jueves. 28.03.2024
BALAIDOS

El barrizal en Balaídos hacía verdaderamente imposible la disputa del balón en aquellos partidos de fútbol que veíamos resumidos en Estudio Estadio. Bueno, en Estudio Estadio y en el bar Goype. Y en el escaparate del SEARS de mi barrio, donde Manolo, Quique y yo arrimábamos un banco de la calle para ver de cerca los goles de Juanito, y quizás los de Quini, en las pantallas de las teles que vendían.

Y en Las Gaunas. El barrizal, digo. Y en San Mamés, y en el Sardinero, y en el Molinón. Y a veces hasta en la Rosaleda. No es que fueran tiempos de lluvias, no. Eran tiempos de terrenos de juego mal drenados, algo que ahora con toda la pasta que mueve el fútbol ya no se da. Tiempos de la amistad de los barrios. Tiempos de Manolo, de Quique, de Rodolfo, de Bayo, de Juli. Tiempos de rock y de fútbol, de las primeras chicas. Tiempos del Pelos y su melena. De Pepe.

Los años que no sabíamos o hemos olvidado que lo sabíamos que en la Argentina donde los argentinos ganaban su primer Mundial, de fútbol, claro, algunas personas, demasiadas, eran lanzadas desde aeronaves al frío océano, vivas o muertas; los años que contenían aquel año 78 de cuando la dictadura militar argentina compró a los peruanos para poder reivindicarse entre los suyos y entre el mundo ajeno a su horror como lo que no era. Fueron los años en que a Quique las chicas algunas veces le piropeaban por la calle, al mismo Quique que regresó de una fiesta confuso porque creyó que la chica a la que había besado quizás no era ni su tipo ni siquiera lo necesariamente guapa como para invitarla al cine o a una cerveza.

Eran aquellos años en que en mi país, en mi barrio también, acababa por fin, aunque nosotros no lo entendíamos bien, la Guerra Civil de los cojones. Aquella guerra que entonces se nos decía que hacía muchos años que había terminado. Falso. Aquella guerra que ni a mis amigos ni a mí nos preocupaba lo más mínimo ya, aunque sabíamos que Franco debería haber muerto mucho antes, y con él su dictadura torpe y de angustias.

En definitiva, tiempo de la juventud a las puertas. Fútbol, las primeras músicas y aquellas chicas que hacían de nosotros idiotas subidos a lomos de enanos. El fútbol de la Liga española que, ya digo, veíamos de vez en cuando los lunes ya anocheciendo en los televisores a la venta del SEARS que hacía esquina en la plaza de la Beata con la calle Embajadores, junto a lo de los plátanos del padre de Mariano. El caso es que llevo varios días intentando hacer memoria de algo que hacíamos Manolo, Quique y yo cuando veíamos aquellos estudioestadios pero no logro acordarme. Ni bien ni mal.

La puta memoria