Adolfo Sánchez Vázquez
Adolfo Sánchez Vázquez era la amalgama entre el pensamiento y la acción, la ética y la política, otro exponente del comunismo de los sueños, radicalmente enemigo del comunismo de las pesadillas. Era, además, la pasión por la escritura: a sus noventa y seis años estaba dictando sus memorias.
Debemos, pues, a nuestro hombre no sólo su fecunda producción filosófica sino todo un conjunto de traducciones de figuras como Palmiro Togliatti, que en mi juventud estudiábamos con detenimiento, gracias a la edición de Era la legendaria editorial mexicana, dirigida en aquellos entonces por la familia Expresate, uno de los cuales, Quico, fue siempre un gran amigo de Comisiones Obreras. Digamos, pues, que una parte no irrelevante de cómo fuimos se lo debíamos a Sánchez Vázquez, aunque nuestros errores son de nosotros y de nadie más que nosotros.
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