viernes. 26.04.2024
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Nuevatribuna entrevista a Andreu Climent, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) e impulsor, junto a otros científicos, del proyecto conocido como #CienciaenelParlamento’.

 

Nuevatribuna | ¿Cómo surge el proyecto #CienciaenelParlamento?

Andreu Climent | #CienciaenelParlamento surge, como muchas cosas en esta vida, con un conjunto de eventos afortunados. Eran los últimos días de 2017 cuando, a través de una conversación en Twitter, varias personas relacionadas con el mundo de la ciencia nos preguntábamos por qué en España la ciencia parece estar tan alejada de la sociedad, y en concreto sus dirigentes. Nos preguntamos qué diferencia a nuestro país de aquellos países a los que nos gustaría parecernos y donde la apuesta social por el conocimiento les ha permitido ofrecer mayores oportunidades a sus ciudadanos. Entre las muchas diferencias, se identificó una que nos pareció fundamental, la aparente poca relación entre la gestión pública y la generación del conocimiento. En la mayoría de los países, existen reuniones periódicas entre ciencia y política, e incluso oficinas de asesoramiento científico a los parlamentos que ponen a disposición de los políticos las evidencias científicas.

Pues bien, con esto en mente, el 1 de enero pusimos en marcha una pequeña web pidiendo hacer ese tipo de reuniones en nuestro parlamento. En pocos días, miles de personas se habían unido a la iniciativa, decenas de instituciones nos apoyaron y para principios de febrero ya habíamos tenido la oportunidad de presentarle la idea a la Presidenta del Congreso, Ana Pastor, y a toda la mesa de congreso con los representantes de los principales grupos políticos.

La acogida fue fantástica y desde febrero llevamos trabajando juntos para preparar el evento de #CienciaenelParlamento que tendrá lugar los días 6 y 7 de noviembre en el Congreso de los Diputados y donde más de 100 científicos y 100 políticos podrán conocerse e intercambiar evidencias, puntos de vista y opiniones sobre 12 temas de relevancia para la sociedad.

¿Por qué debe haber asesores científicos en el Parlamento?

Muchos de los países más prósperos de hoy en día basan esa ventaja en su capacidad para haberse preparado para los avances tecnológicos

El futuro se presenta prometedor, pero desafortunadamente no exento de importantes retos sociales: el cambio climático, la potencial falta de recursos, una sociedad envejecida, o una creciente desigualdad son algunos de los retos que nos hacen plantear necesarias mejoras en nuestros sistemas de gestión pública.

Los países que pretendan seguir ofreciendo a sus ciudadanos un estado de bienestar deben prepararse para un entorno cada vez más cambiante, donde nuevos conocimientos y tecnologías van a requerir cambios legislativos ágiles que permitan adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad y promover la prosperidad. De hecho, muchos de los países más prósperos de hoy en día basan esa ventaja en su capacidad para haberse preparado para los avances tecnológicos, por haber promovido la innovación de sus economías y por haber conseguido utilizar el conocimiento como motor de sus sociedades.

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Hacen falta muchas acciones para conseguir que un país sea capaz de adelantarse a los acontecimientos y consiga aprovechar las oportunidades a la par que afronta los retos. Una de esas acciones es el uso del conocimiento y las evidencias científicas como una herramienta en las tareas legislativas. Un primer paso para conseguir dicho objetivo es fomentar una estrecha relación y la búsqueda de sinergias entre la clase política y las personas que trabajan en el sector de la ciencia. No porque la ciencia tenga todas las respuestas, ni mucho menos, sino porque la toma de decisiones informadas de forma correcta aumenta la posibilidad de acertar.

Como dijo Carl Sagan, “la ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos: se corrige a sí misma, está siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herramienta conquistamos lo imposible.”

¿En qué materias legislativas ve más necesario el asesoramiento científico a los parlamentarios?

La pregunta sería casi la contraria, ¿en qué materia legislativa no debería ser necesario estar informado de las evidencias científicas?

Cuentan que una de las primeras veces en la que el Primer Ministro del Reino Unido reunió a sus ministros con lo que allí llaman el Jefe de Asesoramiento Científico del Gobierno, este les planteó a los ministros, “¿existe alguno de ustedes que no considere necesaria ayuda de alguna rama de la ciencia?”. El ministro de hacienda levantó la mano y dijo: “personalmente, yo me encargo de tareas burocráticas de gestión de fondos, no veo qué me puede aportar” a lo que el asesor científico le contestó, “¿de verdad cree usted que la epidemiología o la demografía no pueden ayudarle a diseñar el sistema de recaudación de impuestos o de pago de pensiones?”.

