jueves. 25.04.2024

Sepan los lectores de nuevatribuna.es perdonar la insistencia pero es que no nos dan respiro. Si al final tuvo razón el anónimo abogado pasillero del diario supuestamente argentino La Nación: el tribunal neoyorquino se movió rápido pero no en el sentido que señalaba esa publicación (y la otra, el inefable Clarín).

Al mismo tiempo que la presidenta Cristina Fernández presentaba, en el acto de apertura de las sesiones del Congreso, su informe sobre el estado de la Nación, la Cámara de Apelaciones de Nueva York cursaba a Argentina un pedido para que presente, antes del 29 de marzo, un plan de pagos para hacer frente al reclamo de los fondos buitres.

La cuestión dista mucho de estar solucionada pero, recordemos una vez más, lo que esperaban los inversores especulativos y los medios de comunicación afines es que se confirmara el fallo del juez de primera instancia Thomas Griesa y Argentina tuviera que pagar todo el monto reclamado (1350 millones de dólares), en efectivo y de una sola vez. Pues no, al menos no aún.

Desde el Congreso, la presidenta argentina anticipó de viva voz la respuesta: “Estamos también dispuestos a pagarles a esos fondos buitres pero no en mejores condiciones que a los demás bonistas porque eso sería defraudar, estafar a todos los que confiaron en Argentina”, aludiendo a quienes aceptaron las dos reestructuraciones de la deuda. “Vamos a seguir pagando nuestras deudas en dólares como lo venimos haciendo desde el 2005. Pero no vamos a defraudar a la mayoría de los bonistas”, afirmó para despejar el panorama frente a la rumorología defaultista imperante.

Hizo referencia también a la historia señalando que los fuertes endeudamientos de los países emergentes coinciden con ciclos expansivos de los países desarrollados que, en momentos de crisis, se retiran y empujan al default a los emergentes. Y que ello se vio agravado en Argentina por la dictadura militar, primero, y por la política neoliberal de paridad cambiaria 1 dólar=1 peso, después, que llevó al país a un desastre social, político y económico sin precedentes: “el infierno”, como lo denominó el entonces presidente Néstor Kirchner (2003-2007), con más parecidos de los que sería de desear con la actual situación que atraviesa hoy España.

Desde entonces, “hemos hecho un esfuerzo descomunal: sin acceder al mercado de capitales estamos pagando regularmente nuestras deudas, rigurosamente”. Aludiendo a los organismos internacionales y al mundo financiero en general, señaló que “el problema es que no nos perdonan que no hayamos contraído nuevas deudas, nos quieren volver a endeudar para pagar deuda financiera. Y que hemos ido a contramano de lo que querían que hiciéramos y nos ha ido bien. Eso es lo que no nos pueden perdonar”. La deuda pasó de representar el 140% del PBI en 2003 al 47% en la actualidad.

En cuanto a un posible fallo adverso para Argentina por parte de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, la presidenta indicó el carácter de “leading case” (caso testigo) y su fuerte implicación política además de económica: “Los principales dirigentes mundiales, los titulares de los organismos multilaterales y los presidentes de los países van a tener que definir si permiten que un puñado que se cuenta con los dedos de una mano arruine a todo el mundo, con millones de desocupados, desahuciados que se suicidan; o van a privilegiar a sus pueblos, a sus países, a sus patrimonios.”

“Eso es lo que está en juego hoy en el mundo”, afirmó Cristina Fernández. “Es muy posible que muchos países, más temprano que tarde, pese a que se niegan, tengan que reestructurar sus deudas con quitas importantes y plazos largos. Si no, cómo van a pagar Grecia, España e Italia”.

“No hay una ley de quiebras internacional, pero todo país tiene la suya. Cuando uno reúne a la mayoría de los acreedores, que está de acuerdo con la propuesta de pago, el juez la homologa”, planteó la presidenta.

Cuando la economista Anne Krueger, ex número dos del Fondo Monetario Internacional, presentó una propuesta para regular la materia en el plano internacional, el gobierno de George Busch Jr. impidió que prosperara, tal como querían los fondos especulativos. Krueger apoya la posición Argentina en la controversia con los fondos buitre.

En concreto, sobre el juicio actual sostuvo que “lo peor de todo es que de triunfar esta postura absurda del 7 % que quiere condicionar al 93%, si la Argentina tuviera que volver a pagar 170 mil millones de dólares, no podría hacerlo”. Se refería al monto de la deuda original.

Finalmente, apuntilló: “si hay un país o una justicia o un sistema que elige perjudicar a un 93% para beneficiar a un 7% y perjudicar las finanzas y el equilibrio financiero del mundo, empezaría a dudar si la puedo tratar de justicia”.

Mientras tanto, igual que ocurriera en diciembre, los bonos argentinos cayeron por los suelos primero y tuvieron una recuperación importante casi inmediatamente. Entre lo primero y lo segundo, el ministro de Economía de Argentina, Hernán Lorenzino, sugirió que no sería de extrañar que volvieran a subir rápidamente de manera tan irrazonable como bajaron; y que

sería bueno conocer quiénes estaban comprando los bonos devaluados porque eso también nos daría algunas pistas sobre las maniobras especulativas en curso.

Esta saga de notas sobre los fondos buitres también podría titularse: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”. Esperemos que no se comprenda demasiado tarde.

Y dale con los fondos buitre