Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
Fui a verla con muchas prevenciones por los comentarios que circulaban sobre sus excesos. Estaba dispuesto a irme al poco de comenzar, si se confirmaban esos malos augurios, pero lo cierto es que la vi de cabo a rabo y no se me hizo larga en absoluto. Era un viejo proyecto de Coppola que ha realizado con ochenta y cinco años. Es una suerte que sigan en activo cineastas tan veteranos y que conocen muy bien su oficio.
Tras la Segunda Guerra Mundial desde su hegemónico lugar como primera potencia, los Estados Unidos comenzaron a interesarse por la caída del imperio romano. ¿Cómo era posible que quienes habían derrotado a Cartago, su enemigo ancestral bien capitaneado por el imbatible Aníbal, se viniese abajo después de haber conquistado todos los territorios a su alcance? Convenía tomar nota para no repetir la historia.
Coppola traza un curioso paralelismo entre Roma y Nueva York como capitales del mundo
Coppola traza un curioso paralelismo entre Roma y Nueva York como capitales del mundo. Los personajes de la historia romana prestan sus nombres a los protagonistas, aunque no haya una traslación literal de sus nombres y se crucen varias personalidades en un mismo personaje. También se desdibujan los perfiles del periodo republicano y el imperial. Pero en cualquier caso nuestro imaginario sabe decodificar el mensaje. Craso hace honor a su nombre y es el rico por excelencia. Cicerón oficia como alcalde y César tiene rasgos de Catilina.
Como en la antigua Roma las alianzas familiares y las relaciones personales van cambiando la dinámica del poder. La protagonista femenina sabe citar sentencias de Marco Aurelio y habla en latín con su progenitor. El masculino cita frecuentemente a Shakespeare y recuerda que los humanos estamos hechos del mismo material que los sueños. Las ambiciones y las traiciones remedan aquellas que Plutarco inmortalizó en Solís ‘Vidas paralelas” y recogen ilustres historiadores de Roma como Gibbon o Mommsen.
La disputa gira en torno al urbanismo y a cómo debe configurarse una ciudad que pueda pervivir en el futuro. El argumento está trufado de planteamientos muy filosóficos y cuenta con un reparto espectacular. Tengo la impresión de que no envejecerá mal y que más bien quizá vaya ganando con el tiempo, tal como ha pasado con otras cintas de un cineasta obsesivo, singular y genial. Me gustó mucho más de lo que pensaba, quizá porque mis expectativas eran bastante malas. Confío en no dar pabilo al efecto contrario.
Aunque pretendamos parar el tiempo, las nuevas generaciones no sabrían someterse a ese absurdo decreto y seguirán labrando su propio destino. Reparen por favor en la escena final. Tiene su miga.