jueves. 25.04.2024
Cuadro de la familia de Carlos IV de Francisco de Goya

El inicio del siglo XIX coincide con el pleno reinado de Carlos IV. En esta parte solo voy a tocar la parte final de este reinado que fue uno de los más calamitosos de la dinastía de los Borbones.

Para poder entender bien el desastre de este reinado, hare mención a algunos aspectos poco conocidos de Carlos IV. Su padre Carlos III era consciente de las limitaciones intelectuales de Carlos IV. Un día estando preparando la boda, Carlos IV le dice a su padre: “Pienso que los reyes están libres de las preocupaciones que tiene el resto de los maridos porque sus esposas no les pueden engañar con otras, ya que una reina no tiene otro rey cerca más que su esposo”.

Carlos III no pudo contenerse ante la simpleza del planteamiento de su hijo y le respondió: “Carlos, Carlos que tonto eres, las princesas también pueden ser putas, hijo mío”.

Contrajo matrimonio con su prima hermana. Tuvo veinticuatro embarazos, pero sólo tuvieron catorce hijos y siendo seis los que llegaron a la edad adulta

Manuel Godoy
Manuel Godoy

Otro hecho nos confirma la poca capacidad de Carlos IV, cuando en medio de una fiesta, el Príncipe de Asturias pregunta a su padre: “Padre, hay una cosa que no comprendo…. si todos los reyes somos designados por la gracia de Dios ¿Cómo pueden existir reyes malos? ¿No deberían ser todos buenos reyes? Carlos III mira a su hijo y le contesta: pero que tonto eres hijo mío”.

Blanco White definía a Carlos IV como un hombre de nobles ideales, pero que carecía del más mínimo sentido político. Pensaba que Carlos IV era “un divino tonto”.

Contrajo matrimonio con su prima hermana. Tuvo veinticuatro embarazos, pero sólo tuvieron catorce hijos y siendo seis los que llegaron a la edad adulta.

María Luisa de Parma era muy intrigante y carecía de toda discreción. Dominaba completamente al rey, al que logró mantener apartado de la vida política, mientras ella asumía los asuntos de Estado por medio de su válido, Manuel Godoy.

El canónigo Escoiquiz describía así a María Luisa:

“Una constitución ardiente y voluptuosa…. y una sagacidad poco común para ganar los corazones que les había de dar…. un imperio decisivo sobre su joven esposo de carácter débil lleno de inocencia y aún de total ignorancia en materia del amor, criado como un novicio, de solo dieciséis años, de un corazón sencillo y recto y de una bondad que daba en el extremo de la flaqueza… A sus brillantes cualidades juntaba un corazón naturalmente vicioso incapaz de un verdadero cariño, un egoísmo extremo, una astucia refinada, una hipocresía y un disimulo increíbles y un talento que…. dominado por sus pasiones no se ocupaba más que en hallar medios de satisfacerlas y miraba como un tormento intolerable toda aplicación a cualquier asunto verdaderamente serio… obligándola a dar al favorito más inexperto las riendas del gobierno, siempre que él supiera aprovecharse del ascendiente absoluto que, a falta de amor, le daba vicio sobre su alma corrompida”.

María Luisa había comunicado. el ocho de enero del año 1819, a su confesor, Fray Juan de Almaráz: “Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV y, por consiguiente, la dinastía Borbón se ha extinguido en España”.

Al conocer Fernando VII está declaración, donde ponía en cuestión su legitimidad, decidió encerrar a Fray Juan de Almaráz en el castillo de Peñíscola hasta su muerte. Si se hubiese confirmado lo dicho por la reina María Luisa hubiese puesto en duda la legitimidad de los Borbones posteriores.

La política de godoy

Godoy firma una alianza con Francia en el año 1796 para enfrentarse a Gran Bretaña y que sólo le ocasiona pérdidas tanto en el comercio con en las colonias americanas, y también en consecuencia en la economía española.

Godoy firmó el Tratado de San Ildefonso y España se convirtió en aliada de Francia. Este cambio de postura buscaba el enfrentamiento con Gran Bretaña, principal adversario de la Francia revolucionaria y tradicional enemiga de España, con la que disputaba la hegemonía marítima y, concretamente, el comercio con América. 

La escuadra española sufrió la derrota frente al cabo de San Vicente en el año 1797, pero Cádiz y Santa Cruz de Tenerife resistieron a los ataques del almirante Nelson. En América los británicos ocuparon la isla de Trinidad, y sufrieron una derrota en Puerto Rico. Ello provocó la caída de Godoy en mayo del año 1798.

