Diamantes para la dictadura del Proletariado
Con esta magistral obra, Yulián Semiónov inició la saga más célebre de la novela negra soviética, protagonizada por el intrépido agente doble Isáiev/Stirlitz.
El moscovita fue, igualmente, fundador y presidente de la Asociación Internacional de Escritores policíacos, algo realmente sugestivo en tiempos de dicha e inquietud… en proporciones notables. Y el sello asturiano, sensible a otras sagas literarias como la más popular del estadounidense Upton Sinclair, la originada en las peculiaridades del personaje Lanny Budd, vuelve al origen de la serie protagonizada por el agente Isáiev (o el agente Stirlitz) con la presentación de la primera entrega de la misma, "Diamantes para la dictadura del proletariado", relato que da salida a un periplo literario que nos acerca a la sociedad nacida tras la Revolución de Octubre.
Semiónov, a través de dicho relato, consigue llevar al lector hasta ese oscuro universo a través de un policíaco que, a diferencia de otros textos similares de la novelística y la cinematografía occidental del momento, convierte al infiltrado en uno de los personajes esenciales de la historia.
“Yeroshin -se lee en el primer capítulo de Diamantes para la dictadura del proletariado-, que era uno de los que sentían el tradicional respeto por los extranjeros, empezó a agitarse en la silla, pero el francés esbozó una sonrisa bondadosa y le tendió a Staritski su tarjeta de visita".
El crítico se metió la tarjeta en el bolsillo y preguntó:
-¿Del Komintern?
-Más bien de la Entente.
-Entonces tenga cuidado con Misha, es agente secreto de la Checa”. A partir de esos momentos, todo cambiará en Moscú. Y en la historia narrada: la abundancia de diálogos y párrafos llenos de frases cortas, detalles que ayudan a leerla sin esfuerzo, es el principal atractivo de Diamantes…, novela no exenta de otras bondades, como una indudable atmósfera realista que nos lleva a comprender el difícil camino a seguir por la inmensa mayoría de la población rusa (y no solo rusa) de aquellos años soviéticos (y no solo soviéticos, claro está).
Pero, bueno, una vez llegados a este punto, lo más recomendable puede ser acercarse al punto de salida, ponerse en camino de una vez (muy pronto, a la altura de “Moscú, 21 de abril”) y dejarse llevar… (En la imagen: Yulián Semiónov)
Publicado en Diario de Noticias de Navarra, diciembre de 2018