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NUEVATRIBUNA.ES / I.G.C. - 10.03.2009


El Mariano Rajoy de siempre. Ni sí, ni no. El líder del PP mantiene las distancias con las tramas de espionaje y corrupción –por no decir que las encubre- que salpican a su partido, imbuido como está por su primera victoria sobre Zapatero en Galicia. Los resultados de las elecciones del uno de marzo, extrapoladas a las Europeas, son la bicoca con la que el PP quiere arrancar su escalada hacia La Moncloa. La crisis económica y la dramática cifra de desempleados allana el camino para desalojar al PSOE del poder. Con ese objetivo no hay ‘trama Gürtel’ ni película de espías que valga, piensan en el principal partido de la oposición.

Por ello quizá no ha querido mojarse la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, preguntada sobre si el PP reabrirá la investigación interna que quedó suspendida tras la apertura de la comisión parlamentaria sobre el espionaje político, aunque sí ha precisado el máximo “interés” con el que su formación valorará el dictamen. Interés, sí, ahora que la pelota está sobre el tejado de Rajoy por el órdago lanzado por Esperanza Aguirre que deja a todo el partido en una situación más que comprometida.

BLOQUEO PRIMERO, CERROJAZO DESPUÉS

Aunque se veía venir, el cerrojazo dado por la presidenta de la comunidad de Madrid no debe entenderse como un hecho aislado. Las instrucciones en Génova fueron claras en los días previos a la campaña: bloquear hasta después de los comicios gallegos y vascos el inicio de los trabajos en el parlamento autonómico. Y así llegó la recompensa. Ni los espías ni la corrupción pasaron factura en las urnas al tiempo que la lideresa sufría la marginación de los principales dirigentes del PP.

Sin embargo, Aguirre ha vuelto a resurgir de sus propias cenizas. Y como a ella la gusta, con un golpe de mano dictatorial que ha hecho tambalear de nuevo los cimientos de Génova. La presidenta de Madrid ha decidido dar carpetazo a la comisión por temor a sufrir la puntilla. La ha cerrado porque tiene mucho que ocultar. Lo sabe el PP y por eso mismo calla. Calla la secretaria general, María Dolores de Cospedal, quien dejó “en suspenso” la investigación interna hasta ver en qué quedaban los trabajos parlamentarios. Y calla Rajoy mientras dice esperar el dictamen de la cámara, como si no supiera en qué términos se va a redactar.

Y los términos, sin duda serán contundentes después de escuchar al portavoz del PP en la Asamblea, David Pérez, que incluso se ha atrevido a aventurar que la dirección nacional de su partido “no se planteará” una investigación interna después de quedar demostrado que los partes de seguimiento a políticos son "falsos". Lo mismo que lleva sosteniendo desde finales de la semana pasada y que ha sido corroborado por el diario de Pedrojota con un montaje para desmontar la trama que según Aguirre se ha inventado El País.

De poco servirán las declaraciones hechas por las portavoces del PSOE e de IU, Maru Menéndez e Inés Sabanés, apelando a la “coherencia” de Cospedal para que reabra la investigación interna, porque el PP no está por la labor de seguir aireando los trapos sucios; claro que la actitud de la lideresa puede empujar definitivamente a Rajoy a devolverle el golpe.

RODILLO DEL PP

Una semana de duración. Diez comparecientes (tan solo una tercera parte de la lista de 29 miembros que fue aprobada). Una comisión fantasma que tenía previsto durar hasta el 31 de marzo pero cuyos trabajos han sido cercenados por el rodillo aguirrista. Ni Manuel Cobo, ni Alfredo Prada, ambos espiados supuestamente por el equipo dirigido y coordinado por el consejero Francisco Granados, podrán hablar ya en esta comisión. Los interrogatorios se han hecho a medida, tres ex consejeros de Interior, uno de ellos socialista y los otros dos de los gobiernos de Gallardón, además de todos los altos cargos de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, han bastado para corroborar la tesis del PP y su raca raca de que no existe trama alguna, sólo “falsedad documental”.

Aguirre no ha querido seguir soportando el cariz que iban tomando los acontecimientos con el curso de la investigación parlamentaria. Primero, por el enfrentamiento de Granados con el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo, y después con el ex consejero Prada, lo que ha vuelto a poner en evidencia la guerra intestina que se libra en el seno del PP.

En estos días, Granados ha mostrado lo peor de sí. Su estilo chulesco y arrogante dicen mucho de quien ha sido señalado como presunto jefe de espías. Y encima será él quien ponga el broche final a la comisión con su comparecencia este miércoles, previa al dictamen, que será aprobado por el pleno el 18 de marzo, víspera del puente de San José, para que todavía haga mucho menos ruido.

Aguirre impone su ley y Rajoy calla con la mirada puesta en las europeas