jueves. 28.03.2024

La escultura del artista italiano Marino Marini visita por primera vez Madrid con una exposición que lleva su nombre y que recorre toda la temática que mostró en sus obras hasta su muerte, en 1980. 

Un total de 75 piezas, entre las que se incluyen esculturas, su principal actividad, así como pinturas y dibujos, componen la exposición antológica de uno de los grandes representantes de la escultura figurativa del siglo XX. La muestra que se inaugura cierra una pequeña itinerancia por España antes de llegar a la capital, país en el que nunca antes se había podido ver.

"Para mí el contorno es el dibujo de la vida, el color es el sentimiento y la escultura es el cuerpo", manifestó Marini en un momento de su vida. Según ha manifestado la comisaria de esta exposición, Marisa Oropesa, su obra se articula alrededor de una serie de motivos: el desnudo; el caballo y el caballero; el circo; y las Pomonas (divinidad romana que vela sobre los frutos).

"Marini era muy espiritual y creía mucho en la metafísica y en el alma", explica la comisaria. En este sentido, se aprecia cómo en las piezas dedicadas al mundo circense se unen la melancolía y la alegría. Malabaristas y bailarinas se exponen ante una muchedumbre que puede glorificarlos o hundirlos definitivamente.

Así, tras la alegría aparente del circo, Marini muestra en sus esculturas el peso del pasado y la lucha por la supervivencia, como si sus piezas viajaran de nuevo a Roma.

LA EVOLUCIÓN DEL SER HUMANO

La Segunda Guerra Mundial marcó mucho al artista. De hecho, cuenta Oropesa, su estudio fue destruido durante un bombardeo a la ciudad en la que residía, por lo que no se puede contabilizar todas las obras que realizó Marino a lo largo de su carrera.

Las series de caballo y caballero de este artista que también se exponen aquí muestran cómo el hombre sigue teniendo las mismas pulsiones que siglos atrás. En ellas, el caballero muestra el coraje, el valor y la fuerza necesarios para dominar al caballo.

En su obsesión con el ser humano y su evolución, destaca su pasión por el retrato, ya que para él esta era una forma de contacto con el hombre. "Muestra al personaje tal y como es, no lo embellece", explica la comisaria y añade que su técnica en este campo se acerca al arte etrusco

Hasta tal punto llegaba su precisión respecto a la realidad, que Marc Chagall rompió su amistad por completo con Marino tras observar el retrato que el artista había realizado de él. "Es curioso hasta dónde puede llegar el ego humano", señala

La figuración de Marino Merini se tiñe de una ligera abstracción en la serie Milagros, que representa el dramatismo en "estado puro", como si la existencia del ser humano estuviera llegando a su final, entregado sin remedio a un "destino trágico".

En estos dibujos y esculturas, el jinete se precipita al vacío y ambos, caballo y jinete, se funden en una figura que representa una metáfora sobre el fracaso y la decepción del hombre en el mundo moderno.

La escultura humana de Marino Marini visita por primera vez Madrid