Godoy presenta la dimisión como primer ministro al perder el apoyo de la reina María Luisa. Godoy tenía una relación secreta con su amante Pepita Tudó, lo que provocaba el malestar de la reina María Luisa.

Para acabar con esta relación, propuso que Manuel Godoy se casara con María Teresa de Borbón y Vallabriga, que era prima de Carlos IV y de esta forma pasara a formar parte de la familia real. Se produjo dicho matrimonio, pero fue un desastre total, a pesar de tener una hija, Godoy siguió manteniendo la relación con Pepita Tudó

Tras ello, dos ilustrados, Francisco de Saavedra y Mariano Luis de Urquijo, se sucedieron al frente del gobierno entre los años 1798 y 1800.

Manuel Godoy se alejo de la capital durante un periodo de dos años trasladándose a vivir a la ciudad de Granada. Minetras que la reina María Luisa de Parma tenía un nuevo amante, Manuel Mailló.

La llegada al poder de Napoleón en el año 1799 y su proclamación como emperador en el año 1804 alteró las relaciones internacionales y se renovó la alianza con Francia. Napoleón necesitaba, en su lucha contra los británicos, contar con la colaboración de España, sobre todo de su escuadra naval. 

Por ello, presionó a Carlos IV para que restituyera su confianza en Manuel Godoy. Este asumió de nuevo el poder en el año 1800 y firmó el Convenio de Aranjuez del año 1801, por el que ponía a disposición de Napoleón la escuadra española, lo que implicaba de nuevo la guerra contra Gran Bretaña.

Godoy declaró en el año 1801 la guerra a Portugal, principal aliado británico en el continente, antes de que lo hiciera Francia. Este conflicto, conocido como la guerra de las Naranjas, significó la ocupación de Olivenza por España, que además obtuvo el compromiso de Portugal de impedir el atraque de buques británicos en sus puertos.

Mientras esto sucede, el príncipe Fernando muestra su repulsa a la política que desarrolla Manuel Godoy, siendo muy frecuentes y elocuentes sus desencuentros con sus padres, Carlos IV y María Luisa de Parma.

El descontento popular y la oposición de gran parte de la nobleza española y de la Iglesia a la gestión que desarrollaba Godoy, hace que se aglutinen en torno a la figura del príncipe Fernando que buscan la caída de Godoy.

Frente a la hegemonía de Gran Bretaña en los mares, Napoleón recurrió al bloqueo continental, medida a la que se sumó España. La derrota de la escuadra franco-española en la batalla de Trafalgar en el año 1805 por la Armada británica modificó la situación radicalmente. 

Esta derrota significa la destrucción de la flota española y la muerte de miles de soldados, siendo Godoy acusado de culpable de dicho desastre.

Se firmó el Tratado de Fontainebleau en el año 1807, que estableció el reparto de Portugal entre Francia, España y el propio Godoy, y el derecho de paso por España de las tropas francesas encargadas de su ocupación.

Con tal sucesión de guerras se agravó hasta el extremo la crisis de la Hacienda española. Los ministros de Carlos IV se mostraron incapaces de solucionarla, pues el temor a la revolución les impedía introducir las necesarias reformas, que hubieran lesionado los intereses de los estamentos privilegiados, alterando el orden tradicional.

La presencia de soldados franceses en territorio español aumentó la oposición hacia Manuel Godoy, enfrentado con los sectores más tradicionales por su política reformista y entreguista hacia Napoleón. 

Se produjo la Conjura de El Escorial a finales del año 1807, que se presentó como una conspiración encabezada por el futuro Fernando VII, príncipe de Asturias en ese momento, que pretendía la sustitución de Godoy y el destronamiento de su propio padre. 

El príncipe Fernando solo pretendía en realidad tratar su casamiento con una princesa francesa y, en caso de muerte de su padre, deshacerse de Godoy. Tanto Godoy como la reina, que desconfiaban del príncipe Fernando, trataron de emplear sus tratos con el embajador francés para desprestigiarlo, sin éxito. 

Pese a todo, el propio Fernando delató a sus colaboradores y pidió el perdón de sus padres. El escándalo marcó el comienzo del fin del reinado de Carlos. En marzo del año 1808, ante la evidencia de la ocupación francesa, Godoy aconsejó a los reyes que abandonaran la península y se refugiaran en América. 

EL MOTÍN DE ARANJUEZ

Fue en ese momento cuando se produjo el motín de Aranjuez, levantamiento popular apoyado por el príncipe Fernando y los nobles opuestos a Godoy, contra los reyes aprovechando su presencia en el palacio de Aranjuez. ​ 

El trece de marzo, Godoy llega a Aranjuez procedente de Madrid y se toma el acuerdo de trasladar la Corte a Sevilla el día quince, para lo que se avisó al mayordomo del palacio y se dieron las órdenes definitiva sobre el movimiento de los ejércitos de Solano y Carrafa, al mismo tiempo que se mandaba venir sin estrepito a gran parte de las tropas que estaban en Madrid.

