martes. 23.04.2024

Tras 15 meses de gobierno técnico y dos meses de campaña electoral, el 24 y 25 de febrero cerca de 50 millones de personas italianas estuvieron llamadas a las urnas para elegir a 630 representantes de la Cámara de Diputados y a 315 Senadores. 

En esta misma fecha 12.838.939 de electores también fueron convocados para elegir al presidente del Concejo Regional y al gobierno de tres regiones: Lombardía, Lacio y Molise. En la participación se ha registrado una caída de 5,33% puntos porcentuales, con respecto a los comicios de 2008, en la Cámara de Diputados; en el Senado también hubo una caída de 5,27% con respecto a los comicios del 2008 (para elegir a los senadores la ley electoral contempla que solo pueden votar los mayores de 25 años).

Una vez escrutado el cien por cien de los votos para conformar la Cámara Baja, la coalición de centro izquierda (compuesta por: Partido Democrático; Izquierda, Ecología y Libertad; Partido Socialista; Centro Democrático; Partido Popular del Tirol del Sur; Partido Trentino Tirolés; Moderados por el Piamonte; El Megáfono) liderada por Pier Luigi Bersani, del Partido Democrático, ha obtenido el 29,54% de votos y 345 escaños (mayoría absoluta por haber obtenido la concesión del 55% de escaños por ser la primera fuerza). Por su parte, la coalición de centro derecha (compuesta por: El pueblo de la Libertad, Liga Norte, La derecha, Hermanos de Italia, Proyecto Sur, Moderados, Acuerdo Popular, Pensionistas) liderada por Silvio Berlusconi, del movimiento El Pueblo de la Libertad, consiguió el 29,18% de votos y 125 escaños. La coalición del centro (Unión del Centro, Futuro y Libertad, Elección Cívica), encabezada por el Senador Vitalicio Mario Monti, obtuvo el 10,56% y 47 diputados. El Movimiento 5 Estrellas, liderado por el cómico genovés Beppe Grillo, alcanzó el 25,55% de votos y 109 diputados. Los resultados para conformar la Cámara Alta han sido los siguientes: Pier Luigi Bersani también ha conseguido el mayor número de votos 31,63% de votos y 117 Senadores, seguido de Silvio Berlusconi 30,72% de votos y 116 Senadores, Grillo 23,79% de votos y 54 Senadores y Monti 9,13% de sufragios y 19 escaños. 

Pier Luigi Bersani líder (PD) ha ganado las elecciones por los pelos y controlará la Cámara Baja gracias a la peculiar ley electoral apodada la “cerdada” que otorga un premio del 55% de escaños a la fuerza más votada. Las cosas no son tan claras en el Senado donde la cuestión no es tanto conseguir más votos sino vencer en las regiones más importantes, dado que el plus de escaños se hace a nivel regional y el partido que gana en cada región se beneficia del 55% de los escaños. El resultado en la Cámara Alta es clave porque tiene amplios poderes legislativos y los buenos resultados de la derecha en ella pueden bloquear la formación de un nuevo Gobierno progresista, ya que para que el primer ministro sea investido debe recibir la aprobación de la Cámara Alta. Bersani no ha conseguido aquí la mayoría absoluta, establecida en 158 senadores, necesaria para gobernar en solitario y las diferencias ideológicas para lograr aliados conduce a Italia al peor de los escenarios políticos: la ingobernabilidad.

Pier Luigi Bersani, de 61 años, militó en el Partido Comunista de Enrico Berlinguer; en 1996 fue ministro de Industria con Romano Prodi; durante el Gobierno de Massimo D'Alema fue ministro de Transportes y en 2006 volvió a la arena política como ministro de Desarrollo Económico, de nuevo con Prodi; en 2009 fue elegido secretario general del PD, tras el fracaso del candidato Walter Veltroni; en 2010 Bersani elabora un primer documento en el que abogaba por la renovación del partido y un año más tarde funda “Rehacer Italia” (una asociación similar a “responde a la izquierda” que fundó Hollande en Francia en el 2009, en la que elaboró su estrategia para ganar las elecciones francesas).

