sábado. 15.06.2024

 

Torres-Remírez | @jostorresremrez

En la historia del cine nos encontramos ante tres películas que han sido consideradas como la trilogía del demonio, ya que tocan ese tema tan peliagudo como es el anticristo. Estas películas son: “La semilla del Diablo” (1968), “El exorcista” (1973) y “La profecía” (1976). Tres clásicos indiscutibles que han marcado el cine de terror en particular y la manera de disfrutar del cine en general. 

Cuando nos acercamos a “Late night with the devil” (2023) [su nombre en español, “El último late night”, aunque tiene sentido, pierde el toque del original], nos damos cuenta de que estamos ante una obra que se puede competir con las tres películas anteriores. Esto lo puede hacer por todos y cada uno de los aciertos que tiene, desde el argumento, hasta la puesta en escena, pasando por el elenco actoral. En definitiva, si algo podía salir bien en una película, aquí ha salido de maravilla. 

Lo más difícil de esta reseña es no hablar más de lo necesario, porque, aunque hay películas que por mucho que se cuenten detalles o trozos no se desvela nada, aquí cualquier cosa importa. Todos los detalles son importantes. No hay nada dejado al azar. Esto se debe a dos motivos muy importantes; el primero, el amor que demuestran los directores y guionistas, los hermanos Cairnes, al género de terror. El segundo, el presupuesto tan ajustado que tenían. 

Estamos ante una obra que puede competir con las tres películas anteriores: “La semilla del Diablo” (1968), “El exorcista” (1973) y “La profecía” (1976)

Cameron y Colin Cairnes, son dos amantes del género que han decidido ponerse a dirigir. No miran el terror por encima del hombro, como sí lo hace la mayoría de los directores. El terror no es un género menor, sino que es un género que puede hablar alto y claro de los problemas de la sociedad, sin tener que dar discursos moralistas. Y eso es lo que han intentado (y conseguido) en esta película. La crítica contra una televisión amarillista que sólo busca la audiencia por audiencia. Y no sólo la televisión, también el actual sistema cultural, en el que importa más ser trending topic que la calidad y la integridad de lo que se está haciendo. Y todo esto contado en una película que dura poco más de 90 minutos. Ojalá los grandes estudios aprendan y empiecen a hacer películas con alma (aunque sea endemoniada), como esta, que no cosas salidas de un logaritmo. 

Por cierto, esta película respeta tanto el género que en el último festival de Sitges fue ampliamente aplaudida por dos colectivos que suelen estar enfrentados: críticos y público. Es cierto que no consiguió el premio a mejor película, pero se lo merecía (sin desmerecer a la ganadora “Cuando acecha la maldad”). 

La pasión por el género hace que la película, siendo original, o todo lo original que se puede ser en una época en la que ya se ha hecho de todo, tiene multitud de referencias y guiños al género. Quizás el más obvio es el de “Carrie” (1976) de Brian de Palma, pero no por eso deja de ser fantástico. Otra referencia, y está un poco más velada es a la idea de Rodrigo Cortés en “Luces Rojas” (2012). Aunque, a diferencia de Cortés, los hermanos Cairnes aman el género y sienten la necesidad de transmitirlo. Esto se comprueba porque los personajes transmiten algo al espectador, aunque sea odio.  

El terror no es un género menor, sino que es un género que puede hablar alto y claro de los problemas de la sociedad, sin tener que dar discursos moralistas

Otra de las referencias que podríamos encontrar es a “Ghostwatch” (1992), este homenaje es muy claro, el problema estriba en que empieza a ser una película menos conocida, por lo que los espectadores que no estén tan dentro del mundo del terror, no la reconocerán. También ocurre esto con “Deliria” (1987), película que en España es conocida como Aquarius del director Michele Soavi. Demostrando así la de horas y visionados de películas clasificadas de serie b que han disfrutado los hermanos Cairnes. Porque en la propia película se observa que su pasión por el terror no viene, como muchos directores actuales, de las películas de culto, sino que han bajado a esa sección del videoclub que es denostada por los directores que se creen artistas y sólo son elitistas. 

Por otro lado, toda la película es un homenaje a una manera de hacer cine que ya no existe. Esto se logra al ubicar la acción en la marginada década de 1970. Una década donde transcurren algunas de las películas que han sido vitales en la historia de los directores, pero también una década gris, salvaje y violenta. Un poco anárquica. Lo cual viene estupendamente bien al argumento, porque el terror no es algo que siga unas reglas, sino que pone todo patas arriba. Un explotation que hace honor a su espíritu. 

Y como no, esto ha sido coronado por la actuación de uno de los actores más versátiles (y que siempre transmite cierto malestar) de las últimas décadas como es David Dastmalchian, eterno secundario que aquí nos brinda una actuación de diez. Si la película es genial, su brillante interpretación de un hombre que busca el éxito a cualquier precio hace que estemos ante una obra mayúscula. 

En definitiva ¿Puede esta película estar a la altura de la trilogía del diablo? Tiene mi voto, ahora es momento de que ustedes, el público, decidan. 

'Late night with the devil': ¿la cuarta película que necesitábamos?