sábado. 20.04.2024
PILAR GASSENT / NUEVATRIBUNA.ES - 22.07.2008


Nueva Tribuna: Hace casi un mes que usted, el secretario general de CCOO y los demás agentes sociales se reunieron con el presidente del Gobierno. Pero no será hasta esta semana cuando arranque realmente la negociación para la concertación social. ¿Cuando estarán listos los objetivos y la hoja de ruta del nuevo acuerdo?

Cándido Méndez: De hecho, ya hemos tenido una reunión el miércoles 9 y van a continuar las reuniones con el objetivo de cumplir con el compromiso que todos aceptamos y que es que antes del 31 de julio tuviéramos un documento que nos permitiera continuar con el diálogo social de la legislatura anterior pero, lógicamente, con la reorientación indispensable que supone tener una situación radicalmente distinta a la de 2004, cuando arrancó realmente el diálogo social, y por lo tanto, incorporando los contenidos y las mesas de diálogo que la optimicen.

En el corto plazo, se trata de contribuir a contrarrestar esta situación, aunque tan importante o más es que en el medio y largo plazo incorporemos a la negociación los elementos para cambiar el carril del patrón de crecimiento, que se ha basado excesivamente en la construcción, y dotarle de un mayor equilibrio y una mayor diversidad. Eso significa mejorar nuestra aportación tecnológica, mejorar la formación, apostar por la calidad en el empleo�¿�..

NT: El caso es que vamos con un poquito de retraso. Hace un mes de esa primera cita en Moncloa y, por lo que ha trascendido de la reunión del miércoles, parece que esta vez se presentan más dificultades que en la anterior legislatura para dialogar. ¿Cuales son los principales escollos?

CM: Es que hay que tener en cuenta que el problema no estriba en la voluntad, que es toda, de tener confeccionado cuanto antes el papel, sino que objetivamente este documento tiene bastante dificultad. No es sencillo en absoluto, es muy complicado por la situación de presente, pero también por las intenciones que tenemos de cara al futuro.

Tenemos una economía que se aprovecha bien, muy bien, de los ciclos económicos altos, pero que al mismo tiempo es muy vulnerable a los ciclos internacionales adversos. Y hay que reconocer que la representación empresarial tiene reservas porque no sabe lo que puede ocurrir en los próximos meses.

Yo creo que tenemos que firmar el compromiso, pero evidentemente este papel va a exigir negociaciones, intercambio de opiniones muy complejas. Y vamos a tener que aunar no tanto puntos de vista, que pueden ser coincidentes, sino aunar visiones que no coinciden sobre cómo tratar esta crisis, cómo salir de ella y cómo encarrilar el modelo de crecimiento.

Es muy difícil y por eso es por lo que en estos momentos podemos aportar pocos datos concretos, porque las visiones globales tienen unas diferencias entre la patronal y los sindicatos, y también entre los sindicatos y el Gobierno.

NT: ¿Cual es el margen de maniobra para relanzar el diálogo social?

CM: 31 de julio, al menos en la definición de contenidos. Y luego tenemos que empezar a discutir sobre estos temas.

Lo que yo espero es que los contenidos sean sobre todo de carácter tecnológico, formativo y de carácter industrial. Creo que esos son los elementos fundamentales.

Y junto a ellos, nosotros tenemos mucho interés en abrir un debate, que ya se planteó en la legislatura anterior, sobre la Sanidad, la cohesión sanitaria. Desde la Administración central se debe impulsar ya el desarrollo de la Ley de Cohesión Sanitaria en el marco del diálogo social.

NT: ¿Y si el 31 de julio no hay un temario y una hoja de ruta?

CM: Pues entonces tendremos que empezar a preocuparnos, pero también he de reconocer que eso al final va a depender de todos. Yo confío en que antes de esa fecha podamos transmitir a la opinión pública española sobre qué queremos hablar y con qué calendario.

NT: Zapatero dijo tras el 37 congreso del PSOE que "la paz social está garantizada durante toda la legislatura". Parece un poco aventurado cuando aún está todo por concretar.

CM: Yo creo que eso lo que significa es que él no va a arrostrar ninguna política de recorte social. Si nos atenemos a lo que ha ocurrido en épocas pasadas, las grandes movilizaciones siempre han venido cuando se han producido recortes sociales impuestos. Todas sin excepción.

