La lógica de la extrañeza | "Lo malo de una isla desierta", de Javier Echalecu
El autor se adentra en el primer libro de relatos del escritor y traductor Javier Echalecu. Califica sus cuentos de situaciones "suspendidas en un instante".
Narrativa | ENRIQUE ANDRÉS RUIZ
Traductor de autores italianos muy particulares, como el gran Salvatore Satta o la rara Alda Merini, profesional de amplia trayectoria en el sector público del Libro y el fomento de la lectura, Javier Echalecu ha tardado mucho tiempo en publicar sus relatos —sus cuentos, como él mismo los llama—. Su escritura, me consta, ha sido lenta, con mucho de batalla, a lo largo de años de continua revisión y reflexión. Que, por otro lado, él prefiera ese término —cuento— es ya una orientación hacia la condición exacta de estas concentradas, abstractas condensaciones literarias —no se me ocurre mejor descripción— reunidas al fin en Lo malo de una isla desierta.
Pero no es una cuestión simplemente de escenografía. En estos cuentos hay astronautas, seres mitológicos, ángeles y esqueletos; su contextura, no obstante, está lejos del género fantástico, es más, su singularidad, el éxito de su efecto, diríamos que estriba precisamente de que resultan asombrosa y misteriosamente reales, o naturales, para ser más precisos. Sin ir más lejos, el más próximo a los modos del género fantástico o extra natural —“Amor androide”— no es el mejor ni el más característico del conjunto. Naturalmente, la genealogía de ese modo de escribir, puntillosamente estilizado, se puede rastrear de Poe a Cortázar, pasando por Schulz o por Landolfi o por Felisberto Hernández. El cuento parece ascender por los aires en todos ellos como una roca perfecta e ingrávida que se hubiera desprendido de todo arraigo en el mundo conocido y sin embargo le perteneciera constitutivamente, a la manera de la isla, misteriosa e inalcanzable, que quedaba flotando en la pintura de Magritte.
Y el cuento es desde luego más capaz que las novelas de esa concentración propicia a la producción de la extrañeza. Ya es muy conocida la frase que André Breton, en el Primer manifiesto del surrealismo, atribuye a Paul Valéry como resumen de la falsedad, la banalidad, la engañifa infantiloide de los escritores y los lectores de novelas: “La marquesa ha salido a las cinco”. Cortázar la puso al comienzo de Los premios, y quien más quien menos entre los denostadores de las novelas la ha utilizado (Ortega no, porque a Ortega no le hacían falta frases de otros). Pero en realidad el dardo de la frase iba dirigido, más que contra las novelas, contra la concatenación causal y lógica de las acciones narrativas tal y como son construidas sobre el hilo del argumento tradicional (y aristotélico), y sobre todo contra la correspondencia que el manejo ingenuo del lenguaje da por hecha entre las palabras y las cosas. Pues bien, el humor, la extrañeza y el rechazo de esa lógica de lo real que manifiestan estos cuentos de Javier Echalecu, nos invitan, claro, a emparentarlos, por un lado, con el surrealismo, pero por otros, con esa estirpe reticente, que es de mucho mayor amplitud. En ellos hay, en todo caso, mucho más que una filiación literaria. Hay la voz de alguien extraño al propio autor que escribe, una voz o unas voces pulidas, aristadas, que se debaten por escapar a toda ingenuidad y nos hacen perder pie por donde más seguro parecía el terreno.
Javier Echalecu | Lo malo de una isla desierta | Editorial Pre-Textos | Valencia, 2021 | 152 pgs. | COMPRA ONLINE
ENRIQUE ANDRÉS RUIZ es escritor y crítico literario.