Premio Nacional de Arquitectura: El premio del hermanamiento
Eran cerca de las nueve de la noche cuando el presidente de la Demarcación en Cuenca del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Redondo, tuvo que anunciar que el jurado aún no había llegado a un acuerdo sobre el candidato ganador del Premio Nacional de Arquitectura 2019. Finalmente llegó el consenso. Sobre las 21.30 el jurado abandonaba el conquense Espacio Torner tras intensas deliberaciones y mientras el Director General de Arquitectura del Ministerio de Fomento hacía público el fallo en compañía del Embajador de Portugal en el Parador Nacional de Turismo de Cuenca, el ministro Ábalos procedía a divulgarlo en las redes.
Por primera vez en los noventa años de Premios Nacionales de Arquitectura, el premio no ha recaído en un arquitecto español, sino en el portugués Álvaro Siza Vieira, considerado el más importante de los arquitectos portugueses contemporáneos y autor de edificios de referencia en España como el Edificio Zaida en Granada, el Rectorado de la UA en Alicante o Viviendas Sociales en Cádiz.
Esta edición marcará un punto de inflexión en la trayectoria del futuro de estos galardones, pues además de otorgarse por primera vez a un arquitecto no español, también fue la primera ocasión en la que el jurado no se reunía en Madrid, sino en Cuenca, en el marco del II Congreso Internacional de Arquitectura, “Arte, Ciudad, Paisaje”, que ha tenido precisamente a Portugal como país invitado, lo que remarca el interés y las influencias mutuas, y demostrando una vez más que las ideas no entienden de fronteras.
Así lo entendieron todos los presentes, que durante las intervenciones del congreso han subrayado el gran potencial que tiene la arquitectura contemporánea para transformar y crear nuevos espacios de referencia en la llamada España Vaciada. Una reivindicación a la que puso voz simbólicamente Christina Rosenvinge, en el acto celebrado en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca. Ha sido la primera vez, pero habrá muchas. Debe haberlas.