El diseño de cualquier política será mejor si está bien informada, y contar con asesoramiento científico que pueda resumir cuales son las evidencias científicas, cuales son los puntos en los que todavía no existen evidencias y cuáles son los límites del conocimiento, puede ayudar a mejorar cualquier propuesta política. Desde la salud a las energías, desde la gestión social a la educación, el asesoramiento científico puede ser de ayuda.

Otros países ya cuentan con asesores científicos en sus parlamentos. ¿Cuál o cuáles de ellos pondría usted como modelo a seguir?

La mayoría de los países a los que nos gustaría parecernos ya cuentan con una oficina de asesoramiento científico en sus parlamentos. De hecho, existe una red internacional de oficinas de asesoramiento científico, la EPTA (https://eptanetwork.org/), que incluye a Alemania, Francia, Holanda, Reino Unido y por supuesto el Parlamento Europeo. Esta red lleva trabajando juntos desde los años 90 y es una anomalía que España siga sin poder formar parte de ella.

Existen diversos modelos de oficinas de asesoramiento científico, en función de la tradición de cada país y de sus necesidades particulares. Es difícil pensar que en nuestro país se pueda instaurar un modelo exactamente igual al de cualquier otro país. Necesitamos generar una cultura de la colaboración entre la sociedad civil y la sociedad política que permita interactuar de forma independiente. Para ello, modelos como el de Reino Unido coordinados por un patronato compuesto por políticos y científicos nos está sirviendo de ejemplo. Pero estamos en contacto con muchos países y oficinas, desde Suecia hasta Méjico, cada una tiene sus particularidades y probablemente la española tendrá las suyas propias.

Lo importante es que debemos ser conscientes de que el objetivo no es tener una oficina de asesoramiento científico: una oficina sin nadie que la use no sirve para nada. El objetivo es que la ciencia esté al servicio de la gestión pública dando respuestas a las preguntas y necesidades que los políticos puedan tener, de modo que los políticos puedan tener a su disposición el conocimiento científico en un formato que les sea útil y en el que puedan confiar por su independencia y neutralidad.

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¿Cuáles son los principales retos que os habéis planteado a corto, medio y largo plazo?

De cara a 2019 queremos poner en marcha un sistema de intercambio similar al que ya existe en otros parlamentos

El principal reto es conseguir que la comunidad científica y la comunidad política se conozcan, interactúen y puedan colaborar para que toda la sociedad se vea beneficiada. Por eso, a corto plazo nos planteamos la necesidad de tener reuniones periódicas entre políticos y científicos como el que vamos a tener en el Congreso los días 6 y 7 de noviembre.

Además, de cara a 2019 queremos poner en marcha un sistema de intercambio similar al que ya existe en otros parlamentos. De esta forma, una persona del mundo de la ciencia se une a un/a diputado/a durante 3-4 días para conocer las complejidades de su labor, y de forma similar el diputado/a pasa 1-2 días en el centro de trabajo de investigador para conocer su metodología.

A largo plazo, confiamos que este aumento de la relación entre ciencia y política repercuta en una mejora de la sociedad y del nivel de nuestra democracia y nuestro sistema científico. Por un lado, la ciencia mostrará que está cerca de las necesidades de la sociedad y, por otro lado, la política podrá estar más informada de las evidencias y podrá prepararnos para el futuro, afrontando con éxito los retos y aprovechando las oportunidades.

Orgánicamente, ¿cómo se configuraría el grupo de asesores en el Congreso de los Diputados?

Todavía es muy pronto para entrar en estos detalles. Como comentaba, lo importante no es tener a 1, 3 o 12 personas en una oficina. Lo importante es que se diseñe un mecanismo por el cual los diputados de todos los grupos parlamentarios tengan a su disposición el conocimiento científico.

En países como el Reino Unido, la oficina tiene una estructura propia que depende de un patronato compuesto por políticos y científicos casi al 50%. Este patronato se encarga de elegir, de entre las propuestas que le llegan desde la sociedad, en qué áreas del conocimiento o tecnologías se van a realizar los informes de evidencias. Estos informes, de como mucho 4 páginas son desarrollados por el personal de la oficina, en su caso hay hasta 12 personas, junto con investigadores en activo que durante 3-4 meses van al parlamento para preparar el informe. Estos informes se construyen mediante la revisión de decenas de artículos científicos, reuniones con más de 30 expertos en el área y la revisión de todas ellas del texto final. Así se consigue plasmar aquello en lo que todos están de acuerdo, evitando sesgos, e identificando puntos donde todavía no haya consenso. Estos informes nunca incluyen recomendaciones, se limitan como mucho a plantear opciones con sus pros y sus contras. Es labor de los políticos apostar por una u otra opción.

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¿Hay alguna propuesta esbozada sobre la forma de financiación?

