viernes. 29.03.2024
HISTORIA

Conflictividad social en la crisis de la Inglaterra victoriana

Hace ya tiempo que la historiografía desmontó la tradicional e idílica imagen de la Inglaterra victoriana como un modelo político y socioeconómico ajeno a las grandes convulsiones que agitaron la Europa continental durante gran parte del siglo XIX. 

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Hace ya tiempo que la historiografía desmontó la tradicional e idílica imagen de la Inglaterra victoriana como un modelo político y socioeconómico ajeno a las grandes convulsiones que agitaron la Europa continental durante gran parte del siglo XIX. En el plano estrictamente social el coste de la Revolución Industrial fue enorme. No vamos a seguir insistiendo en esta cuestión sino que, siguiendo la tesis que matiza profundamente la supuesta edad dorada de aquella larga etapa de la historia británica, nos adentraremos en las consecuencias sociales de la Gran Depresión iniciada en 1873, la primera gran crisis del capitalismo, y la respuesta a la misma. Esta crisis determinó la división en el seno de los trabajadores y del movimiento obrero británico, como tendremos ocasión de comprobar.

En principio la bajada de precios benefició a todos los grupos sociales, como se puso de manifiesto en la alimentación. La carne, un lujo durante gran parte del siglo XIX, comenzó a aparecer en la mesa de los obreros. Hubo un evidente estímulo del comercio, surgiendo tiendas y almacenes en los barrios. También hubo un abaratamiento del transporte público, como el popular tranvía. Los salarios de los obreros cualificados, a pesar de la deflación, se mantuvieron relativamente altos gracias al poder y presión de las Trade Unions. La huelga, ya legal, era un instrumento muy eficaz y temido. Los sindicatos contaban con bolsas de resistencia para las huelgas, por lo que ya no era tan fácil romperlas. Además tenían un enorme control sobre la formación profesional e impedían que los patronos pudieran contratar a mano de obra menos cualificada para los puestos que necesitaban una formación alta. En conclusión, los obreros más cualificados resistieron muy bien la crisis. Estaríamos hablando de una verdadera aristocracia obrera.

Pero los trabajadores no cualificados, que eran la mayoría, no disfrutaron de las mismas ventajas. Aunque no vieron bajar sustancialmente sus salarios, las pagas siguieron siendo inseguras y las jornadas laborales muy largas, como mínimo de diez horas. Pero el problema principal era el aumento vertiginoso del paro. Se calcula que en tiempos de la Gran Depresión hasta un 30% de la población de la capital londinense tenía serios problemas para subsistir.

Esta situación explosiva de gran parte de la clase obrera, no atendida por el sindicalismo clásico, motivó el surgimiento de un nuevo tipo de sindicato para los más desfavorecidos y que se centró en tres grandes objetivos. Si el sindicalismo de los trabajadores cualificados buscaba el mantenimiento y/o mejora del status de sus afiliados, el nuevo sindicato recuperó y actualizó las antiguas reivindicaciones del movimiento obrero: mejora salarial y reducción de la jornada laboral. Aunque la principal demanda sería el mantenimiento del puesto de trabajo. Era un sindicalismo mucho más radical y eso asustó a la patronal, a las autoridades y hasta la clase media, ya acostumbrada al otro sindicato, compuesto por miembros que no se encontraban tan alejados de su propia condición socioeconómica.

La tensión volvió a Gran Bretaña cuando ya se había casi olvidado la que se había desatado en la época del cartismo, casi medio siglo antes. El 13 de noviembre de 1887 tuvo lugar el conocido como Bloody Sunday, es decir, el Domingo Sangriento. Una manifestación convocada en pleno centro de Londres, en Trafalgar Square para pedir la libertad del líder nacionalista irlandés Parnell terminó con más de cien heridos y dos muertos. Dos años después, en 1889, se produjo la primera gran huelga de trabajadores sin cualificación profesional. Era la huelga de los estibadores del puerto londinense. En 1890 se celebró la primera manifestación del Primero de Mayo. En 1893 los mineros de Yorkshire, las Midlands y del Lancashire paralizaron las minas durante casi cuatro meses, algo inaudito. En ese año se alcanzó un récord de horas perdidas por huelgas.

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Esta conflictividad generó una intensa represión pero también la reacción de los políticos y pensadores más conservadores. Para los gobiernos y la patronal el estallido de huelgas sería la causa de la crisis económica y las dificultades por las que pasaba el Taller del Mundo, cuya hegemonía era ya seriamente cuestionada por la potencia económica de Alemania y de los Estados Unidos. En este clima se agudizó también el darwinismo social.

Pero también es cierto que esta conflictividad supuso la entrada en una nueva etapa del movimiento obrero en Gran Bretaña, la que permitió el nacimiento del socialismo de tipo anglosajón, ya que surgieron pensadores que consideraron que esta agitación se terminaría si se alcanzaba la justicia social y el fin de la evidente miseria que se vivía junto con la opulencia más ostentosa. Así pues, en 1884 un grupo de seguidores de Marx fundaron la Social Democratic Federation, de la que se escindiría la Liga Socialista de Morris. Pero el marxismo no terminaría de cuajar en Gran Bretaña.

El socialismo británico se canalizaría a través de la Sociedad Fabiana, creada en 1884. Este socialismo pretendía la vía reformista aunque intensa de cambio. No se planteaba la revolución, sino el camino de las reformas, de la formación, y de ir logrando avances concretos hasta llegar al final de la transformación socioeconómica. En este grupo destacarían las figuras de Sidney y Beatrice Webb o de Bernard Shaw, autor del más importante programa del grupo, publicado en 1889 con el título de Fabian Ensays in Socialism. Los fabianos serían muy influyentes, a pesar de constituir una élite muy minoritaria. Consiguieron que calaran ideas de justicia social y la necesidad de mejorar concretamente la vida de las personas, ante la lamentable situación social de la mayoría de la clase obrera. Al final del período, después de varias peripecias, que hemos estudiado en otros artículos, llegaría la hora del Partido Laborista.

Conflictividad social en la crisis de la Inglaterra victoriana