Si no se plantea ninguna imposición de recorte social, indudablemente podremos avanzar con el diálogo sin necesidad de recurrir a la movilización.

NT: Es decir, que la crisis no va a dar al traste con el diálogo social.

CM: No, no. Todo lo contrario. En la crisis es cuando más se refuerza la importancia del diálogo social. El diálogo social es un valor estratégico en cualquier coyuntura. Pero es un valor estratégico de primera necesidad en situaciones como ésta.

NT: Una situación francamente mala si nos atenemos al último IPC, que sitúa la inflación anual en un 5%...

CM: El dato era previsible, pero eso no le quita el carácter negativo. Lo que pone de manifiesto es que somos una economía muy vulnerable al precio del petróleo, que es lo que está determinando esta línea tan mala de IPC.

Claro, nosotros inmediatamente tenemos que seguir insistiendo en la necesidad de seguir incorporando cláusulas de revisión salarial en los convenios colectivos para que los trabajadores no paguen el pato de una situación económica, cuando no somos los trabajadores quienes la hemos generado, en absoluto.

Luego, en el medio plazo, pone claramente de manifiesto el problema de que en España somos excesivamente dependientes del petróleo y pone de manifiesto la necesidad de ahorrar. Somos un país que tiene una factura de petróleo abultadísima. Nuestros hábitos de consumo, tanto privados como institucionales y empresariales, son hábitos de despilfarro en tanto que España tiene un consumo por persona y año de un 18 % superior a la media de la UE, superior a Alemania, Italia, Francia, Suecia...y esto no tiene ningún sentido.

NT: Pues el gobernador del Banco de España ha recomendado que en la negociación colectiva no se plantee la subida automática de los sueldos en relación con la inflación sino en función de la coyuntura y los resultados empresariales.

CM: El Banco de España ha dicho varias cosas. Ha dicho eso y también ha reconocido que los problemas de la inflación tienen más que ver con los beneficios empresariales que con los salarios, que no está mal que lo reconozca. Yo no se si es la primera vez que hace un reconocimiento de esta naturaleza. Nosotros estamos radicalmente en contra de plantear, y no lo aceptaremos en ningún caso, que el problema lo paguen los trabajadores por partida doble: por el empleo y por los salarios.

Lo digo con sinceridad: creo que no es un análisis correcto plantear la disyuntiva de renunciar a salarios por el mantenimiento del empleo. Esa no es una disyuntiva correcta porque, en la práctica, en aquellos sectores donde se está destruyendo empleo, como por ejemplo la construcción, las empresas que están despidiendo a trabajadores no iban a dejar de despedir aunque se redujeran los salarios.

Lo que haríamos sería agravar el problema por partida doble. El problema que tienen las empresas, y así lo reconocen los empresarios, es de financiación. Las empresas ponen el acento en que tienen problemas para acceder a créditos y que les está afectando el encarecimiento de la energía y los tipos de interés.

Los empresarios reconocen que los problemas no están en la dirección de los salarios. Es más, si se rebajaran los salarios, estoy convencido de que el crecimiento económico se debilitaría aún más. ¿Por qué? Porque, entre otras razones, la capacidad de consumo de los hogares familiares está bajo mínimos. Y, por lo tanto, si a los problemas de paro añadiéramos los recortes salariales, estaríamos agravando la situación. En esos planteamientos no vamos a entrar.

Yo creo que esta es una crisis global. Hay algunos que dicen que esta es la primera crisis de la globalización, es una crisis que tiene unas raíces en España y en el mundo directamente vinculadas a la globalización, es una crisis financiera, una crisis energética y una crisis alimentaria que tiene origen en Estados Unidos y se ha expandido como la pólvora a nivel mundial.

Hay que cambiar la lente de análisis puesto que estamos en una crisis distinta y también nuestro país es muy distinto al que era hace quince años, cuando se produjo la crisis del 93. He leído que alguien ha hecho equiparaciones con la crisis de los 70 y de los 80, cuando entonces lo que teníamos era una economía heredada de la autarquía franquista, obsoleta, que no estaba preparada en ningún caso para afrontar la iniciación de la apertura económica que trajo la democracia y la crisis que entonces se vivió.