No, que nosotros sepamos. Sabemos que existe interés en ponerla en marcha por parte de todos los grupos parlamentarios, pero ahora es más importante el “qué” que el “cómo”.

Habrá quien advierta de la posibilidad de que esta iniciativa se torne en un lobby. ¿Qué mecanismos de regulación sería los más idóneos a vuestro juicio?

#CienciaenelParlamento es una iniciativa que trata de acercar ciencia y política, tratando de conseguir que las evidencias científicas contrastadas sirvan para informar a los políticos. Si entendemos por Lobby un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la administración pública, entonces creo que ya somos un lobby. Estamos buscando que los políticos estén influidos por el conocimiento científico. Nos vemos como mediadores del conocimiento.

Si la pregunta va enfocada a si lo que buscamos es que nuestro esfuerzo repercuta en una mejora de la situación de la ciencia en España, entendemos que si los políticos, y la sociedad en general, tiene la ciencia a su disposición y esta les ayuda en su día a día, entonces, como ya sucede en muchos países, la ciencia será una cuestión de estado. Pero dicho esto, y precisamente para evitar conflictos de interés, en #CienciaenelParlamento 2018 hemos evitado incluir ningún tema relacionado con la gestión de la ciencia o la política científica.

Por otra parte, entrando en los temas concretos en los cuales una oficina debe preparar informes de evidencias, sin duda la transparencia es la clave para hacer públicos los conflictos de intereses. Un informe de una oficina debe incluir los puntos de vista y revisiones de decenas de expertos de distintos ámbitos, los cuales muchas veces no coincidirán en sus planteamientos, pero donde solo aquello en lo que estén eminentemente de acuerdo podrá ser considerado evidencia transmisible a los políticos. Además, los nombres de todos los expertos consultados deberán ser publicados. Asimismo,los informes se harán públicos y deberán poder ser contrastados y corregidos periódicamente si nuevos conocimientos o errores son detectados.

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En la primera toma de contacto con los grupos parlamentarios y la Mesa del Congreso, ¿qué acogida ha tenido?

Como comentaba, la primera toma de contacto fue en febrero y la acogida fue muy buena, desde entonces hemos estado trabajando junto con los diputados, primero de la comisión de economía, industria y competitividad y más recientemente de la comisión de ciencia, innovación y universidades. Las reuniones han sido muy acogedoras, con mucho interés por parte de todos, y más todavía si cabe tras el anuncio de Ana Pastor de su interés en poner en marcha una oficina de asesoramiento científico independiente.

El arranque de la iniciativa ha coincidido con el cambio de Gobierno y la creación del Ministerio de Ciencia. ¿Ha tenido algo que ver?

Lo cierto es que no ha coincidido. La iniciativa nació el 1 de enero de 2018, cuando todavía no creo que nadie pudiese predecir los acontecimientos ocurridos en 2018. Además, la iniciativa se centra en el poder legislativo, el Congreso de los Diputados, no en el Gobierno, el poder ejecutivo. Gracias a ello, y al apoyo de todos los grupos tanto en el Gobierno como en la oposición, podemos decir que los cambios no nos han afectado.

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La Ciencia en España ha sufrido en los últimos años importantes recortes presupuestarios. A ello se une el hecho de que es la partida presupuestaria con menor tasa de ejecución (solo se ejecuta 1 de cada 3 euros). ¿A qué cree que se debe esto?

Como comentaba anteriormente #CienciaenelParlamento trata de evitar entrar en aspectos de política científica. No porque no sean importantes, sino porque ya existen otras organizaciones científicas trabajando en ello.

Por último. La crisis ha ‘expulsado’ a muchos científicos de nuestro país. ¿Qué hacer para revertir esta situación?

Tratándose nuevamente de una pregunta orientada a política científica, me gustaría dar mi punto de vista particular. La ciencia no conoce fronteras, de hecho, es casi obligatorio que una persona del mundo de la ciencia viaje y conozca cómo trabajan otros laboratorios y centros, no solo en su país, sino en muchos otros. En el fondo, gracias a ello aprendemos e incluso el nacimiento de #CienciaenelParlamento se debe a que hemos podido conocer otros países donde ciertos aspectos están más desarrollados que en el nuestro.

Pero dicho esto, es cierto que los territorios más prósperos son aquellos capaces de atraer el talento. Existen claras evidencias que indican que conseguir que un territorio sea atractivo para las mentes más brillantes, independientemente de dónde hayan nacido, es una fuente de progreso. Si conseguimos atraer a los mejores, conseguiremos que los mejores nacidos aquí tampoco tengan necesidad de marcharse.

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"La ciencia ha de estar al servicio de la gestión pública dando respuestas a las...