Esta decisión no sirvió para que los partidarios del Príncipe de Asturias mostraran de forma clara su oposición al viaje real que habría supuesto la pérdida de la supuesta amistad y protección de Napoleón y lograsen unificar a todas las fuerzas políticas del país.

En el Consejo de Ministros celebrado el día catorce, el marqués de Caballero se negó a firmar cualquier resolución que supusiese la huida de la familia real, y por primera vez se enfrentó a Godoy.

Al día siguiente el Consejo, que había sido previamente por el conde de Montijo, adoptó una clara postura de oposición a Godoy, desaconsejando el viaje real, negándose a publicar un bando tranquilizador en Madrid y, después de retrasar todo lo posible la marcha de Aranjuez de tropas, ordenando a éstas que impidieran a cualquier precio el viaje de la familia real a Andalucía.

En Aranjuez se intentó eliminar el descontento y la agitación que se palpaba mediante una proclama de Carlos IV, en la que desmentía la posibilidad de cualquier viaje.

El conde de Montijo y otros nobles habían soliviantado a los habitantes de los pueblos limítrofes para que acudieran a Aranjuez en defensa del rey. El plan que debía forzar la caída de Godoy estaba dispuesto para el momento en que Carlos IV, que sin duda terminaría obedeciendo al válido, abandonase el Real Sitio de Aranjuez. Hay, por tanto, en este plan tres componentes: una dirección nobiliaria, la utilización del pueblo y el apoyo del ejército.

En la noche del jueves diecisiete al viernes dieciocho se formaron en Aranjuez numerosos grupos de cuatro a seis hombres embozados y armados de palos que atravesaban en silencio las calles del Real Sitio, capitaneados por el conde de Montijo, rondando especialmente la casa de Godoy y las inmediaciones del camino de Ocaña.

E pretexto de la asonada fue el anuncio de la retirada de la familia real y de la Corte a Andalucía. La realidad era el odio existente contra Godoy, y le destrozaron la casa a hachazos la puerta principal y saqueado todo el palacio, menos una pequeña habitación con esteras y alfombras donde el valido se había encerrado con llave.

Los reyes, que se mantuvieron en vela toda la noche, quedaron espantados al enterarse del saqueo de la residencia de Godoy, sin duda recordaron el salto a las Tullerías durante la Revolución Francesa.

Como forma de apaciguar el tumulto organizado, Carlos IV cedió a las presiones de los ministros y de los cortesanos y firmó, a las cinco de la mañana, un decreto por el que tomaba personalmente el mando del ejército y de la marina, exonerando, por tanto, a Godoy de los empleos de generalísimo y almirante.

El diecinueve por la mañana Godoy, acosado por el hambre y la sed, tuvo que salir de su escondite y fue rápidamente descubierto. La noticia de la captura de Godoy se extendió rápidamente dándose cuenta a los reyes. Inmediatamente una numerosa y enfurecida turba de hombres y mujeres acudió al palacio de Godoy con ánimo de lincharle. La tropa, con una partida de guardias de corps, evitó que el pueblo entrase en el palacio y linchara al favorito de los reyes.

Motín de Aranjuez
Motín de Aranjuez

El Príncipe de Asturias logró calmar a la gente prometiéndoles que se haría justicia con Godoy, que acto seguido fue trasladado al cuartel de la guardia de corts, protegido por un escuadrón del mismo cuerpo. A pesar de esta protección llegó con un ojo saltado de una pedrada, un muslo herido de un navajazo y los pies destrozados por los cascos de los caballos.

Carlos IV viéndose privado de su hombre de confianza y siendo incapaz de tomar las enérgicas medidas que pedían las circunstancias, consultó, sin estar presente la reina María Luisa, con los ministros y algunos miembros de la Corte sobre la conducta que debía observar ante semejante situación.

El diecinueve de marzo, Carlos IV convocó a todos sus ministros y les leyó el siguiente decreto:

“Como los achaques de que adolezco no me permiten soportar por más tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos, y me sea preciso para reparar mi salud gozar en clima más templado de la tranquilidad de la vida privada, he determinado, después de la seria deliberación, abdicar mi corona en mi heredero y mi muy caro hijo el Príncipe de Asturias. Por tanto, es mi real voluntad que sea reconocido y obedecido como Rey y señor natural de todos mis reinos y dominios. Y para que este mi Real decreto de libre y espontánea abdicación tenga su exacta y debido cumplimiento, lo comunicaréis al Consejo y demás a quienes corresponda. Dado en Aranjuez, a diecinueve de marzo de 1808. Yo el rey”.