Esta es una situación radicalmente distinta que hay que afrontar con medidas tecnológicas, industriales. Intentar frenarla con reformas laborales no sería la solución para nada.

NT: ¿Por qué si los sindicatos vienen insistiendo hace tanto tiempo en la necesidad de cambiar el modelo productivo no se ha abordado la reforma? ¿Es tarde para impulsar el cambio del modelo?

CM: Nostros llevamos entre ocho y diez años insistiendo en que nuestro país no podía depender en un 80 por ciento de su capacidad productiva y de desarrollo del consumo de las familias y de la vivienda, del ladrillo, como se dice vulgarmente. Y la verdad es que en este momento si que hay que constatar un hecho: la batalla dialéctica la hemos ganado en tanto en cuanto ya nadie niega la necesidad, y el Gobierno lo dice un día si y otro también, de cambiar el patrón de crecimiento.

Lo que ha ocurrido hasta la fecha es que no había un gran convencimiento del Gobierno porque todo iba viento en popa. Los empresarios, en un escenario de dinero barato y con una rentabilidad a corto plazo muy alta, tampoco se han planteado la necesidad. Ahora, sin embargo, como dice el refrán, “a la fuerza ahorcan”.

En esta situación, tiene que haber necesariamente una receptividad a lo que nosotros venimos planteando y desde luego nosotros consideramos que el eje del diálogo social debe de ser ese. Ojo que ya lo planteamos en la anterior legislatura y también he de reconocer que algunas cosas se han hecho.

El Gobierno dio un salto en inversión tecnológica e investigación. Lo que ocurre es que no ha habido una conexión entre el comportamiento empresarial en inversiones en I+D y la línea que marcaba el Gobierno. En la etapa actual, esa pauta de comportamiento empresarial si que habría que replantearla. Las empresas españolas que están fuertemente capitalizadas, no las pequeñas empresas que tienen problemas de crédito, pero si las grandes que están capitalizadas y más diversificadas deberían tirar del carro tecnológico en estos momentos y no depender tanto del ladrillo

NT: La cabezonería del Gobierno al no querer reconocer lo que muchos estaban avisando hace tiempo, ¿puede haber retrasado y quizá impedido que se adoptaran medidas eficaces para frenar la crisis?

CM: Yo soy de los que pienso que el que el presidente del Gobierno, después de ímprobos esfuerzos mediáticos, haya pronunciado la palabra “crisis” hace algunos días no altera la situación.

Hay otra cuestión que hay que reconocer para ser justos: uno de los pocos gobiernos de Europa que ha tomado medidas que a nuestro juicio van en la dirección correcta (aunque puedan ser insuficientes porque la magnitud de la crisis es mayor cada día que pasa) es el español. Hay otros que no han tomado ninguna. Y hay países que se suponía que estaban en mejor situación que la nuestra, como Irlanda y Dinamarca, que han entrado ya en recesión. Y nosotros todavía, todavía, no hemos alcanzado ese punto.

Lo que si creo es que el Gobierno va a tomar más medidas. Pero también debemos ser conscientes de que el gran problema que plantea la patronal, las restricciones de crédito, no se resuelve con una intervención del Gobierno y nosotros además estaríamos en contra. Las empresas necesitan capitales y los tienen que obtener de las entidades financieras. Una cosa distinta es que haya medidas de atención a las personas o de atención a las pequeñas empresas. Pero una irrupción masiva y contante del Gobierno para resolver los problemas de financiación de las empresas tendría que ser de una magnitud tal que creo que es imposible. Distintas son las inversiones tecnológicas o en infraestructuras que también benefician a las empresas.

En esta situación, tenemos que conjugar el corto y el largo plazo. En el corto habrá que ir modulando las dificultades, aumentando las líneas de gasto del Gobierno y luego, en el medio y el largo, habrá que abordar el cambio de patrón de crecimiento. Si esto lo hubiéramos hecho hace ocho años, estaríamos en una situación muy distinta, y si hubiéramos avanzado más de lo que se ha profundizado en la anterior legislatura en esta materia, habríamos ganado tiempo.

