viernes. 19.04.2024

Hace catorce años ya hizo un primer intento de investigación pero la idea fracasó pese al apoyo de una editorial que le brindó un documentalista. No fue por falta de voluntad o de entusiasmo. Todo lo contrario: al cabo de unos días, el documentalista renunciaba, desesperado y frustrado. El silencio de los lugareños, el miedo y la desconfianza se habían impuesto a todas las expectativas. “No era un silencio mafioso––explica la escritora––, sino el rechazo a recordar toda esa historia de la posguerra”.

Alicia Giménez lo dejó por imposible durante algunos años. El mito de la Pastora parecía demasiado difícil de explorar. La historia de esa guerrillera hermafrodita, llamada Teresa Pla Meseguer, que mantuvo una lucha férrea contra el franquismo seguía viva en la memoria de los pueblos de la provincia de Castellón. Los recuerdos y los rumores de una maldición se habían enquistado en los montes donde había pasado gran parte de su vida. Su reputación de sangrienta y despiadada guerrillera del “maquis” se consolidó con el tiempo, se alimentó de diversos relatos, hasta convertirse en una verdadera leyenda.

“Hace dos años, una amiga me ofreció un libro sobre la Pastora”, nos explica la escritora. Al principio no dio mucho crédito a la oferta. Estaba casi segura de que se trataba de un libro dudoso, escrito por un desconocido poco informado. Sin embargo, al recibir el libro de manos de su amiga (un tomo de mil páginas escrito por José Calvo), todo cambió. Ella se dio cuenta de que gran parte de la información que necesitaba se encontraba en esas páginas.

“Entonces, empecé a trabajar de manera muy pasional ––comenta Alicia Giménez––. Le dediqué mucho tiempo, casi cinco o seis horas diarias”. Y así es cómo, poco a poco, fue tomando forma “Donde nadie te encuentre” (Destino, 2011), la última obra de la autora castellonense, que recibió este año el premio Nadal. Pero no todo resultó ser tan fácil: Alicia tuvo que sacar la información, hacer una gran limpieza de datos, construir unos personajes que no fueran caricaturescos y equilibrar la personalidad de cada uno.

Después de todo este proceso constructivo, Alicia Giménez comprobó que la Pastora no era solamente una persona cruel (como insistían los relatos de los lugareños), sino que también era capaz de otros sentimientos. La Pastora mostraba mucho amor por los animales y la naturaleza. Podía llegar a ser muy amistosa y demostró en numerosas ocasiones su capacidad de superación. “No era una bestia parda pero tampoco era una santa”, concluye la autora.

La trama se centra en el año 1956. Una época en el que el dolor de la guerra civil sigue siendo muy palpable. El silencio se impone en las cuestiones políticas y la dureza del franquismo es omnipresente. Depuraciones, intimidaciones, interrogatorios, marcan una región que, sin embargo, se destaca por sus paisajes y sus costumbres. Alicia Giménez describe con muchos detalles esa España rural de mediados del siglo XX. “Una España dura, brutal a veces”.

El proceso de escritura fue placentero e intenso. “Desde el principio me propuse acabar la novela ––explica Alicia––, y desde que empecé no me encontré con demasiadas dificultades”. Su forma de trabajar es quizás el garante de esa continuidad y ese interés. “Nunca trabajo con un plan previo ––admite––. Hay escritores que son arquitectos y hay otro tipo que son escultóricos. Yo hago parte de los últimos”:

Preguntada sobre las similitudes con sus obras anteriores, Alicia Giménez explica que esta última novela ha sido escrita de manera totalmente independiente sin querer crear un nexo en concreto. “No sé si hay concomitancias entre el personaje de Petra [uno de sus personajes más famosos de la autora] y La Pastora ––comenta––. Algunos lectores o críticos han visto elementos de novela negra”.

Encantada con el galardón que ha obtenido, Alicia Giménez no se plantea escribir una segunda parte. “No tiene sentido hacer una continuación ––sostiene ella––, salvo que mi editor me ponga un cheque enorme”.

Conversaciones con Alicia Giménez Barlett, premio Nadal 2011