Bersani salió reforzado (en primera y segunda vuelta) como candidato a primer ministro después de un largo proceso de primarias en el que colaboraron más de 40.000 voluntarios y millones de militantes y simpatizantes de centro-izquierda, donde demostraron que la mejor forma de mantener con vida la democracia es usándola. También en esas primarias eligieron 800 aspirantes a candidatos a diputados y diputadas y los resultados fueron que en las listas aparecieron nuevos rostros, muchos jóvenes de entre 30 y 40 años, personajes de la sociedad civil y de las asociaciones; de los cinco candidatos a primer ministro, en la segunda vuelta, pasaron Pier Luigi Bersani y Matteo Renzi, el secretario general del Partido Democrático (PD), con el 44,9% de los votos, que logró imponerse a Matteo Renzi, de 37 años, alcalde de Florencia, que obtuvo el 35,6% de los votos, a pesar de ser un rival más joven y más telegénico.

El escenario económico de Italia es grave puesto que sostiene una deuda pública de 1,99 billones de euros, equivalente al 12,75% del PIB; la deuda pública italiana, ella sola, representa el 23,4% de la deuda pública de la eurozona. El paro bate records, según el Instituto Nacional de Estadística Italiano (Istat) es del 11,2%, el peor dato de desempleo desde 2004 y el número de desocupados en diciembre de 2012 se situaba en los 2,87 millones de personas con una tasa de desempleo juvenil del 36,6%. Ante esta realidad Bersani elaboró un programa electoral bajo los principios vigentes de la socialdemocracia tales como: la justicia social, la solidaridad, la igualdad, el estado del bienestar, el ecologismo, la participación ciudadana, la garantía de los derechos civiles, políticos y socioeconómicos, así como el humanismo y el progresismo. En el área de la economía se comprometió a conseguir un equilibrio en las cuentas públicas, desarrollar políticas de crecimiento y formación, reducir los impuestos a los trabajadores y empresas e incrementarlos a los grandes capitales financieros e inmobiliarios y combatir el fraude, y dejó bien claro que el crecimiento del empleo será el eje de su política económica. 

Por su parte, Silvio Berlusconi (dueño de un descrédito político y personal, que ocupó el puesto de primer ministro en varios periodos entre 1994 y 2011, que fue expulsado para evitar que el país se despeñase y que sigue acosado por procesos judiciales) elaboró un programa electoral populista: prometió devolver el impuesto de la primera vivienda, que instauró Mario Monti, (admitiendo que su promesa costará al Estado unos 4.000 millones de euros), la disminución del número de crímenes, la creación de un millón de puestos de trabajo, la construcción del puente en el estrecho de Mesina para unir Sicilia con la península (promesa que desde 1994 desempolva en tiempo electoral y que luego vuelve a guardar en los cajones), reducir su salario, votar contra la financiación pública de los partidos, que el Banco Central Europeo se convierta en prestamista de última instancia, que se emitan eurobonos y crear una agencia europea de rating. 

El programa electoral de Mario Monti se ha limito a profundizar las políticas ya conocidas por los italianos: reducción del déficit público (más recortes), privatizaciones, la reforma de las pensiones y del mercado laboral.

Un comentario especial se merece Pebbe Grillo y su partido 5 Estrellas con un discurso de descontento con el sistema y dirigido contra todos aquellos que, a su juicio, ponen contra las cuerdas a los ciudadanos. Con un mensaje de regeneración, transparencia, anticorrupción y honradez, se convierte en el primer partido de Italia y en el mundo que consigue alcanzar la tercera fuerza nacional en el primer intento. En Italia también hay millones de indignados y desencantados, principalmente jóvenes condenados a un futuro incierto. Según Roberto D’Alimonti, catedrático de ciencias políticas en la Universidad Luiss de Roma, “El movimiento 5 estrellas supo interpretar las enormes ganas de cambio que recorren el país. Grillo contestó a esa urgencia insistiendo en temas muy sentidos: corrupción, honestidad, transparencia, legalidad, medioambiente. Mezcla temas de derechas y de izquierdas: habla de renta básica pero dispara contra los sindicatos”. La propuesta electoral de Grillo comprendia limitar el sueldo de los cargos electos (a los que lo eligieron mediante vídeos de You Tube) a un sueldo de 2.500 euros mensuales y dejar la política tras dos legislaturas. El movimiento 5 Estrellas no tiene estructura organizativa, por lo tanto no tiene ejecutiva, y a su líder le llaman populista y demagogo, pero su discurso ha calado entre sectores transversales de la sociedad y ha cosechado votantes desencantados de derechas y izquierdas.