NT: Volviendo al empleo, nos están bombardeando con mensajes que son, por lo menos, preocupantes. Dice Solbes que el modelo de crecimiento de la población activa no tendrá continuidad en el futuro y que hay que apostar por incrementar la productividad del trabajo para seguir creciendo. Y se habla mucho de "flexiguridad", el modelo danés que consiste en flexibilizar el mercado laboral y proteger al trabajador desempleado en lugar de proteger el empleo como se hace en España. ¿Hay motivos para la alarma?

CM: En Europa hay cinco modelos de empleo y uno de ellos es el español. Lo que no entiendo es a cuento de qué viene que se hable de un modelo como el danés que es inaplicable en España. Para eso, el volumen de recursos públicos destinados al desempleo y a las políticas activas de empleo tendría que ser muy superior, así como el nivel de los impuestos. Muy superior.

Lo que pasa es que hay algunos que hablan del modelo danés y lo que pretenden es aplicar la flexibilidad, la desregulación. Y eso es inaceptable. España no está preparada para cambiar de modelo, un modelo español que la propia Comisión pone de ejemplo y que se basa en mantener los derechos de los trabajadores. Por lo tanto, modelo, el nuestro. Y encima Dinamarca está en recesión�¿�
Lo que yo si creo es que el objetivo de pleno empleo se aleja. Yo soy de los que pienso que esta situación tiene enmienda, se va a corregir, tardaremos lo que tardemos, pero se va a corregir. Esperemos que sea lo menos posible...Pero debemos apostar por otros factores.

Estoy convencido de que hay que apostar por el empleo de calidad y la productividad aunque eso signifique que tengamos que aguantar una tasa de paro algo superior. Y en este aspecto parto de la realidad, presente y futura.

Esa contratación masiva para mantener unos niveles de construcción de vivienda que están un 50% por encima de lo que demanda el mercado español no se va a poder retomar una vez que ha entrado en quiebra. Podemos aspirar a retomar la construcción de vivienda social, de alquiler, entre 400 y 450.000 viviendas, que es lo que demanda la población española. Pero lo que nadie puede pensar es que podemos volver, en un momento hipotético del futuro, a los niveles que había antes de la crisis. Esa parte de la actividad económica hay que trasladarla a otros sectores pero sabiendo que nunca se van a recuperar los niveles que había, nunca. En términos de empleo nunca.

Por lo tanto, mi visión, para simplificar, está más cerca de la de Solbes, en cuanto a productividad y calidad de empleo, que de la de otros sectores. Y creo, desde luego, que el objetivo de pleno empleo en esta legislatura no se va a poder recuperar con solvencia.

NT: La previsión de tasa de paro para 2009 ronda ya el 11%...

CM: Lo que yo digo es que cuando salgamos de esta crisis, (y si me equivoco, mejor para este país) con más calidad y más productividad, no vamos a llegar fácilmente a un desempleo del 8% que es el que teníamos antes de entrar en la crisis. Bajará del 10, pero tendremos un desempleo que estará más cerca del 9, por poner una cifra.

Lo que quiero decir es que saldremos de la crisis con más productividad y más calidad de empleo, aunque eso suponga que tengamos que aguantar un poquito más de paro en relación con la situación de inicio. Nosotros hemos abordado esta etapa de crisis con el 8% y no vamos a salir con la misma tasa.

Aceptar una tasa un poco superior de paro, si eso supone mejor empleo, mejor retribuido y con mayor productividad...creo que esa es una ecuación que me vale. Y sobre todo porque esa capacidad de crear empleo que hemos tenido en los últimos tiempos, empleo con un bajo valor añadido, pertenece a una etapa que no va a volver, no va a volver con esa intensidad que hemos tenido en los últimos años.

NT: ¿Va a ser la crisis más larga de lo que se preveía en un principio?

CM: Eso es lo que no sabe nadie. Hace poco se decía: “la crisis financiera internacional ya ha acabado”. Ahora los expertos dicen que eso no es así.

Yo recuerdo que hace unos meses se decía: “el barril de petróleo estará en 130 y ahí se estabilizará. Pues ha llegado a los 140 y hay algunos que hablan de que puede seguir subiendo.

Teniendo en cuenta estos dos factores, nadie, nadie es capaz de aventurar cuanto va a durar la crisis. Ahora, yo si creo que hay un factor que depende de nosotros, aunque parezca un intangible porque no son dineros ni es energía, que es la confianza.

