jueves. 28.03.2024
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Fotos: María Ramos

En estos días en que los seres humanos rescatados de la muerte por el Open Arms se han convertido en tema banal de tertulia veraniega se hacen más necesarias que nunca propuestas que nos pongan frente al espejo y conviertan las cifras en personas. No podemos convertirnos en aquellos romanos que salvan o condenan con el dedo pulgar o con el voto. 

Un día como otro cualquiera los trenes dejan de pasar y las fronteras se cierran. Entonces los caminos se convierten en lugares inhóspitos y se llenan de gentes que tratan de huir hacia algún lugar donde poder dormir seguros. El fango va llenando las almas, todas las luces se convierten en frías y el mundo se llena de gentes que huyen. Los trenes siempre pasan llenos y los caminos se convierten en lugares inhóspitos.

Un mundo que siempre necesita un papel más, un sello más, una autorización más para poder desembarcar en puerto seguro 

Apenas con una maleta llena de nadas y algo de esperanza en forma de salvavidas comienza el camino de estas dos mujeres. ‘La mar de lejos’ es una historia de huida y de desesperación con la que la compañía Tras el Trapo Teatro plantea una mirada a la fragilidad de lo que nos rodea. Vidas que en cualquier momento se desmoronan y se ven zarandeadas por el mundo. 

Dos mujeres que huyen en círculos a las que han dejado “otra vez con la cara partía”. Dos seres humanos a los que el mundo se les ha echado encima y los ha sepultado. Un mundo que siempre necesita un papel más, un sello más, una autorización más para poder desembarcar en puerto seguro. 

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María Duarte y Ana Oliva prestan sus rostros a estas dos mujeres que, por arte del teatro, ponen cara a millones de personas a las que les hemos puesto el cartel de refugiados. Gentes a las que se les borra el nombre y se les difuminan las miradas para poder convertirlas en multitud anónima. 

Una obra con la valentía del que quiere entender el proceso por el que pasan millones de personas a las que la realidad les ha estallado en la cara y han tenido que emprender una huida en la que una hora de sueño es un tesoro. Un camino frío que se convierte en una amenaza perenne y eterna al que se ven arrastradas gentes de toda condición y todo color. 

El principal peligro para algunos es que lleguemos a empatizar con el que camina. En ‘La mar de lejos’ caminamos todos.

Vidas zarandeadas en el camino