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NUEVATRIBUNA.ES - 18.3.2009

Ambos ex alcaldes, Jesús Sepúlveda y Ginés López, han secundado la estrategia de su colega, por militancia y por presencia en la lista de "presuntos" que maneja el juez instructor del caso, Arturo González Panero, ex alcalde de Boadilla del Monte. A él corresponde el apodo de "el albondiguilla" que ha popularizado el mismísimo Francisco Correa, jefe y máximo beneficiario de la trama, a través de una de las cintas del sumario que han trascendido y en la que cariñosamente se refería así al ex regidor de la localidad madrileña: "Si entrego la cinta que tengo del albondiguilla se caga, pero voy también al trullo, y además me interesa seguir haciendo negocios cuatro años en Boadilla".

Pues bien, González Panero fue el primer ex alcalde imputado que se negó a declarar ante Garzón.

El ex regidor de Pozuelo, imputado por haber cobrado presuntamente de la trama liderada por Francisco Correa un total de 422.992 euros, ha asegurado este miércoles a su salida de la Audiencia Nacional que hablará "en cuanto se conozcan las diligencias y esté el sumario abierto".

López, por su parte, acusado de percibir 523.439 euros en concepto de comisiones, ha justificado su negativa a declarar al desconocer qué tribunal instruirá las diligencias después de que el magistrado se haya inhibido de la causa en favor de los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid y Valencia por la posible implicación de cinco aforados, entre ellos el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, y el ex consejero de Deportes de Madrid Alberto López Viejo.

Los dos ex alcaldes dimitieron de sus cargos después de que el pasado día 5 el juez Garzón les imputara inidiciariamente los delitos de asociación ilícita, cohecho o tráfico de influencias, fraude fiscal y blanqueo de capitales. Sepúlveda y López han quedado en libertad sin medidas cautelares.

Hasta ahora, sólo el ex alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega, ha acceido a declarar, cosa que hizo durante casi una hora en el Juzgado Central de Instrucción número 5.

La estrategia del "albondiguilla"