viernes. 29.03.2024

Antonio Moreno, jefe superior de la policía del País Valencià, ha declarado que los estudiantes que se manifestaban son “el enemigo”. Por eso, en esa lógica, las fuerzas del orden público actuaron de una manera tan salvaje. Es de suponer que ese Moreno conoce el valor de las palabras y los conceptos que designan: no se pone en manos de un indocumentado una responsabilidad de ese calibre. Digamos, pues, que no se trata de un desliz, ni de un calentón. De manera que vale la pena hacer una reflexión en torno al tal Moreno y algunas cosas más.

Me pregunto: ¿qué formación constitucional se da en las escuelas de la policía? Porque salta a la vista que quienes ejercen el derecho democrático de manifestarse no son “el enemigo”. Lo digo porque el tal Moreno no parece que, por su edad, se haya formado en las escuelas de la policía en tiempos de la dictadura. Así pues, es elemental que las fuerzas políticas –y la sociedad civil organizada-- reclamen una investigación a fondo sobre los planes y los contenidos de estudio que se imparten en tales escuelas y centros de formación. Por supuesto, reclamar el cese inmediato de dicho personaje es un imperativo democrático: un deber ser democrático. Esa declaración de guerra es la expresión –digámoslo sin tapujos— fascismo aflorado. Hasta donde sabemos, expresiones como las de ese Moreno, sólo se han jaleado en Italia cuando era gobernada por Berlusconi, “el demagogo oligárquico” (1).

La pregunta de dónde ha salido ese Moreno es, pues, pertinente. Y, tres cuartos de lo mismo, vale inquirir si está sólo en esa concepción, si forma parte de algún sustrato policial insconstitucional (o contraconstitucional) submergido o parcialmente aflorado. La cosa no es baladí porque hasta ahora no se ha sido lo suficientemente contundente con que en los alrededores de la corrupción, lo peor es la arbitrariedad de aquellos altos funcionarios que toman decisiones arbitrarias.

Digamos, por lo tanto, que las palabras de ese Moreno atentan –no ya a la calidad de la democracia, que también-- sino al carácter mismo, fundante, de la democracia. Y por ahí no debe darse ningún cuartelillo.

El gobierno de los peores y "enemigo"