Durante toda la campaña las encuestas daban como ganador al candidato de la coalición de centroizquierda. La pregunta es ¿por qué Pier Luigi Bersani no ganó las elecciones de forma holgada para formar un Gobierno estable? Porque Bersani no había previsto cuatro obstáculos en su carreara hacia el poder: su falta de carisma, no contar con el apoyo de los jóvenes, el regreso de Silvio Berlusconi a la escena política y el escándalo del Banco Monte dei Pashi de Siena. Bersani es serio, responsable, buen negociador y organizado, pero en la campaña electoral ha sido un candidato sin nervio, sin carisma, retraído, poco inclinado a responder con granadas verbales a sus contrincantes, mostrando un lenguaje corporal incomodo ante la atención mediática, por ello sus intentos de contactar directamente con los electores y los mítines en las calles no dieron sus frutos. Gran porcentaje de los 4 millones de jóvenes (entre 18 y 23 años) que votaron por primera vez dieron su voto al partido 5 Estrellas; Beppe Grillo ha triunfado entre los jóvenes gracias, en parte, a las redes sociales, a que mantiene el blog más leído en lengua italiana y cuenta con más de 920.000 seguidores en Twitter. El Sociólogo Renato Mannheimer columnista del diario “Corriere della Sera” explicó que “los jóvenes entre 23 y 34 años prefieren a candidatos como Grillo”. En cambio, el centroizquierda no supo involucrar a los jóvenes. Berlusconi, un cadáver político, se convirtió en el verdadero protagonista de la campaña electoral, él no se presentaba como candidato a primer ministro sino a ministro de economía, pero su presencia mediática dominó toda la campaña y el aspirante a primer ministro, Angelino Alfano, quedó eclipsado. Berlusconi exhibió una extraordinaria habilidad para comunicar, convenció a sus votantes para que perdonasen sus escándalos, frivolidades, procesos judiciales por prostitución de menores (caso Ruby) y abuso de poder. Su mensaje fue simple: “mejor nosotros que la izquierda". 

En plena campaña se desato el escándalo del Banco Monte dei Paschi di Siena, el más antiguo del mundo, que reconoció pérdidas de 730 millones de euros en operaciones con tres productos de derivados. Monte dei Paschi di Siena está dirigido por una de las fundaciones controlada por el Partido Democrático de Bersani. A mi entender el líder de la coalición de centro izquierda no ha sido capaz de elaborar una estrategia electoral para superar los cuatro problemas que he descrito, esa es la razón de un triunfo con sabor amargo. El último error de Bersani ha sido no comparecer públicamente el día de las elecciones para declararse vencedor, solo lo hizo a través de Twiter y en la web del partido. La otra pregunta es ¿Cuál es el futuro escenario político de Italia? Pese a la victoria de la coalición de centroizquierda en la Cámara Baja y una victoria sin mayoría absoluta en el Senado, capaz de bloquear cualquier iniciativa de la Cámara Baja, puede pasar de todo menos estabilidad y gobernabilidad. Italia en el 2006 ya vivió un escenario político de estas características, el Gobierno de centroizquierda de Romano Prodi duró solo cerca dos años y gracias al Senado en el que tenía mayoría por el apoyo de los senadores vitalicios. ¿Qué salidas puede haber para esta encrucijada? La primera, que Bersani podría llegar a un acuerdo con Beppe Grillo para reformar la ley electoral y volver a convocar elecciones generales y, la segunda, convocar elecciones sólo para el Senado, ya que la actual ley electoral lo permite. Los griegos pasaron dos veces el año pasado por las urnas, porque nadie logró formar un gobierno estable.

Las elecciones italianas han creado un escenario muy difícil de gobernar. Italia tiene que tener un gobierno estable para proseguir con las reformas económicas y mantener la disciplina presupuestaria ordenada por la Comisión Europea. En el mejor de los escenarios políticos, si la coalición de centroizquierda gobernase deberá resistir tanto a sus movimientos internos como a las exigencias de Bruselas y dar a la ciudadanía solidez y confianza democrática.

Publicado en Fundación Ideas

El triunfo de la coalición de centroizquierda y la ingobernabilidad en Italia:...