viernes. 29.03.2024

logo-triptolemosSilente, pero constante, el desarreglo en el correcto funcionamiento del sistema alimentario está siempre presente en cualquier movimiento social. No es el único factor pero es la gota que colma el vaso por su característica de necesidad permanente y universal, todo el mundo lo sufre y lo entiende y culpabiliza en mayor o menor medida.

El defectuoso funcionamiento tiene, como todos los mecanismos, distintos niveles de ineficacia y de ello distintos niveles de respuesta de los ciudadanos, malestar, tensiones…revolución. Pero el sistema alimentario es apolítico, es sólo un óptimo indicador de que la sociedad funciona en un aspecto de su subsistencia. Puede ensalzar y hundir la misma revolución si las ilusiones puestas en ella  en este aspecto no se cumplen.

Hay un ejemplo reciente, la hambruna ayudó a la revolución rusa (1917) en dar argumentos de fácil comprensión. Pero la misma situación ayudó  a su extinción. En su “perestroika” y “glasnost”, Gorbachov anunciaba en el Politburó (23/Abril/1987): “En agricultura pondremos acento en la tecnología intensiva, en la transformación, la conservación y el transporte de productos”, toda una definición de uno de los ejes básicos del sistema que no había sido comprendido por la revolución, y de tal forma no había comprendido su valor estratégico que en los últimos años había necesitado, señal de su debilidad, la discreta ayuda alimentaria de su máximo enemigo en la “guerra fría”.

La función de la política es modular las tensiones, prever las problemáticas y sus soluciones para no llegar a situaciones de revolución.

Con motivo de las recientes elecciones generales en el estado español, la Fundación Triptolemos remitió a todos los partidos políticos con posibilidad de acceder a las Cortes unas reflexiones sobre el sistema agroalimentario que en su opinión deberían considerarse, en aras de un mejor futuro para la sociedad, en sus desarrollos programáticos, en el bien entendido de que estas reflexiones son conceptuales, no recetas de solución. Cada partido tendrá las suyas, si son acertadas o no, como hemos visto, la historia lo certifica y premia o castiga.

De esta iniciativa se derivan algunas reflexiones relevantes:

Los derechos humanos son inherentes e indivisibles. El derecho a la alimentación es un derecho fundamental y por ello, sin negar la libertad individual,  el sistema alimentario por sus características de elemento esencial, ha sido objeto desde los inicios de la civilización, de regulaciones colectivas ya sea en forma de leyes civiles o de reglamentaciones religiosas a tal fin.

Las acciones políticas deben orientarse a través de leyes y/o regulaciones para equilibrar el sistema y garantizar la disponibilidad y seguridad alimentaria. La responsabilidad política se centra, en conseguir la disponibilidad de alimentos a través de un conjunto de acciones dentro de un marco de ética y sostenibilidad que genera un equilibrio y confianza en todas las áreas del sistema, condición indispensable para su armónico y eficaz crecimiento. Para ello hay que respaldar 2 motores fundamentales: las universidades y centros de investigación y las actividades empresariales de todo tipo que materializan la innovación y la ponen a disposición del ciudadano, considerado como algo más que un mero consumidor.

El grupo de trabajo de la Fundación Triptolemos “Red de Campus de Excelencia Internacional con actividad Agroalimentaria” es el resultado de agregación entre instituciones, y debe convertirse en una herramienta clave de interconexión entre la Universidad y el sector, la Administración y la Sociedad en general y permitir posicionar a las universidades españolas en una posición estratégica en un mundo cada vez más globalizado y más preocupado por la agricultura, la tecnología alimentaria, la salud y la problemática política que deriva de sus disfunciones en la disponibilidad.

El poder político debe asegurar la capacidad de las instituciones universitarias en las áreas de formación e innovación como punto final de su responsabilidad.

El sector agroalimentario español es el primer sector industrial del país (17% del PIB industrial y 7% del PIB general) y se sitúa como el cuarto de la UE pero hay algunas disfunciones claramente mejorables a este planteo, entre ellas:

  • La importancia del sector agroalimentario en España no se ve respaldada con cifras similares en lo que respecta a nivel de innovación en el sector y eficiencia del mismo.
  • La coordinación entre los diferentes actores del sistema alimentario mejoraría y potenciaría de forma clara las sinergias y la obtención de resultados tanto a nivel nacional como internacional.
  • El respaldo y el buen resultado de las iniciativas de acercamiento entre el sector empresarial y las universidades y centros de investigación e innovación hacia un diálogo común.

La particularidad de la actividad empresarial agroalimentaria está sometida a dos conceptos directrices: en primer lugar son empresas y por tanto sujetas a los objetivos y regulaciones del entorno social en que se mueven. En segundo lugar y es una especificidad básica que solo se da en estas empresas, son empresas que cumplen una función primaria: dar servicio de alimentar a la población, dar servicio a un derecho fundamental. La colaboración entre el mundo político,  las instituciones de control y seguridad y  los programas de desarrollo específico debe de ser amplia. En este punto deben coincidir los objetivos políticos, para el buen funcionamiento de la sociedad y los empresariales.

El poder político debe considerar el aspecto específico de las actividades agroalimentarias por su aportación a la economía y su contribución al equilibrio social, y por tanto, su consideración a la mayor efectividad del funcionamiento del sistema, en sus aspectos económicos globales de ayuda a la innovación, a la correcta alimentación del ciudadano, a la exportación de nuestra identidad agroalimentaria...

Fundación Triptolemos desde su modelo del sistema alimentario colabora en la optimización y articulación de su funcionamiento, para que redunde en una mayor disponibilidad y calidad de los alimentos, en la confianza y dignificación, en un entorno de sostenibilidad global, en la convicción de que no puede haber un desarrollo sostenible y equilibrado socialmente si, en la base, el sistema alimentario global no mantiene el equilibrio entre sus actores.


Ramon Clotet, Secretario de Fundación Triptolemos para el desarrollo agroalimentario

Carta a los partidos políticos sobre desarrollo agroalimentario