EL FINAL DE CARLOS IV

Comienza el reinado de Fernando VII.

Napoleón, receloso ante el cambio de monarca, convocó a la familia real española a un encuentro en la localidad francesa de Bayona. ​ Carlos y María Luisa partieron hacia Francia, precedidos por Godoy, al que habían solicitado a los franceses que liberasen, el veintidós de abril del año 1808. 

Napoleón animó a Carlos a que exigiese a Fernando la devolución de la corona y fue el árbitro en la disputa, que durante varios días sostuvieron padre e hijo. ​ Fernando VII, bajo la presión del emperador y de sus padres, devolvió la Corona a Carlos IV, el día seis de mayo, sin saber que el día antes Carlos IV había pactado la cesión de sus derechos a la corona en favor de Napoleón, quien finalmente designó como nuevo rey de España a su hermano José. ​

Napoleón dispuso el traslado de Carlos IV al palacio de Compiègne, situado a 80 km al norte de París y ya nunca regresó a España. La reina María Luisa de Parma fue acusada de llevarse las joyas de la Corona.

Al poco tiempo, el rey solicitó poder establecerse en Niza, pues el clima de la Picardía acentuaba los sufrimientos causados por la enfermedad de la gota que le aquejaba desde hacía años. 

El emperador acepta el traslado, aclarando que el mismo se produce por propia cuenta del rey, incumpliendo las promesas de compensaciones económicas que le habían sido hechas al monarca Carlos IV. 

Manuel Godoy también se exilió en Francia. Se separó de su mujer y vivió en el exilio con Pepita Tudó

No encontraron los reyes españoles acomodo en Niza, y agobiados por las deudas, se establecen en Marsella. No pasará mucho tiempo hasta que Napoleón mande a Carlos IV y su esposa María Luisa de Borbón Parma junto a su corte, al palacio Borghese de Roma, en donde se instalarán en el verano del año 1812.

Al caer Napoleón en 1814, Carlos y María Luisa se trasladan al palacio Barberini, también en Roma, donde permanecerán casi cuatro años viviendo de la pensión que les enviaba su hijo Fernando, quien ya repuesto en el trono de España, negó a sus padres el retorno. 

En ese mismo año, en un posterior acto, Carlos IV volvería a abdicar sus derechos al trono español en su hijo Fernando VII, el uno de octubre del año 1814, firmando el convenio en Roma, donde permaneció exiliado. ​ 

Carlos IV viajó a Nápoles para visitar a su hermano Fernando I de las Dos Sicilias y encontrar alivio a la enfermedad de la gota que le atormentaba, dejando en Roma a su esposa postrada en la cama con las dos piernas rotas y un estado de salud extremadamente deteriorada. Tras haber recibido la extremaunción el uno de enero de 1819, muere al día siguiente María Luisa de Parma.

Carlos IV informado del fallecimiento de su esposa, se disponía a volver a Roma el trece de enero, se vio acometido por un ataque de gota con fiebre del que no se recuperaría, muriendo apenas seis días después, el diecinueve de enero del año 1819.

Carlos se interesó desde su juventud por el arte. Violinista aficionado, en el año 1775 compró para la corte el cuarteto de instrumentos Stradivarius conservado actualmente en el Palacio Real de Madrid y se rodeó de un entorno musical privilegiado dirigido por el violinista y compositor Gaetano Brunetti.

El palacio real de Aranjuez
El palacio real de Aranjuez

También se interesó por la pintura, encargando obras a Luis Meléndez, Claude Joseph Vernet y Luis Paret. Nombró a Francisco de Goya pintor de cámara en el año 1789. 

Reunió además varias pinturas antiguas de máxima calidad, ahora en el Museo del Prado, como las dos tablas laterales del tríptico Werl de Robert Campin y dos famosas obras de Rafael: Sagrada Familia del cordero y Retrato de cardenal.

Durante su exilio en Roma reunió una colección de obras de arte en un pequeño palacio que mandó construir junto al convento de frailes jerónimos de San Alejo, en el Aventino. 

Fueron 688 cuadros que sus pintores de cámara, Madrazo y Ribera, se encargaron de inventariar a la muerte del rey y que en el año 1819 se trasladaron a España. Se conoce esta colección como la de San Alejo, parte de la cual se envió al Museo del Prado y el resto se repartió entre sus herederos.


BIBLIOGRAFÍA

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El final del reinado de Carlos IV