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NUEVATRIBUNA.ES / I.G.C. 04.06.2009

El PP no sólo ha planteado las elecciones al Parlamento Europeo como una ‘moción de censura’ a José Luis Rodríguez Zapatero sino también como un termómetro de su situación interna. Asediado por el caso Gürtel, el partido de Mariano Rajoy mantiene una guerra soterrada por el poder que volverá a escena pierda o gane los comicios del 7 de junio. Dirigentes como Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz-Gallardón harán su propia lectura de los resultados que arrojen las urnas y que determinarán en buena parte su futuro político, ya que ninguno ha renunciado por el momento a dar la batalla por el liderazgo.

Pero Rajoy también ha jugado sus cartas. Durante la campaña electoral, el presidente del PP ha hecho piña con uno de sus más fieles ‘barones, Francisco Camps, imputado en la trama de corrupción. Los dos han protagonizado juntos varios mítines y no han perdido ocasión para profesarse mutuo apoyo. La victoria supondrá un salvoconducto para ambos y en especial para Rajoy que busca afianzar su poder en el PP como paso previo para cruzar el umbral de La Moncloa, de ahí que, a diferencia de lo hecho con Camps, el presidente se haya desmarcado de Aguirre con la que no ha compartido prácticamente ningún acto electoral relevante.

EL PP DE MADRID ES UN POLVORÍN

“Tocada y marginada”. Así es como definen la situación política por la que pasa la presidenta de la Comunidad de Madrid con las tramas de espionaje y corrupción coleando y con la amenaza de que los tribunales terminen por sacar a la luz las corruptelas. Algunas fuentes consultadas no descartan en modo alguno que la lideresa vuelva a echar un pulso a Rajoy si éste pierde las elecciones del domingo, si bien precisan que la posición de Aguirre en estos momentos es más que delicada, sin apoyos fuera de su feudo y con disensiones internas en el PP de Madrid que ella misma preside.

Hay en el PP quienes siguen manteniendo que las informaciones sobre la trama Gürtel ha salido de sus propias filas. Estas mismas fuentes sostienen la misma teoría respecto a la supuesta financiación ilegal del PP de Madrid a través de Fundescam que saltó a la luz hace unos días.

Pero Aguirre no tomará una decisión hasta que pasen las elecciones. A partir de de ahí, las especulaciones se dispararán. Los rumores de una nueva crisis de gobierno en la Comunidad no parecen a día de hoy tan descabellados. La presidenta esperará a que se levante el secreto del sumario Gürtel antes de mover ficha. Tres diputados imputados mantienen su escaño en la Asamblea madrileña y el consejero de Justicia e Interior, Francisco Granados (presunto cerebro de la trama de espionaje a políticos de su partido), parece haber perdido el favor de la presidenta que ya sólo se fía de su fiel número dos’, Ignacio González, sobre el que también pesa la amenaza de que salgan a la luz los contratos, adjudicaciones y favores varios hechos durante estos últimos cinco años.

GALLARDÓN, EN LA RETAGUARDIA

A todo esto, el alcalde de Madrid sigue estando en un discreto segundo plano mientras mantiene un encarnizado pulso a Aguirre en el control por Caja Madrid. Las aspiraciones políticas de Gallardón tienen fecha en 2012. El paso previo a suceder a Rajoy sería asumir antes de las próximas Generales la secretaría general del partido que ahora dirige María Dolores de Cospedal. Para buena parte del PP, el discurso centrista y moderado del alcalde puede abrirle muchas puertas fuera de Madrid convirtiéndose en la principal baza de la derecha para derrotar al PSOE en las urnas, cosa que tampoco ignoran los socialistas.

Algunas fuentes cercanas al alcalde señalan que no tiene intención de volver a presentarse para la alcaldía de la capital. No obstante, Gallardón no se pronunciará sobre este extremo hasta que se decida, en el próximo mes de octubre, si Madrid será o no sede olímpica en 2016.

El futuro político de Gallardón y Aguirre se decide tras el 7-J