sábado. 20.04.2024
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Sánchez tal vez podría obtener el apoyo de Podemos, Ciudadanos y los partidos nacionalistas para ser investido, pero ¿podría liderar esta coalición con solo 85 diputados y con una clara mayoría del PP en el Senado

Daniel Yates | Desde el 26 de junio, pese a las más elevadas temperaturas, el calor no ha afectado a la frialdad de los líderes políticos para formar gobierno y salir de la provisionalidad en la que estamos instalados desde hace demasiados meses. Esta responsabilidad le corresponde a Mariano Rajoy, candidato del Partido Popular, por ser quien más votos ha obtenido y porque asumió el compromiso ante el Rey. Sin embargo, al día de hoy, Mariano Rajoy  no ha sumado un solo voto a sus 137 diputados, demostrando una vez más su incapacidad para buscar apoyos más allá de su partido, un partido marcado por la corrupción, la indecisión política a la hora de enfrentar los problemas (Cataluña es solo un ejemplo), el desprecio de lo público y la ineficacia en lo económico, según ponen en evidencia desde Bruselas. Como es la costumbre del PP, la culpa la tiene el PSOE por no darle el apoyo necesario para la investidura de Rajoy.

Pero ¿por qué apoyarlo o abstenerse para que pueda formar gobierno? ¿qué le ofrece el PP a cambio? Nada, solo hacerlo responsables de unas terceras elecciones. Sin embargo, Rajoy pone fácil que Sánchez le niegue su apoyo, al no presentar ninguna propuesta a cambio de su abstención; así las cosas, a Sánchez le basta con aferrarse a la resolución del Comité Federal para no apoyarlo. Un poco más fácil lo tiene con Ciudadanos. Después del pacto con el PSOE y los resultados del 26 J, C’s se quedó sin estrategia ni discurso y sin una posición clara, le pasan la pelota y la responsabilidad al PSOE, como hace el PP.  En cuanto a Podemos, tras la alianza con Izquierda Unida, la pérdida de más de un millón de votos y los frentes internos que se le abren como consecuencia de ello, ha perdido la iniciativa y repite un vago apoyo a una iniciativa del PSOE, lo que en la anterior legislatura le negaron.

Siempre es posible otra alternativa, ¿pero es viable? Sánchez tal vez podría obtener el apoyo de Podemos, Ciudadanos y los partidos nacionalistas para ser investido, pero ¿podría liderar esta coalición con solo 85 diputados y con una clara mayoría del PP en el Senado, para gobernar, para hacer frente a la crisis política, institucional, económica y social a la que debe enfrentarse el próximo gobierno? Es un reto, como mínimo, muy delicado y un fracaso será un nuevo retroceso para el PSOE del que le sería muy difícil remontar. Esta situación, como decía un compañero, es “más difícil que conjugar un diptongo”, porque unas nuevas elecciones supondrán para los líderes de los partidos un nuevo fracaso y una nueva decepción para la ciudadanía.

La salida para formar gobierno pasa por anteponer los intereses generales a los partidarios o particulares. La iniciativa y la responsabilidad corresponden a Mariano Rajoy, que debe poner sobre la mesa propuestas concretas y al resto le corresponde analizarlas y debatirlas en sus organizaciones para avanzar en unas negociaciones abiertas, generosas y flexibles por parte de todos con el fin de comenzar una nueva legislatura del PP, que no tiene porqué prolongarse por cuatro años. Pero, a la vista del panorama actual se puede pensar que el PP busca unas nuevas elecciones para consolidar su mayoría, la vez pasada no le salió mal y sumó 14 diputados más. Ahora las encuestas dicen que el PSOE mejoraría ligeramente los resultados, pero el PP ganaría nuevamente. En las anteriores, junto al PP, Podemos apostó por unas nuevas elecciones que le permitieran el “sorpasso” al PSOE como preveían las encuestas, y perdieron más de un millón de votos.

Ahora bien, si vamos a unas terceras elecciones generales, no pueden ser la repetición de las dos anteriores, más de lo mismo. Es hora de exigir respeto, dignidad y humildad a quienes por segunda vez fracasaron a la hora de formar gobierno. Por ello, ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera ni Iglesias, por nobleza y vergüenza pueden repetir como candidatos. Todos ellos nos han demostrado su ineptitud. Es hora de “barajar bien el mazo”. Que se presenten nuevos lideres con nuevas iniciativas, con otros talantes. Ciudadanos lo tiene difícil al estar soportado sobre el liderazgo de Albert Rivera, al estilo Rosa Díez en UPyD, y para Podemos es complicado abrir el melón de la sucesión de Pablo Iglesias con su situación interna. El PSOE, partido histórico, de izquierda, progresista y federal, y el PP, partido hegemónico de la derecha a partir de la década de los noventa, deben cambiar de candidatos por respeto a sus bases electorales, al conjunto de la ciudadanía y por la calidad democrática que revindicamos. La derecha es impúdica, cambiará o no a Rajoy en función de intereses concretos. Los socialistas en cambio son otra cosa por sus valores, por ética, por coherencia, por su historia. Los secretarios generales Felipe González, Almunia, Rubalcaba y otros muchos líderes socialistas en las autonomías renunciaron ante malos resultados. Por ello, Sánchez no tiene otra opción que dar paso a un nuevo candidato del PSOE.

¿Terceras elecciones?: nuevos candidatos