sábado. 20.04.2024

El comer es una necesidad vital, biológica, que en una primera aproximación se podría definir, en visión de los economistas, en un simple balance de ingresos y gastos. Pero al igual que a otros aspectos de la vida humana a los que se les ha querido dar una visión mecanicista o de desplazamiento de equilibrios químicos, el comer no se rige solo por un balance de nutrientes con los efectos complementarios de vitaminas, oligoelementos y funcionales específicos como algunos intentan hacer creer.

En nuestras colaboraciones siempre hemos mantenido que el comer es algo más que un pienso que debe estar equilibrado. Recuerde nuestro artículo "¿Somos lo que comemos? o ¿Comemos lo que somos?” aparecido en estas páginas.

Siguiendo el estudio de la influencia de la cultura en el comer, un grupo de antropólogos organizan el IV Congreso Internacional del Observatorio de la Alimentación situado en la Universidad de Barcelona a celebrar en junio del presente año bajo el título: Otras maneras de comer: Elecciones, convicciones, restricciones”.

Es fascinante tan solo leer la convocatoria que abre la mente del más profano a comprender situaciones que, probablemente, conozca del día a día. Me remito a citar algunos fragmentos:

(…) “La alimentación ha estado sujeta a reglas y costumbres que se entrecruzan en diferentes niveles de simbolización. Los usos del alimento y sus combinaciones, el orden de los mismos, la composición, el número y las horas de las diferentes ingestas están codificados de un modo más o menos preciso, resultado de un proceso cuyo significado y razón cabe buscarlos en la historia de cada sociedad o cultura. Dado el significado simbólico de los alimentos, las prácticas alimentarias de un individuo se identifican con un determinado grupo social, étnico, de edad, ideológico, religioso…

Sin embargo, en un contexto de hipermodernidad, parece haberse modificado la relación tradicional con la alimentación que ya no se basa tanto en la cultura heredada sino en múltiples y diversas consideraciones exteriores a la misma -ideológicas, éticas, estéticas, de salud- que se superponen al modelo alimentario establecido. En cualquier caso, en cada cultura o país, las situaciones pueden ser diferentes. Mientras unas dejan más autonomía a los individuos y valoran la elección como un ejercicio de libertad y responsabilidad, otras dan más importancia a la comensalidad y a las reglas sociales relativas a la mesa. El individualismo contemporáneo tiende a dejar cada vez mayor autonomía alimentaria a los individuos, aunque en contrapartida se les exige más responsabilidad en relación a la necesidad de adoptar una “alimentación saludable”.

La sociedad contemporánea no cesa de inventar formas de alimentación susceptibles de contribuir al incremento de la autonomía, de la independencia, de la privacidad de los individuos. Pero que los individuos sean “libres” para comer cualquier cosa no quiere decir que la sociedad no le proponga “buenas razones” para comer unos alimentos en lugar de otros. Las “razones” pueden ser médicas o de salud (trastornos del comportamiento alimentario, enfermedades, intolerancias y alergias alimentarias diversas, ayunos “terapéuticos”), religiosas (Kosher, Halal, Ayur-veda…), ético-morales (vegetarianismo, macrobiótica, crudivorismo…), ecológicas, socioeconómicas (ecologismo, freeganismo, alimentos de proximidad, servicios asistenciales…), estéticas (regímenes de adelgazamiento o de musculación…), etc. Estas concepciones son, obviamente, muy diferentes entre sí por lo que refiere tanto a sus razones como a las implicaciones. La restricciones alimentarias motivadas  por una razón fisiológica, como la celiaquía, implican una “excepción necesaria”, un “imperativo individual” y una “respuesta social”. Las restricciones personales, por su parte, pueden ser motivo de orgullo, de autosatisfacción y/o de reivindicación y pueden presentarse revestidas de una “función de expresión de valores” en la medida que permiten comunicar a otros sus más íntimas convicciones. Cada uno de estos particularismos alimentarios implica diferentes tipos y grados de exclusión o de auto-exclusión de los usos alimentarios tradicionales relacionados con la comensalidad y, en cierta medida, los cuestionan.

A partir de estas consideraciones, el congreso pretende abordar la multiplicación de otras maneras de comer que han aparecido y siguen apareciendo en nuestra sociedad como consecuencia de factores diversos como son la progresión del individualismo, de la medicalización, del multiculturalismo y de la crisis socioeconómica y de su cuestionamiento social. Así, el congreso pretende responder a cuestiones como las siguientes: ¿La progresiva pérdida de sociabilidad alimentaria está expresando una pérdida de sociabilidad en general, una progresiva disminución de la cohesión social y, por tanto, un aumento de la fragmentación social? O, simplemente ¿se trata de una manifestación más de una sociedad reflexiva, caracterizada por el aumento del individualismo y de la racionalización que está asignando a la alimentación un nuevo lugar y papel cuyos contenidos socio-culturales están, todavía en proceso de construcción? ¿Hasta qué punto las diferentes maneras de comer reflejan una nueva sociabilidad, que abandona las estructuras de sentido colectivo pasadas para formar otras más acordes con las experiencias individuales?” (…)

Tan solo el planteamiento nos lleva a descubrir la complejidad del comer. Es de agradecer a los organizadores el incluir la problemática de la alimentación en tiempos de crisis. Abordan con realismo la problemática alimentaria del llamado primer mundo, rico con amplias lagunas de pobreza. Para el caso inverso (el llamado tercer mundo) se requiere otro congreso específico.

Fundación Triptolemos colabora en la mayor articulación del sistema alimentario global, para que ello redunde en una mayor disponibilidad y calidad de los alimentos,  en la confianza y dignificación, en un entorno de sostenibilidad global. Y con  la convicción de que no puede haber un desarrollo sostenible y equilibrado socialmente si, en la base, el sistema alimentario global no mantiene el equilibrio entre todos sus actores. 

Muchas maneras de comer