viernes. 19.04.2024
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Elena del Olmo Andrade |

El umbral de la noche, publicado en 1978, significó la primera recopilación de relatos cortos del archiconocido autor Stephen King. Asiduo del terror y el fantástico, gran parte de su trabajo ha sido adaptado a la gran pantalla. Desde la inolvidable Sissy Spacek en Carrie o el trabajo de Stanley Kubrick en El Resplandor hasta el popular payaso It de Bill Skarsgård o el remake de Salem´s Lot, aún en fase de preproducción, los libros de King son una fuente inagotable de pesadillas. El relato The Boogeyman, de apenas unas veinticinco páginas, ha sido revivido por el británico Rob Savage, responsable de trabajos tan lejanos de esta adaptación como Host o Dashcam.

Bebiendo de una única conversación entre el Doctor Harper y Lester Billings, protagonista del relato y única víctima con vida del horror, Savage compone toda una historia en torno a la familia Harper. Lo que el relato sugiere, la película expande y muestra sin reparos. Relegando el protagonismo a la hijas del psicólogo, Sadie y Sawyer, el punto de vista se desplaza a la juventud, traumatizada por la accidental muerte de su madre. Con esta sinopsis, lejos en tono y estructura del relato original, The Boogeyman se abre paso a las salas de cine tras el entusiasmo de la audiencia en sus proyecciones de prueba, evitando así un estreno exclusivo en la plataforma de streaming Hulu, o Disney+ en nuestro país.

Con la temida calificación “PG-13” la cinta se aleja de otros estrenos de terror más atrevidos, explícitos y adultos, cayendo en un tono melodramático que recae en tropos familiares, previsibles, que fallan en dotar a los personajes de multidimensionalidad. A pesar de que el trauma de las niñas está inevitablemente atado a las apariciones del tétrico hombre del saco, los jumpscares están a la orden del día y la atmósfera, muy oscura y a ratos inquietante, se desinfla a medida que el monstruo gradualmente emerge de las sombras y se revela ante el espectador. La tensión inicial, la duda, la línea entre lo tangible y lo imaginario se disipa, borrando cualquier vestigio de intriga. A pesar de esto, logra momentos de angustia con dos ojos casi imperceptibles en la oscuridad o una escalofriante voz proveniente del armario pero una vez el volumen baja y uno se recompone en su asiento, nada perdura en la memoria.

El aspecto psicológico en el que King ahonda, el terror que los padres sienten ante cualquier amenaza que pueda acechar a su pequeño y la consecuente crítica a la sobreprotección que los mismos ejercen sobre sus hijos queda superficial. Siempre puede ser una metáfora, pero el monstruo es un monstruo, gracias al poder del CGI. Otras cintas, como la aclamadísima The Babadook, profundizan en estas cuestiones y recuerdan, a ratos, al germen de la cinta de Savage. Sin embargo, el limitadísimo personaje del Doctor Harper, escéptico ante el testimonio de sus hijas se mantiene ausente, en pantalla y en personaje, durante gran parte del metraje. La familia, como unidad, es una de las claves de la cinta, recayendo en los valores tradicionales del amor, la bondad y la fe, aunque a través de elementos y situaciones más que vistas anteriormente. El aspecto melodramático vence al siniestro hombre del saco, rebajando la seriedad de la cinta que, a pesar de ser levantada por las dotes interpretativas de Sophie Thatcher, se queda en una utilización muy simple de convenciones muy vistas en el género.

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La absoluta oscuridad del armario, la lámpara en forma de luna de Sawyer y el mimetismo del monstruo en la penumbra de la casa de los Harper no consigue levantar una película que se tambalea en excesivas escenas lacrimógenas. A pesar del trabajo de fotografía de Eli Born (Hellraiser, 2022), un sólido reparto y una premisa lista para ser explotada, The Boogeyman deja pasar la oportunidad de ser una cinta de terror memorable, o al menos superior a la media, para dejarse llevar por convenciones típicas del género, un ritmo anticlimático y una resolución de arcos vaga y predecible. Correcta para pasar el rato, darse algún que otro susto y, como mínimo, introducirse en el género. La reproducción de voces humanas por parte del hombre del saco, la confusión entre realidad y delirios mentales y el monstruo como figura intocable, inmaterial, consolidada por el temor infantil, se desvanecen antes de tiempo, dejando al despertador con una historia insustancial y apenas entretenida. A veces las historias de King deben permanecer en papel para lograr esos tan temidos pero ansiados terrores nocturnos.

The Boogeyman: la enésima película más terrorífica del año