domingo. 28.04.2024

En España estamos de elecciones pero en Grecia y en Italia han cambiado de gobierno sin pasar por ese trámite. En Atenas ya hay un nuevo primer ministro que gusta a los mercados. En Roma el relevo de Berlusconi se está produciendo con una extraordinaria rapidez gracias a la determinación del anciano Presidente de la República, Giorgio Napolitano, y a las presiones de los socios del euro.

Nada de elecciones, como nos dijo en su lección de apertura del curso en el Instituto de Florencia el Presidente del Consejo Europeo, H. Van Rompuy. No es tiempo de votar, es tiempo de actuar. Y aprisa, porque la prima de riesgo italiana ha alcanzado ya los 500 puntos, es decir, tienen que pagar el 7% para colocar su Deuda. Es tanto como estar al borde de salir del mercado de capitales. E Italia es demasiado grande como para ponerla en respiración financiera asistida como hemos hecho con Grecia, Portugal e Irlanda.

No es solo Italia, es toda Europa la que está amenazada por la desconfianza y la marcha de Berlusconi es sin duda una buena noticia para el euro. Pero cuando se acabó el bunga bunga, es porque manda la prima de riesgo.

Cuando Papandreu anunció su intención de convocar un referéndum para que los griegos se pronunciaran sobre las condiciones que Europa les imponía a cambio de su ayuda, se dijo que era el retorno de la política. Pero no ha sido así. No hay tiempo para referéndums ni para elecciones. En Roma y en Atenas, por razones bien diferentes y substituyendo a personajes tan diferentes como Berlusconi y Papandreu, los técnicos son llamados al poder .

Berlusconi se va después de haber estado por tres veces al frente del gobierno, en total casi 10 años. Más que ningún otro dirigente político desde el fin de la II Guerra. Es, sin duda, el fin de una época. La presión de los mercados ha conseguido lo que la izquierda italiana no fue capaz de obtener. Pero al menos se han guardado las formas democráticas. El gobierno Berlusconi perdió la mayoría parlamentaria el martes 8 de noviembre sobre la aprobación de la ejecución presupuestaria del 2010. Sin mayoría no podía seguir pero aún intentó que su marcha se supeditara a la aprobación por la dos Cámaras de las medidas de austeridad presupuestaria exigidas por Bruselas y el FMI. El proceso hubiera podido durar hasta finales de noviembre y darle tiempo para recuperar posiciones. Pero la acción del Presidente Napolitano no le ha dado respiro y el sábado 12 de noviembre ya estaba propuesto su sucesor.

Veremos si con eso se calman los mercados. No es seguro, porque lo que realmente les importa, más que la reducción del déficit, es el crecimiento económico porque sin él no hay forma de reducir el endeudamiento futuro ni de devolver las Deudas pasadas.

Y por eso países como Italia, con un alto endeudamiento (120% del PIB) pero con un déficit bajo (4%) son tan vulnerables como España, con la mitad de endeudamiento pero con casi el doble de déficit. Y por eso se cuestionan cada vez más las políticas basadas en la austeridad a ultranza que no hace sino matar el crecimiento y agravar los problemas en vez de resolverlos.

Es lo que ha pasado en Grecia. Lo reconoce el nuevo Primer ministro, salido del BCE, cuando dice que la actual política ha empeorado la crisis, agravado el desempleo y no consigue reducir el déficit que acabará el año en el 9% en vez del 7,6 % previsto. Y algo parecido pasa en España donde tampoco conseguiremos ni de lejos cumplir el objetivo de déficit y el desempleo galopa por encima de todas las previsiones. ¿Pero qué esperábamos si entre todos hemos liquidado la demanda efectiva?

Y por eso es tan importante la diferencia que se ha puesto de manifiesto en la campaña electoral entre las posiciones de socialista y populares. Entre Rubalcaba argumentando la necesidad de un ajuste más suave que se tome más tiempo para reducir el déficit alargando 2 años los plazos impuestos por Europa y una política monetaria más propicia al crecimiento bajando los tipos de interés del BCE. Y un Rajoy manteniendo “erre que erre” la imperiosa necesidad de reducir el déficit a toda velocidad sin pararse a pensar las consecuencias sobre la dinámica económica.

Sobre la bajada de los tipos de interés el BCE ya le ha hecho caso a Rubalcaba, corrigiendo el desafortunado aumento que Trichet hizo en julio pasado. Es dudoso en cambio que haga lo que tendría que hacer, que es anunciar la compra de Deuda pública sin límite. Sería la única forma de desarmar la especulación que está llevando la prima de riesgo española por encima de los 430 puntos, a pesar de todas las reformas constitucionales que prometen acabar con el déficit.

Este es el verdadero debate de política económica, y de política a secas, en España y en Europa. Lástima que en el debate entre los candidatos no se dedicara a este trascendental temas el tiempo dedicado a la supresión de las Diputaciones.

Una reducción precipitada e insostenible del déficit no es la mejor forma de tranquilizar a los mercados. Sobre todo cuando esta reducción se hace mediante medidas fiscales de rendimiento inmediato que afectan a las actividades públicas más productivas como las inversiones y la educación. O cuando en vez de ampliar las bases impositivas y luchar contra el fraude, que lleva tiempo, se aumentan los tipos.

Nadie niega que hay que reducir los déficits, que en nuestro caso son más la consecuencia de la crisis que su causa. Pero habría que hacerlo de forma selectiva y dentro de un programa de crecimiento a medio plazo .

En ese debate, que no ha tenido la importancia que merece, tiene toda la razón Rubalcaba. Si seguimos por este camino vamos a hundir a Europa en la recesión. De momento, todos los planes concebidos desde el 10 de mayo de 2010 para hacer frente a la crisis exclusivamente con medidas de austeridad han fracasado. Y me temo que seguir haciéndolo no solo es imposible, sino contraproducente incluso para la supervivencia del euro.

Elecciones y cambios de gobierno