jueves. 28.03.2024
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Marcelo Tinelli fue jugador de fútbol. Antes que periodista profesional, conductor estrella de televisión y empresario, participó en las filas juveniles de Defensores de San Telmo, que llegó a competir con el equipo Los Cebollitas donde jugaba Diego Maradona en el Torneo Evita de 1974. Se desempeñaba como zaguero central de un equipo de tercera división. Su lugar en el campo estaba ahí, en el centro. Obstaculizando a los contrarios y devolviendo el balón a sus compañeros para que armen la jugada. Estar en el centro; ese es lugar donde virtuosamente se mueve. Desde allí construye, estira la mano. Él está ahí. En el centro de la conducción televisiva, en el centro de la política y en el centro de la construcción de la opinión pública.

Llegó a la ciudad de Buenos Aires desde Bolívar. Un municipio de la provincia de Buenos Aires en el que su padre, Dino Hugo, trabajó como periodista deportivo, entre otras tantas actividades. Su conexión con su municipio de origen es extensa. Su largo brazo va desde el vínculo con su familia hasta su contribución al deporte -la maratón en honor a su padre que promueve desde hace 20 años- y a la cultura -colaboró en el relanzamiento del Cine Bolívar-. Se conectó con la política. Hay algo de peronismo deportivo que configura su mirada y acción: asistencia, generosidad, cuerpo y centro.

Su biografía profesional es la de un incursionador. Podríamos decir que es uno de los conductores y –ahora- peronistas silvestres mas conocidos en América Latina. Un tipo movedizo que aprovechó cada palmo de sus vinculaciones. Inicialmente despegó en la radio con José María Muñoz y Juan Alberto Badía. Se movió con astucia. Desarrolló, luego, productos televisivos muy jugados en la pantalla argentina. Logró concentrar las miradas en los nuevos registros que introducía en sus programas. Leyó y se adaptó a la época. Supo cómo divertir y cómo interpelar a los televidentes. Hizo de todo: organizo Bailando por un sueño, cortó polleras de bailarinas y jugó al limite en una época que comenzaba lentamente a asumir reivindicaciones feministas. Hoy, convenientemente aggiornado en este sentido, asume:

“No me ofende que me digan en 2008 que cortaba polleritas. Lo veo y me da vergüenza. Los 30 años del programa tendrán un cambio de contenido que va a ser muy importante y tiene que ver con que el lugar que tiene la mujer tiene que cambiar”

Marcelo Tinelli se hizo teleconductor y, desde ahí, montó su radio de influencia sobre la política. Es un grupo electrógeno de opiniones y discursividades que lo colocaron en un lugar privilegiado. Tiene un poder de veto o de auspicio cultural significativo, tal vez, al que en algún momento tuvo –desde otro lugar- Bernardo Neustadt.

Y quien genera opinión se mete en la política. Ese es el arte y el secreto. Él se metió desde ahí, construyendo una propuesta audaz inscripta en una larga tradición del espectáculo argentino que tuvo su auge en los años 60. Un continuador y un rupturista. Maneja el ritmo de la televisión, de un modo cuasi populista. Sabe cómo estar en su cancha. Conoce el arte del permanecer. En la TV tuvo la experticia de quien administra subjetividades, gustos y deseos distintos. Es un big data personal. Marcelo Tinelli diseñó un producto antizapping. Él mismo es ese producto. Algo que mantenga la mirada, que reduzca la publicidad y que todo el tiempo ofrezca sus contenidos, como los de su propia figura. Tinelli es un Netflix en sí mismo, y eso lo vuelve atrayente.

Pero hay algo que no posee en su estrellato: no proviene de la clase política. Sólo ronda sobre la misma. Impactó sobre ella con el protagonismo otorgado a Carlos Menem en los 90 con su programa Videomatch, las burlas a un expresidente -De la Rúa- y con la satirización de los candidatos y candidatas ante diversos procesos electorales. Kirchner participó en su programa con un llamado telefónico. Francisco De Narváez, Mauricio Macri y Daniel Scioli pasaron por su plató.

