jueves. 28.03.2024
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La sucesión de escándalos protagonizados por miembros del gobierno y por el propio presidente argentino, ha sido, en dos años y medio de gestión, una constante que ha logrado sortear el impacto en la opinión pública, merced al blindaje mediático ejercido por la hegemonía del aparato comunicacional del oficialismo.

Al gobierno no le hizo falta más que promover la idea de que las denuncias por corrupción, lavado de dinero, inadecuadas contrataciones por obra pública, falsificación de identidades, millonarias cuentas en paraísos fiscales, especulación financiera con dinero público, incompatibilidad en negocios administrados por ministros que incrementaron su patrimonio gracias a sus propias decisiones en economía, etc, etc, fueron realizadas por “el kirchnerismo”.

El kirchnerismo le ha sido de utilidad al gobierno actual para culpabilizar los desatinos de una gestión que de momento ha demostrado gran aptitud para el beneficio propio.  La “pesada herencia” fue el latiguillo con el que el oficialismo justificó las dudosas maniobras que –de no haber sido por el blindaje mediático- hubieran provocado levantamientos populares.  Buscando cuentas offshore de la anterior gestión, los medios macristas se toparon con las pertenecientes al titular de la actual gestión. Sin embargo la “inocencia” de Macri quedó sellada con un “es todo legal”. Y esa facción de la sociedad que deseaba ver entre rejas a Cristina Fernández de Kirchner, fue la que repitió la versión oficial con la que los medios del poder  ilustraron sus portadas “Es todo legal”.

Lo mismo sucedió con la causa “Dólar futuro”. El  juez federal Claudio Bonadio envió a juicio oral por esta causa a Cristina Kirchner, por ordenar vender dólares a futuro a un precio menor que el mercado, lo que –según Bonadío- provocó un perjuicio económico al Estado por 54 mil millones de pesos. Sin embargo, operar en el mercado de futuros es una de las herramientas con las que cuenta el Banco Central para desinflar una inusual demanda de dólares que ejerce presión sobre su cotización. Y en manos del macrismo, este mismo instrumento no parece ser delito. Por medio de esta operatoria, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, (ya retirado del gobierno de Macri) vendió a principio de año más de 350 millones de dólares. ¿Y qué hicieron los mismos medios que pedían juicio contra la ex presidenta por esta misma causa?. “Es un instrumento legal de la economía”, sostuvieron con grandes caracteres.

Las recientes afirmaciones del Papa sobre el uso de los medios de comunicación como paso previo a una dictadura fueron interpretadas rápidamente como referencias a la coyuntura argentina. “Todas las dictaduras han comenzado así, adulterando la comunicación, poniendo la información en manos de una persona sin escrúpulos”.

“Quienes conocen al Pontífice saben que el mal uso de la información y la validación de la mentira fue siempre una de sus preocupaciones constantes”, explicaron desde la Santa Sede.

Para la prensa oficialista y miembros del gobierno de Macri, el Papa Francisco se ha convertido en uno más de los muchos enemigos que cree poseer. Solo basta con recorrer cuáles han sido las argumentaciones que han desplegado para estigmatizarlo. “La estrategia de manipular a Francisco puede esconder la negativa a hacernos cargo de nuestros propios errores”, señaló respecto de esto una fuente cercana al Papa, al apuntar no solo al Gobierno, sino también a la sociedad y a los medios.

Lo cierto es que el macrismo está haciendo una ofensiva en todos los terrenos para terminar de imponer una lógica de mercado, sacando provecho de la metamorfosis en los medios de comunicación en pos de nuevos nichos de ganancias y de ocultar los hechos que deberían escandalizar a la opinión pública El control de los medios juega un rol estratégico para el objetivo de construir un Estado despersonalizado, ausente, solo presente en el relato de la propaganda.  Sin embargo una grieta comienza a abrirse en la muralla que protege al gobierno. Y se materializa en la pérdida de confianza y en la estrepitosa caída de la imagen de Macri. La clase media ya siente el impacto del brutal ajuste y de momento no advierte el advenimiento de los brotes verdes prometidos en campaña. La escalada de la inflación, el desempleo, las incongruencias en el relato oficial (“Lo peor ya pasó”), y las pobres justificaciones de esta crisis cuya responsabilidad recae siempre en el anterior gobierno, ya no las cree ni el más acérrimo defensor del macrismo.

Un relato que se cae