miércoles. 24.04.2024
amores torcidos

Narrativa| MAR GÓMEZ GLEZ

La novela, nos enseñó Flaubert, no es el espejo de la realidad, es otra realidad. La novela se erige frente la infinitud de la vida. La novela, la buena, nos arrastra en su ficción. Abrimos el libro y aceptamos el pacto lector. Dejamos que nos den vueltas, nos ilusionen, nos exciten, nos molesten, nos asqueen y nos rediman. Amores torcidos viene a sumarse a una tradición centenaria que se agradece hoy más que nunca. El realismo, al menos el de estas páginas, nos abre una puerta a la intimidad escondida de los personajes que la habitan y necesitamos entendernos con urgencia. El hábil narrador omnisciente, elegido con gran fortuna, nos permite acompañar en su viaje trágico a Antonio, un abogado de éxito que no cree en la justicia. Las tensiones que pueblan su peripecia se nos van desvelando poco a poco hasta que, bajada la guardia, empatizamos con el verdugo.

recadero veredasRecaredo Veredas nos presenta una novela psicológica lúcida que tiene como escenario el mundo de los despachos de abogados del Madrid actual y la vida descarnada de los colegios de pago de la misma ciudad en los años ochenta. Los dos universos se entrelazan en torno a una de las máximas del patriarcado: la competitividad. Los griegos nos legaron la contienda, el agón, y en ella se enzarzan los personajes de Amores torcidos, a los que podríamos ver caminando en la Castellana tal día como hoy. Antonio, Martín o Alicia retratan sin sentimentalismos una sociedad que da tumbos, empeñada en caminar o, mejor dicho, correr detrás de la zanahoria. En la carrera por conseguir lo que otros no tienen aparece el juicio social constante, tenaz, temerario. Veredas nos muestra cómo los personajes participan y sufren la rueda dialéctica que señala a quienes son amos y a quienes son esclavos: a los que están dentro y los que están fuera; a los cuerpos que importan y a los que no. Bajo esta lógica incesante, la bola emponzoñada del trauma crece. El trauma se transmite de generación en generación porque “nadie se considera culpable, ni siquiera el peor de los asesinos. Todos poseen un pasado traumático, que cuidan como si fuera un bonsái".

amores torcidosAmores torcidos es una incisiva radiografía de lo que cuarenta años después parecerían los días felices de la generación del baby boom en España. Sin guerras, sin pandemias, sin hambre, ¿qué mal nos aquejaba? El ciclo de la violencia se despliega en la lucha contra la miseria de la generación de la posguerra que hereda un hijo desclasado. El adolescente se enfrenta sin ningún aliado a una situación de maltrato cuando ni siquiera existían palabras para nombrarlo. El sistema educativo, con las rémoras fascistas de aquellos años, miraba con indiferencia la violencia entre pares. En el colegio podía machacarse con impunidad al desechado. El acoso escolar (o el más internacional bullying) no estaba dentro de la agenda educativa. Esta novela, en apariencia apolítica, nos recuerda por qué la sociedad y el estado tienen la responsabilidad de mantener los ojos abiertos allí donde se juega el bienestar de los más vulnerables. Amores torcidos llega en el momento preciso, cuando se escucha el griterío de quienes quieren devolver la educación al campo exclusivamente privado. Este libro, repito, es solo en apariencia apolítico, como lo es el despacho del personaje principal decorado con elementos de arte abstracto que denotan “la falta de ideología que conviene a todo profesional” y, por lo tanto, al status quo. Cualquiera que sepa o se interese un poco por el arte abstracto y se pare a contemplar de verdad un cuadro pronto conocerá las implicaciones ideológicas de la obra. De la misma manera, el retrato descarnado del establishment que aquí se nos plantea deja vislumbra un valioso alegato benjaminiano, porque la historia, la privada y la pública, si no se recuerda, tiende a repetirse.

La prosa de Recaredo Veredas es perturbadora sin llegar a asfixiarnos. Se acerca al sufrimiento y expone con astucia las complejas ataduras del comportamiento humano que busca sin cesar la redención. El autor no se olvida de la ternura y ya en el título una palabra nos agarra a la posibilidad de felicidad y de cambio. Los personajes de Amores torcidos quieren y, sobre todo, quieren querer, pero carecen, casi sin excepción, de las herramientas adecuadas para materializar sus deseos. ¿Cómo se rompe el lastre transmitido de padres a hijos? Espero no desvelar demasiado hablando de la muerte; un fin último que puede ser físico, pero también simbólico. En una sociedad que se aferra a la acumulación y niega la muerte, nunca se repite demasiado que solo si perdemos, si dejamos morir algo de aquello que fuimos, podremos habilitar el espacio necesario para que entre lo nuevo.

Recaredo Veredas  | Amores torcidos | Tres Hermanas. Madrid, 2021 | Páginas: 344 | Compra online

mar gomez

Mar Gómez Glez es  escritora, crítica literaria y profesora de universidad.

'Amores torcidos' o la tenacidad del trauma