viernes. 19.04.2024

Las políticas sobre inmigración, un 'tema trampa' para Rajoy y sus cálculos electorales

ISABEL G. CABALLERO
Lo intentó durante la campaña de 2008 pero la torpeza del dirigente popular Miguel Arias-Cañete cuando dijo aquello de es difícil encontrar un camarero como los de antes llevó al traste su estrategia. El líder del PP ha retomado la inmigración como uno de los ejes de su agenda política hasta 2012 pero corre el riesgo de traspasar la línea roja de la xenofobia y el racismo.
> Un millón de inmigrantes decantarán los votos en 2011
NUEVATRIBUNA.ES 12.11.2010

Junto con la crisis económica, el paro y las pensiones, Mariano Rajoy ha decidido ‘rescatar’ el tema de la inmigración como principal asunto de su agenda política hasta el final de la legislatura. Así lo planteó a los máximos dirigentes de su partido en el último Comité Ejecutivo Nacional esgrimiendo el barómetro del CIS de octubre y así ha empezado a ponerlo en práctica en Cataluña, para tantear el terreno a modo de ensayo para las próximas citas electorales: las autonómicas y municipales de 2011 y las elecciones generales de 2012. La dirección del principal partido de la oposición no ignora la dificultad de encajar electoralmente el problema de la inmigración. Los populares andan con pies de plomo, pero su tibieza y su ambigüedad resulta altamente sospechosa. ¿Por qué si no la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, evitó dar cuenta de lo que a puerta cerrada se había tratado en la reunión de la cúpula del partido?

De igual manera que resultaría irresponsable que las fuerzas políticas arrinconaran el tema de la inmigración en la agenda pública, tanto o más lo es utilizarlo a modo de lanzadera electoral. La mayoría de los sociólogos constatan que la gente ve problemas reales en la educación y la sanidad públicas relacionados con la falta de recursos. A la ola de la crisis económica se ha sumado la ola de la inmigración y la mecha sin duda se han encendido en Cataluña y se está proyectando al resto del Estado. “La idea de que la inmigración no quita trabajo es algo que la gente no acaba de entender”, señala Fermín Bouza, catedrático de Sociología y Opinión Pública en la Universidad Complutense de Madrid.

Pero de ahí a pensar que la mayor parte de los españoles quieran embarcarse en una cruzada antiinmigración va mucho camino. Y para muestra el rechazo mayoritario y la contestación pública ante episodios como los ocurridos en el ayuntamiento de Vic por el tema del padrón. “La gente no está dispuesta a traspasar la línea de la queja por la falta de recursos que el Estado no acaba de salvar pero no quiere hablar de nada que se parezca a la xenofobia y el racismo, y si sospecha que esto va por ahí corta”, dice Bouza.

Algo similar le pasó al PP en la campaña electoral de 2008. Rajoy presentó un programa que incluía un amplio apartado sobre inmigración. Su propuesta estrella: el contrato de integración que ahora vuelve a publicitar su candidata en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho. Sin embargo, un error garrafal echó al traste su estrategia cuando el entonces secretario ejecutivo de Economía y Empleo del PP, Miguel Arias Cañete, bromeó en un acto público con el hecho de que cada vez era más difícil encontrar un camarero como los de “antes”, un antimensaje muy potente que tuvo mucha difusión y que le costó caro al PP.

Y es precisamente en esa encrucijada en la que se encuentra el principal líder de la oposición ya que lo que él puede plantear en tono moderado se convierte rápidamente en un mensaje racista jaleado por la extrema derecha. Bouza considera necesario abordar el problema de la inmigración pero en ningún caso ve al PP como el partido idóneo para liderar este debate. ¿Por qué? A su juicio, los populares ya han demostrado con creces su “torpeza” a la hora de abordar asuntos tan delicados como la inmigración ya que “no es un tema fácil sino muy complejo” tanto política como electoralmente y por ello “cabe pensar que lo hagan muy mal en el terreno del discurso público. Frecuentemente es un tema trampa para la derecha”, subraya.

LAS POBLACIONES MARGINALES COMO DETONANTE

Cataluña se ha convertido en el germen de la antiinmigración jaleada por partidos ultraderechistas como Plataforma per Catalunya liderado por Josep Anglada. El problema no se deriva del inmigrante medio regularizado sino de las poblaciones más marginales, tribus nómadas como los gitanos rumanos. A ello se suma además el discurso islamófobo y la intransigencia por cuestiones religiosas. Con esos ingredientes, el PP de Cataluña está removiendo una coctelera mortal en la que cabe todo, desde azuzar a la población contra los rumanos hasta intentar poner cotas al empadronamiento de los extranjeros o plantear su expulsión si están en paro en línea con la última propuesta lanzada por Sánchez Camacho.

La demagogia con la que está actuando el PP se pone de manifiesto con ciertas iniciativas difíciles de cumplir. Para cambiar la normativa sobre el padrón hay que modificar la normativa estatal, es decir, no lo puede hacer cualquier ayuntamiento o cualquier comunidad de forma unilateral. Cuando Sánchez Camacho dice que hay que echar a los inmigrantes que no trabajen ignora que la actual Ley de Extranjería ya contempla que si los inmigrantes no cotizan al menos seis meses durante un año deben abandonar el país. Esto origina una situación de irregularidad de la que el PP también quiere sacar provecho advirtiendo de que el Gobierno del PSOE prepara otra “regularización masiva” de inmigrantes.

Lo que parece claro a estas alturas es que el PP está jugando con fuego al tiempo que se echa en falta un discurso más ponderado por parte del PSOE y del Gobierno de Zapatero. Porque el problema existe y la gente tiene percepción de ello. Se precisan soluciones pero lejos de la demagogia y la propaganda política. Se necesita, en suma, un pacto de Estado.

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