jueves. 28.03.2024

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Entre el legado que Frida Kahlo nos dejó, se encuentra también toda una forma de entender la vida a través de la arquitectura y que hoy pervive en el diseño de interiores. Su vida, sus colores y su pintura siguen inspirando cuando se cumplen 109 años del nacimiento de la pintora mexicana que falleció un 13 de julio de 1954.

Frida, la mujer sin maquillaje y la que vivió a su manera, dejó también un estilo que hoy forma parte del patrimonio cultural de Coyoacán, en México. La Casa Azul, lugar donde la mexicana nació y murió, es hoy un ejemplo que reúne los trazos que la pintora dejó y que siguen hoy vigentes

La naturaleza, una pasión de Frida

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La vegetación, el color y las contrapuertas verdes son hoy habituales en muchos jardines mediterráneos. Las terrazas apuestan por el color más que nunca y el mobiliario se tiñe con barnices de colores para renovar lo viejo o para envejecer lo nuevo. Aunque dentro de estas paredes se fraguó una dura batalla de sufrimiento para la artista, las fachadas de la casa describen también la valentía, la lucha y la alegría por la que tanto luchó. De hecho, en su última obra la autora firmó “Viva la vida”. La naturaleza acompañó la vida y el hogar de la mexicana hasta sus últimos días.

Su vida fue un mosaico de experiencias

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Si existe una tendencia que perdura en el tiempo es el uso de azulejos en cocinas. Pequeño y de colores, en un tramo de pared o en el suelo, el azulejo cerámico vuelve a recuperar el protagonismo no solo por sus innumerables ventajas, ya que es impermeable y  muy resistente, sino por su indiscutible resultado.

Así era también la cocina de Frida, donde cada pequeña pieza es una artesanal obra de arte que dibuja y define el espacio. El magnífico efecto que creó con el suelo pintado en color amarillo podría conseguirse hoy con un acabado de resina epoxy un material en auge que por su capacidad autonivelante. El conjunto se completa lcon a decoración: una mesa vieja con colores chillones pero conservando elementos naturales como el ratán forman parte del mobiliario de Frida y, que encontramos hoy en muchas casas. 

Un taller industrial como zona de trabajo
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Grandes ventanales permitían la entrada de luz natural al estudio y zona de trabajo de la pintora, como si de un loft neoyorkino se tratara. El estudio de la artista es un gran espacio abierto rodeado de vidrios de suelo a techo. En su espacio de trabajo abundan los elementos industriales como en los talleres de los artistas de la época.

La piedra desnuda al descubierto

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La sinceridad constructiva del estudio de Frida, la piedra desnuda de la estructura, el acero de las carpinterías y el pavimento cerámico son hoy una constante arquitectónica. La piedra al descubierto y sin artificios, como fue la vida de la pintora, forman parte de la obra vista de la Casa Azul. La madera al natural y desgastada del mobiliario conviven con el color. El color de las pinturas, de los vestidos y de la vida de Frida se entremezcla con el de su casa. Así fue su obra, donde dejó al descubierto su dolor, su sufrimiento y sus intentos de suicidio después que un accidente la dejara prácticamente sin movimiento.

Frida no pintaba sueños

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La cama con troquel y las colchas bordadas a mano forman parte de la privacidad de Frida. Una Frida que no pintaba sueños, “sino su vida” como ella misma explicó. Por eso instaló un espejo en la zona superior cuando se quedó inválida a los 19 años. Así podía verse en sus momentos más íntimos para plasmarlo en sus retratos. La sinceridad y dignidad de la mexicana le permitía contar las cosas sin tapujos, dejarse ver en las situaciones más difíciles y sin miedo a enfrentarse a la realidad.

Paredes que cuentan su historia

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La estructura original de piedra se deja vista combinándose con la pulcritud del blanco de paredes y techos. La gran altura libre de la estancia permite la decoración de la parte alta de las paredes con inscripciones que recuerdan hechos en la vida de la familia Kalho. Frida se comunicó en su obra y en sus hechos, y así lo hace hoy esta casa donde se conserva hasta el mínimo recuerdo de la mexicana.

La arquitectura que Frida Kahlo nos dejó