuando promovió la liberalización del suelo, o las medidas que han emprendido en el mismo sentido los últimos Gobiernos de la Comunidad de Madrid. El portavoz apuesta por que se dedique un porcentaje de la inversión a I+D+i y que se desarrollen acciones como la implantación de un parque científico en la ciudad y que se generen planes específicos para los distritos.

A juicio del edil del PSOE, Madrid es la ciudad de las “tres crisis”: la financiera, la de la burbuja inmobiliaria y la de las políticas megalómanas que han asfixiado e hipotecado al Ayuntamiento. Sobre la primera, Lissavetzky ha afeado a Botella no referirse en ningún momento a Bankia y le ha preguntado sobre el futuro de la Obra Social de Caja Madrid: “¿Tiene algún plan, por ejemplo, para que no cierren -algunas ya lo han hecho- las bibliotecas de Caja Madrid?”, ha señalado.

La única solución posible para Botella parece ser el recorte: “Es usted una gran recortadora. En esto está siendo clónica al resto de sus compañeros de partido en lo referente a recortes, ajustes y mentiras”, ha indicado.

La segunda crisis, la inmobiliaria, ha dejado al Urbanismo madrileño “en lista de espera”, según Lissavetzky. El portavoz ha reprochado a Botella que haya obviado en su discurso los proyectos comprometidos y no realizados, como el del complejo deportivo Vallehermoso, el mercado de la Cebada o el intercambiador de Legazpi. “Habla usted de un Madrid irreal”, ha añadido.

Tras referirse al “fracaso” del PGOU de 1997, Lissavetzky ha ofrecido su disposición a consensuar el próximo plan y ha exigido que el Ejecutivo municipal reclame a Esperanza Aguirre una estrategia regional que tenga en cuenta a las ciudades colindantes con la capital y que se reconozca que “no había modelo de ciudad, sino un plan basado en la liberalización y especulación del suelo”, ha subrayado. A reglón seguido, ha pedido a los responsables municipales que no caigan en el mismo error y que no conviertan las liberalizaciones en la “ley de la selva”.

La última de las crisis a las que se ha referido el portavoz socialista es la de la gestión del Ayuntamiento. Sostiene que es “costumbre ya antigua del PP poner en marcha el ventilador y centrifugar la responsabilidad de lo negativo”. Así, el declive nunca parece ser consecuencia de los presupuestos “deficientes”, ni de “multimillonarios contratos de obras o la multiplicación de organismos, altos cargos y asesores”.

“En el tiempo que dura este debate el Ayuntamiento está obligado a desembolsar nada menos que 500.000 euros para pagar la deuda. Los presupuestos de 2012 destinan al pago de la misma el 21% del capital consolidado”, ha expuesto el portavoz. “Le pasa a usted con Madrid como al PP con la crisis: no saben gestionarla. Sólo con ajustes y recortes no salimos de esta situación. Austeridad sí, pero también crecimiento”, ha añadido.

Para Lissavetzky, las consecuencias de esta gestión pasan por crecimiento del desempleo, la caída del PIB de la ciudad, la desigualdad económica y social entre los madrileños, la menor cohesión social y la pérdida de derechos. En estos dos años, el Ayuntamiento ha recortado en políticas de empleo, han usado la empresa municipal de Espacios y Congresos como “caja b” del Consistorio y han obviado el problema de la calidad del aire de la ciudad, entre otras cuestiones. Al respecto, el portavoz ha recordado que en este primer trimestre se ha registrado una media de 50 microgramos/m3 de dióxido de nitrógeno, cuando el límite legal es de 44.

Lissavetzky propone la venta del Palacio de Cibeles