martes. 23.04.2024

A pocas semanas de la visita papal a Madrid. En este país ya tenemos un nuevo mártir. La beatificación de “Camps” necesitará el beneplácito del banquillo popular para engrosar las listas santorales de la ortodoxia cristiana. La decisión del “señor de los trajes” está siendo vendida a la galería social, como un gesto de “grandeza”, en palabras del líder conservador, para que la “ejemplaridad” de su “amigo Paco” sea un precedente de “responsabilidad política” y poder así, solicitar a gritos ”la cabeza” de Rubalcaba.

El intento por parte de la bancada popular de establecer la analogía falaz entre ”la causa de los trajes” y el “caso faisán” es una maniobra más, por parte del “ex-registrador de Santa Pola”, para terjiversar y crispar el escenario político en pro de su egoísmo electoral. Mientras el señor Camps tendrá que ir al banquillo popular, salvo que asuma su inculpación, poco probable que así sea. El candidato socialista no tiene ninguna cita pendiente, o mejor dicho, ningún banquillo otoñal esperándole para tomarle declaración. Por tanto, equiparar ambas cuasas judiciales, utilizar el mismo rasero para realidades distintas, es una muestra más de la demagogia del ”saber hacer” neoliberal. El intento por “cargarse” a Rubalcaba, denota el mecanismo de defensa, o dicho de otro modo, el escudo de la derecha ante el nerviosimo que les despierta el avance metroscópico del candidato de la izquierda.

La dimisión del “President”, no allana el terreno azul de los conservadores, aunque sí amortigua la caída. La coincidencia del hipotético supuesto de “elecciones anticipadas” estará eclipsado con la coincidencia en el tiempo del jucio popular. A pesar de que el compareciente ya no declarará con los galones en la solapa. El “soldado raso del consell”, seguirá siendo visto como “Camps”, con la consiguiente reactivación de la herida abierta en aquellos miles de valencianos que votaron “campsismo” y en menos de dos meses, encontraron “fabrismo”.

Una vez más, la “mentira electoral” en el sentimiento popular.´¿Se dirigió Camps en su discurso de despedida a su pueblo soberano? la respuesta tajante es NO. No hubo un gesto de arrepentimiento, ni siquiera un “lo siento señores” por haberles traicionado. Todo fue un “me voy por salvar a Rajoy”. Pero, y sus votantes, ¿no pintan nada en este entierro?

Después de “cuarenta largos minutos” desde el anuncio de su dimisión. Canal 9, la radiotelevisión “pública” valenciana, fue la última en informar el mayor órdago jamas vivido contra su línea editorial. El titular de la tarde no podía maquillarse con el juego sucio de la retórica pero la demora en su difusión demostró, una vez más, la parcialidad como praxis cotidiana del “cuarto poder de la Generalitat”.

El jarro de agua fría tambaleó el servilismo de la “cadena campsista” y la postnoticia sirvió para completar aquellos “¡35 escuetos segundos!” que tan sólo, días atrás dedicó la cadena valenciana para narrar el notición político del verano, sin mencionar al protagonista por antonomasia, ¡Francisco Camps!. ¿Dónde está la deotonlogía profesional?

La caída del “campsismo” para evitar el tropiezo del “marianismo” ha sido la verdadera maniobra de esta ejemplaridad llamada “dimisión”. Por favor señor Ratzinger, beatifique cuanto antes a este mártir; no le haga más sufrir, y concédale el “milagro de la inocencia” para amortiguar el dolor de miles de fieles que rezan cada día, desde el banquillo de sus hogares para calmar la ira de su “frustración electoral”.

La frustración electoral