A mi me ha parecido un poquito descabellado ese debate mediático sobre si hay crisis o no. Y yo he entendido al Gobierno. Si por una parte necesitamos crédito y el Gobierno es el primero que dice que estamos en crisis, las entidades financieras se lo darían a otro país y no a éste, ¿no?
Creo que si nosotros inyectamos confianza, estaremos en mejores condiciones para afrontar los problemas. Ahora, si nos dejamos abatir por la resignación, si no trabajamos en el diálogo social, eso va a perjudicar la dirección de las políticas para hacer frente a la crisis.

Yo me considero corresponsable a la hora de transmitir confianza a la opinión pública. Y digo confianza ¿eh?, no digo ocurrencias ni expectativas que no se atengan a la realidad. La situación es grave y nadie sabe lo que va a durar, pero creo que si conseguimos que se reconozca la capacidad que tenemos, las cosas nos irán razonablemente menos mal.

NT: ¿Hay una política de izquierdas y una política de derechas para hacer frente a la crisis o no hay diferencia como dicen algunos?

CM: Hay una diferencia muy notable entre las políticas que plantea el principal partido de la oposición y las que plantea el partido socialista, el partido en el Gobierno. Sí hay una diferencia notable entre políticas de derechas y políticas de izquierdas.

El Partido Popular plantea recetas clásicas de corte liberal para salir de la crisis: recorte de gasto, recorte de gasto social, recorte de derechos�Por eso, de una manera muy inteligente, el sr. Rajoy no exhibe sus propuestas. Ejerce la labor de oposición a las medidas del Gobierno con mucha contundencia pero, de manera inteligente, no presenta sus propuestas.

Las propuestas del Gobierno, ojo, incluyen un compromiso solemne que hay que valorar. Yo ya he leído algún editorial que dice: “y el presidente del Gobierno se ha comprometido a mantener el gasto social. ¡Faltaría más!” Oiga, nosotros ese compromiso si lo valoramos porque en todas las crisis anteriores y en una que no fue una crisis, que fue una pausa en el crecimiento en 2002, lo que se han planteado han sido recortes en cuanto a la protección del desempleo. En el 2002, con Aznar, en 1992, con Felipe González....Con todos los gobiernos anteriores.

Este gobierno ya ha dicho: “mantenemos el gasto social y la protección por desempleo” y eso es muy importante si lo comparamos con gobiernos anteriores y con lo que defiende el primer partido de la oposición. Y, está todo relacionado con las medidas de reactivación económica, que son correctas aunque puedan ser algo insuficientes. Claro que nuestra valoración es distinta que la de la patronal.

NT: Algunas de esas medidas a usted no le han gustado. Me refiero a la reestructuración de AENA y a la segregación de la división de mercancías de RENFE.

CM: Son medidas que deben debatirse en la mesa de diálogo social. La segregación de mercancías de RENFE y la privatización no resuelven los problemas que tenemos.

El problema no es que la operadora de mercancías sea pública o privada. Si los empresarios que pueden ya operar en el transporte de mercancías no operan con mayor frecuencia es porque en la línea convencional y en el AVE se sigue produciendo el transporte de viajeros. Aquí, hasta que no se produzca el desplazamiento de viajeros, en su totalidad, a alta velocidad, no se mejorará la fiabilidad en la utilización de las líneas convencionales.

Por lo tanto, el problema no es que sea privada o pública. No tiene nada que ver. Tiene que ver con la estructura del sector ferroviario que se tiene que cambiar y que se está cambiando. De hecho la apuesta por el AVE va a traer que aumente el tráfico de mercancías, seguro. Por eso no estamos de acuerdo, por los argumentos, porque no se trata de la discusión público-privado.

En cuanto a lo de AENA, se plantea un cambio en la titularidad jurídica, en la participación de agentes privados, y hay que recordar que la gestión de AENA tiene una dimensión estratégica. Yo espero que lo podamos discutir en la mesa de diálogo social.

NT: En las etapas de crisis siempre sale a relucir el tema de las pensiones. ¿Están garantizadas?

