miércoles. 24.04.2024
moviles480

Esta es una de las frases más repetidas en las comidas y cenas familiares de las pasadas navidades. La frase no  sólo ha ido dirigida a los más jóvenes de la familia, sino en muchos casos a los tíos, tías… e incluso a los abuelos.

En mi casa sin ir más lejos tuvimos que prohibirle a la abuela que dejara el artefacto encima de la mesa. No paraba de mirarlo y desatendía lo fundamental. Las gambas, el jamoncito, el paté y esas cosas ricas que tanto cuesta conseguir.

La abuela Carmen nos explicó a todos que últimamente con los dolores de la rodilla va muchos menos a las tiendas con sus amigas y que ya le cuesta recorrerse las plantas de los grandes almacenes. Sin embargo como ha sido siempre muy gastona y desde que se nos ocurrió regalarle un aparato para tenerla localizada y le pusimos internet lo primero que le interesó fue como poder comprar cosas utilizando el teléfono.

Al principio le costó un poco la verdad, y además tenía mucho miedo a dar su número de la libreta de ahorros cada vez que quería encargar un jersey, una colonia o los regalos para los nietos. Sin embargo nos contó que una mañana en la panadería le habían contando que con unas tarjetas que se podían pagar en efectivo allí mismo (más información haciendo click aquí) y en otros muchos sitios podía comprar por internet sin tener que dar el número de la libreta, ni de la tarjeta de crédito.

Así es que ni corta ni perezosa se compró una tarjeta de cien euros para hacer la prueba y se la fue gastando comprando cosas hasta que se le acabó y la fue recargando en el mismo sitio.

Nos contó lo que son las tarjetas prepago y que le daban mucha seguridad, porque ha escuchado en la radio que hay mucha gente y mucho dinero detrás de gente que se dedica a robar los números de las tarjetas y de las cuentas corrientes y sacar el dinero en cuanto pueden.

También ha empezado a utilizar este sistema de pago para encargar los productos del supermercado, sacar entradas para el cine y sobre todo… de la farmacia que es una de sus mejores clientas.

Sus nietos Miguel y Ana, de diecisiete y catorce años, dijeron que como no tienen  libreta de ahorros ni tarjeta, también usan ese sistema para la compra de juegos, libros, discos y participar  en sorteos. A la tía Laura no le gustaban nada ese tipo de tarjetas porque asocia todo lo que tiene que ver con internet con juegos de póker, apuestas y vídeos pornográficos.

Menos mal que la abuela Carmen puso las cosas en su sitio  y aclaró que siempre hay que controlar los gastos sea con dinero, tarjetas o lo que sea y que por supuesto hay que evitar esos peligros que están tanto en internet como en la calle y sobre todo que hay que intentar dar lo menos posible las claves por teléfono o por internet.

¡ Y luego dicen que no se enteran de nada las abuelas ¡

“Deja ya el móvil por favor”