miércoles. 24.04.2024

La mil veces anunciada “política como Dios manda” prometida por Rajoy durante su campaña, ya está dando sus frutos

Desde que Mariano Rajoy asumió como presidente de gobierno la sociedad española dio un drástico giro a la derecha a través de medidas económicas que -en principio- una buena parte de los ciudadanos aplaudió, mientras que otros repudiamos enérgicamente. Hoy, a casi tres años de aquella gesta que de popular sólo tuvo el nombre del partido que tomó el poder, el retroceso en los derechos y las libertades individuales es tan alarmante que diversos organismos internacionales ya adjetivan como catastrófico.

La lista de decretos ley mediante las cuales el presidente y sus ministros traspalaron a la España actual a aquella otra en blanco y negro presidida por un enano golpista, es demasiado larga como para enumerarla en un sólo artículo. Además, son de conocimiento público todas y cada una de las excusas que el Partido Popular arguyó a la hora de pronunciar las medidas que hicieron mella en los colectivos más vulnerables, de modo que no es este un repaso puntual de las leyes antipersona decretadas por el PP, ya que para ello bastará con repasar los titulares de los periódicos de los últimos tres años, o simplemente con examinar vuestro respectivo derecho a callarse la boca que -por el momento- parece ser el único que usted posee, ya que si protesta corre el riesgo de transformarse en un criminal.

Finalmente la mil veces anunciada “política como Dios manda” prometida por Rajoy durante su campaña, ya está dando sus frutos; al menos la Iglesia Católica goza de ellos como no de otros placeres de los que sin embargo opina y aconseja. Al parecer Dios manda el disfrute de unos pocos y la desgracia de otros tantos. Manda Dios esta brecha cada vez más abismal entre quienes lo tienen todo y quienes ya casi ni en pie logran tenerse. Dios manda este incremento de miserables (de ambos; los que rebuscan entre los desperdicios de los hipermercados y los que enfundados en trajes dictan las nuevas normas a seguir). Manda Dios a que la educación y la sanidad ya no sean un derecho sino el lujo que pueden darse un puñado de elegidos. Manda Dios a que calles tu reclamo o a que te partan la cara por reclamar. Dios manda a convertir trabajadores en objetos desechables. Manda Dios a perseguir con multas a indigentes que duermen al raso, convirtiendo a la pobreza en un delito. Manda Dios proteger a esos banqueros que, peor que en Uganda -aunque Rajoy crea que no- moldearon esta vergonzosa característica de corrupción y saqueo que ya es marca de la casa, folklore de un país repleto de desmemoriados que olvidaron su pasado humilde, se hincharon de una soberbia inexplicable y buscaron la culpa en los de afuera.

Y precisamente luego de mencionar a los de afuera recuerdo el motivo del artículo que escribo. “El gobierno ve mala fe en los vídeos de ONGs de agresiones a inmigrantes en la valla de Melilla”, reza el titular de un periódico español. Y si después de leer esto no echo la pota es solo porque antes me entra la risa. Leamos juntos; luego si quiere ría o vomite: “La Delegación del Gobierno de Melilla expresa absoluto apoyo a los agentes de la Guardia Civil que, por imperativo legal, cumplen con su cometido. Y subraya además el comportamiento ejemplar y humanitario que distingue a los agentes de la Guardia Civil, a quienes señalan las ONG, por ejecutar devoluciones irregulares de migrantes a Marruecos”.

Nadie duda que -como en todo- haya buenos y malos agentes de la Guardia Civil. De esto estamos seguros y ni siquiera hace falta que nadie nos lo reafirme. Pero hay que ser muy retardado para ver mala fe en los vídeos que las distintas ONGs realizan a diario en la valla fronteriza de Ceuta y Melilla, y no ver ni un ápice de mala fe en la colocación de cuchillas afiladas que decidió el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y que aplaudió Rajoy. Únicamente un retardado podría ver mala fe en la intención de registrar con una cámara las dramáticas circunstancias por las que cada día tienen que atravesar un buen número de seres humanos cuyo único delito es estar vivos. Muy retardado hay que ser para ver mala fe en esto y no en las medidas que el pasado año dejaron sin asistencia sanitaria a miles de inmigrantes “irregulares”. Hay que ser un retardado irregular para ponerse a defender la buena, honesta y humanitaria acción de los policías fronterizos en vez de ver la aberración, el crimen, el horror que suponen las cuchillas afiladas con las que el gobierno español pretende amedrentar a los inmigrantes y desangrar a los que no se amedranten.

“No  es admisible que se intente criminalizar a la Guardia Civil, tachándola abiertamente y desde la distancia de un proceder inhumano y, por tanto, ilegal", sostienen desde la Delegación del Gobierno.  Sin embargo nada pronuncian acerca del sistemático aniquilamiento de los derechos humanos que éste, su gobierno, ha perpetrado en los últimos tres años. Nada dicen de las muertes en los CIE (Centro de internamiento para Extranjeros), de las pelotas de goma disparadas por los “humanitarios” agentes del orden contra aquel grupo de seres humanos que en febrero perecieron ahogados cuando pretendían alcanzar la orilla. Ni una sola palabra al respecto. Solo la “mala fe” de quienes intentan captar el atropello que a diario se comete en esta España que nuevamente parece haber caído en manos de un enano golpista.

La fe de los enanos golpistas