CM: A corto y a medio plazo uno de los sistemas de pensiones más solventes es el español. Cierto que tiene algunos problemas�Pero al final el problema que tenemos es que las pensiones son bajas. La renta de sustitución que significa la pensión respecto a los salarios sigue siendo baja.

Dicho esto, las pensiones están sobre todo vinculadas al empleo y a las cotizaciones. En la época en la que ha crecido el empleo, hemos creado un colchón muy importante que va a permitir que las pensiones se puedan pagar sin problemas. Pero no hablamos sólo del fondo de reserva. Hay que tener en cuenta que en estos momentos tenemos casi 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, veinte millones de cotizantes, la cifra más alta que se ha alcanzado en la historia de la Seguridad Social.

Yo no veo ningún problema fundamental. El sistema de pensiones está perfectamente pertrechado. Quizá necesite algunos ajustes. Hombre, habrá que ver lo que dura la crisis. Si al final se prolonga hasta los tres años, plantearía un contexto distinto. Pero una situación económica de dificultades de un par de años no creo que pueda impactar de manera negativa en el sistema de pensiones. Porque si no, además, ¿qué hubiéramos estado haciendo durante tantos años?

NT: Las reacciones ante la directiva de la UE que abre la posibilidad de ampliar la jornada laboral hasta las 65 horas semanales han sido, en general, de indignación. ¿Cómo se explica que España se abstuviera y no votara en contra?

CM: Yo puedo dar una explicación que es la que me dieron a mi: el Gobierno español lo que pretendía era buscar aliados para combatir la directiva. Fue una táctica comunitaria, digamos. En la búsqueda de aliados, lo que planteaba con esa medida, con esa posición, era acumular más países en contra de la directiva. Nosotros lo que vamos a hacer es combatirla con todas nuestras fuerzas, a nivel español y a nivel europeo. Con todas nuestras fuerzas.

Hay personas que dicen: “Bueno, ¿qué hacen los sindicatos?” Hay que tener en cuenta los calendarios. El bombazo de la noticia ha sido tremendo pero el correlato, que es el desarrollo, ese debate se va a producir en Europa a partir de octubre y como mínimo hasta finales de diciembre. Luego, toda la carne en el asador hay que ponerla en el último trimestre del año.

Nosotros, de hecho, el 7 de octubre vamos a tener una movilización contra la directiva. Es una movilización mundial en defensa del trabajo decente, pero nosotros aquí, en Europa, le vamos a incorporar la defensa del horario decente.

NT: ¿Le gusta la directiva de retorno de los inmigrantes?

CM: No. Es una directiva injusta y no se puede presentar con el marchamo de que este es el precio que hay que pagar para definir una política común europea. Así no se consiguen las cosas. En el caso de España es particularmente negativa por el impacto en América Latina. Yo creo que el Gobierno español no ha valorado en toda su magnitud las repercusiones en América Latina.

Ha habido una fijación, que yo puedo entender, de buscar para un país donde la inmigración tiene tanta importancia una fórmula europea común. Y sólo se ha analizado esa dimensión, pero no se ha analizado, sin embargo, el impacto tan negativo que podía provocar en el prestigio tan trabajosamente conseguido a base de aportar recursos para cooperación internacional por nuestro país. Ha sido un impacto muy negativo. Ha provocado una verdadera conmoción, en todos los gobiernos. Y nosotros somos un país muy volcado hacia América Latina, cultural y económicamente. Para mi, particularmente, ha sido incomprensible.

NT: Lo que es evidente es que se está endureciendo la política en Inmigración�.

CM: Eso es indudable.

NT: Estos días se celebra el 120 aniversario de UGT, justo cuando este sindicato, como los demás, se enfrenta a retos que las circunstancias no dejan de complicar...

CM: Nosotros somos la organización sindical más antigua de España, una de las más antiguas de Europa. Hemos querido hacer una conmemoración muy sencilla, donde lo que haremos será reafirmarnos como trabajadores en nuestros valores: la justicia social, la dignidad en el empleo, los salarios, los derechos sociales y yo creo que el acto tiene sentido y oportunidad porque precisamente en circunstancias difíciles es cuando más importantes son estos valores.

Es cuando una herramienta de seguridad y de progreso como es una organización sindical refuerza estos valores.

Cándido Méndez: "Rajoy, de forma inteligente, no exhibe sus propuestas porque...