viernes. 26.04.2024
Los niños del Asilo de la Paloma haciendo plantaciones en la Dehesa de la Villa
(Madrid) durante la Fiesta del Árbol de 1915 (Foto: Salazar, Mundo Gráfico, 1915;
Hemeroteca BNE)
Los niños del Asilo de la Paloma haciendo plantaciones en la Dehesa de la Villa (Madrid) durante la Fiesta del Árbol de 1915 (Foto: Salazar, Mundo Gráfico, 1915; Hemeroteca BNE)

@Montagut5 | Los socialistas se preocuparon por los árboles en distintas ocasiones en la década de los años veinte, planteando una crítica sobre la realidad. Así podemos verlo en las páginas de El Socialista, en el verano de 1927, a propósito de la Fiesta del Árbol para ir más allá en esta cuestión.

El artículo en cuestión criticaba la Fiesta del Árbol, una celebración que se consideraba importada, aunque no se sabía de qué país europeo, y que provocaba “verdaderos estragos sentimentales en el espíritu sencillo de nuestros niños”. Por nuestra parte, sabemos que la Fiesta o Día del Árbol posee, sin desmentir que pudiera tener orígenes fuera de nuestro país, una historia española propia. Al parecer, existe un precedente nada más y nada menos que en 1805 en Villanueva de la Sierra (Cáceres) gracias a la iniciativa del cura párroco del lugar, y que se celebraba cada 22 de mayo. En nuestro tiempo se ha rescatado dicha fiesta.

Por su parte, en Madrid, Arturo Soria fue, a finales del siglo XIX, quien impulsaría esta fiesta en Ciudad Lineal, con vecinos, escolares y maestros, haciéndose muy popular, incluyendo todo tipo de eventos culturales y deportivos. La Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.) llegó a contar con un vivero y se plantaron durante varios años hasta cien mil árboles.

En 1915 se instaurará de forma oficial la Fiesta del Árbol, obligando a cada Ayuntamiento a fijar el día de su celebración

En 1899 se celebró la Fiesta del Árbol en Barcelona, por iniciativa del ingeniero de montes Rafael Puig i Valls, un gran defensor de la riqueza forestal y del medio natural catalán. El éxito de estas iniciativas en Madrid y Barcelona debió motivar que en 1915 se instaurará de forma oficial la Fiesta del Árbol, con sendas Reales Órdenes de los Ministerios de la Gobernación y de Fomento, obligando a cada Ayuntamiento a fijar el día de su celebración. Es importante destacar, porque es del mismo año del análisis y crítica socialista de esta celebración, la obra del sacerdote y profesor del Seminario de Osma, Salvador Mozo Peña, titulada El árbol y su fiesta.

Pues bien, el periódico socialista consideraba que había sido inútil que se escribieran algunos trabajos estimables y que se pronunciaran algunos discursos con razonamientos plausibles en estas Fiestas porque las autoridades locales habían procedido con tosquedad al faltar una orientación moderna en la organización del festejo, convirtiendo la Fiesta en un ejercicio más de la incultura tradicional de la vida municipal española, con “sensiblería patriotera de poetas y prosistas rurales”.

Inculcar el amor y respeto al árbol no era una tarea que se pudiera hacer aisladamente. Era un asunto de cultura y de educación. Las conmemoraciones sobre el árbol no servían de nada (es más, se calificaban de tristes y lamentables, cuando no de cómicas) en países como España, donde muchos de sus niños no iban a la escuela o permanecían pocos años en la misma.

El periódico socialista consideraba que las conmemoraciones sobre el árbol no servían de nada en países como España, donde muchos de sus niños no iban a la escuela

Otro problema radicaba en la tala irracional por parte de algunos propietarios y de los responsables municipales dedicados a arruinar bosques y a esquilmar una riqueza que detentaban por “virtud de un falso mandato”, cuando, realmente pertenecía a la colectividad. El periódico se lamentaba que solamente se castigaba el delito en esta materia con la destitución del responsable municipal, que permitía en muchas ocasiones, que el delincuente disfrutase de los beneficios que podía sacar de su “trapacería”. Pero la cuestión fundamental, como en otros asuntos, para los socialistas, tenía que ver, como hemos visto, con la educación, es decir, enseñar a los niños la importancia del árbol. Es más, el artículo abogaba por que si para conseguir este objetivo era necesario suprimir algunas materias en la escuela primaria debía hacerse. Limitarse a un día al año a decir a los niños, empleando un lenguaje ampuloso y para ellos inentendible, que el árbol era necesario para el hombre, obligándoles a asistir a una ceremonia que no les interesaba era perder el tiempo y suponía un derroche económico.

Hemos trabajado con el número 5783 de El Socialista, de 21 de agosto de 1927. Sobre la fiesta del árbol de Ciudad Lineal recomendamos la consulta de un documentadísimo blog, titulado “Historias Matritenses”. Por su parte, el libro de Mozo Peña se puede consultar en la red.

Los socialistas y los árboles en los años veinte