viernes. 26.04.2024

@Montagut5 | En los años treinta se llegó a la conclusión que el paro afectaba a la salud de los trabajadores y trabajadoras que lo padecían. En este sentido, hubo distintos organismos internacionales y nacionales que así lo comprobaron. En esta pieza nos acercamos a la Memoria del Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones, es decir, de una autoridad internacional reconocida, pero también a los informes de la Dirección de Salud de Alemania

Efectivamente, el Comité examinó a principios de los años treinta, en plena crisis provocada por la Depresión del 29, la cuestión de la alimentación de los parados en varios países industriales, llegando a la conclusión de que existía un peligro para la salud de los trabajadores afectados por la crisis económica.

Los que no tenían trabajo, así como, sus hijos estaban subalimentados. Como no tenían recursos sustituían los productos alimenticios indispensables por pan o patatas. En este sentido, se ofrecían ejemplos concretos. En una importante cooperativa alemana, que contaba con 36.000 miembros, había 18.000 que se encontraban en paro. Pues bien, la venta del pan en dicha cooperativa se había estancado, pero había bajado entre un 20 y un 30% la venta de las demás clases de alimentos.

Los mineros galeses sin trabajo no se encontraban en mejor situación, ya que la alimentación de sus familias se componía exclusivamente de pan, manteca o margarina, patatas, azúcar, té y tocino en cantidades escasas. El consumo de carne y de leche fresca se había reducido considerablemente, por su parte.

Por su parte, en Europa Central la patata se había convertido en el principal alimento de los parados.

En Estados Unidos, en el otro lado del mundo, la patata también se había convertido en el casi exclusivo alimento de las familias con serias dificultades económicas. Los médicos de los consultorios públicos habían detectado en los pacientes en paro que atendían señales provocadas por una alimentación insuficiente de leche, carne, huevos y legumbres.

Así era, en todas partes, el consumo de legumbres había descendido considerablemente.

Los trabajadores estaban acudiendo cada día más a “alimentos que llenan”, restringiendo el consumo de alimentos que nutrían.

Al parecer, cuando se realizó la Memoria todavía no había datos definitorios sobre la repercusión del paro y la crisis en las estadísticas de mortalidad y morbilidad, es decir, no se detectaba un aumento importante de las mismas, pero se afirmaba que si la crisis continuaba y la subalimentación se extendía entre los trabajadores se vaticinaba un claro aumento de las enfermedades y de la mortalidad.

En todo caso, la Dirección de la Salud pública de Alemania ya había detectado que el estado sanitario de los niños de las escuelas primarias de Prusia, especialmente de los hijos de obreros parados y de indigentes, se había agravado de un modo progresivo.

Entre las enfermedades que estaban avanzando se encontraban las que tenían una relación directa con la subalimentación, las enfermedades del crecimiento, la anemia, las escrófulas, los piojos, las lombrices, las enfermedades producidas por la suciedad, la caries dentaria y los estados nerviosos traducidos por un cansancio rápido y por la falta de atención.

En un barrio obrero berlinés muchos hijos de obreros presentaban insuficiencia en el peso y de crecimiento, siendo un verdadero campo de cultivo para el desarrollo de la tuberculosis, las enfermedades de la piel y los “desórdenes nerviosos”.

Hemos trabajado con en el número 7473 de El Socialista de 18 de enero de 1933

La influencia del paro en la alimentación y la salud en la Depresión del 29