Si bien armó una fundación y una productora, -con el empresario kirchnerista Cristóbal López- donde explora generosidad y asistencia, no es un telecandidato. No llega a la televisión impulsado por una trayectoria partidaria o agrupacional. Él es un producto televisivo y político de sí mismo, pero desde un registro distinto al que se organizan las profesiones políticas. El deporte, el espectáculo y la televisión fueron tres grandes trampolines para integrar una plataforma política, aunque fue a partir de su Fundación -ex Ideas del Sur, hoy LaFlia- que consiguió fuertes vínculos con las entidades sociales de la Provincia de Buenos Aires. Ha señalado que él tiene una profunda “vocación de servicio”. Dar rienda suelta a los sueños y expectativas.

”La gente se engancha mucho con los sueños, se emocionan, lloran, participan. Yo tengo que empezar a estar ahí, salir del estudio e ir a visitar a los que tienen necesidades, y los podemos ayudar”

Tal vez quien más persistió en ese camino del deporte “al servicio” y obtuvo una trascendencia considerable fue Daniel Scioli (último candidato a la Presidencia por el kirchnerismo); otros siguen intentándolo con ciertas dificultades (Héctor Baldassi, Carlos Mac Allister, ambos del oficialismo), y otros han quedado en el camino. Por ello, aunque Tinelli empezó a rodear la “gran manzana” de la política de la mano de Eduardo “Bali” Bucca, exintendente peronista de Bolívar y diputado provincial del espacio de Florencio Randazzo, se lanzó a la conducción de un equipo de fútbol de la primera división (Club San Lorenzo) y luego intentó obtener la Presidencia de la Asociación del Fútbol de Argentina, hecho que impidieron el propio Macri y algunos de sus socios en el fútbol argentino.

Tinelli intentó realizar una trayectoria conocida y sumar distintos hándicaps. El propio Macri lo había hecho antes y gozaba de la evidencia empírica que ofrecía una trayectoria como la de Silvio Berlusconi en Italia. Teleconductor, empresario y miembro de la conducción de un club de primera división, podía constituir una gran posibilidad de acceso. Pero no. No fue presidente de la AFA ni armó un partido político. Tinelli se quedó ahí. Concentró su poder para coquetear, influir y ejercitar algo que sabe hacer: promover una oscilación anfibia entre aquél que puede promoverte o vetarte, o aquél que puede soñar con un cargo y adquirirlo. Pero lo hace con un anclaje en el peronismo, en su amplio mundo. Inclusive ha tendido puentes con el kirchnerismo, con Alternativa Federal, con Roberto Lavagna y Sergio Massa. Pero su lugar esta entre estos dos candidatos. Surfear sobre la grieta parece una estrategia que ganó con el macrismo, pero que en el tiempo no pudo sostenerla.

 “(Mauricio) Macri y Cristina (Kirchner) son dos caras de la misma moneda. Los dos tienen picado el boleto. Nos van a llevar a elegir entre ellos. Yo hablo con muchos actores, no creo que este país tiene que salir con una persona. Debe haber un consenso general de todos“

Hay una especie de vocación centrista de época. No tanto el centro ideológico, sino en ese centro que puede hacerse de la representación de diversos intereses y de un sentimiento colectivo reparador que habita en toda sociedad. Salir de la grieta con diversos actores, inclusive con algunos que la promueven. Pero no salir de cualquier forma, como imaginó el macrismo, del cual sólo pueden observarse torpezas y errores económicos. Se trata de salir desde una propuesta que no persiga el ajuste permanente y sus tensiones. Salir por la vía de un peronismo que busca un ajuste de cuentas con algunos rasgos del “exceso populista” del kirchnerismo.

“Soy peronista, aunque la palabra peronista por ahí quedó vieja. Prefiero hablar de una mirada social que tengo desde hace muchos años. Me interesa la política desde hace mucho. Mi papá era hiperperonista, tengo raíces peronistas”

Tinelli suena como posible candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires por la plataforma de Sergio Massa. Una estrategia pensada para erosionar a la actual gobernadora, María Eugenia Vidal, y a Macri, y desembarcar en el territorio que condensa el 38% del padrón nacional. Pero, en definitiva, se presente o no como candidato, gozará de poder comunicacional y de su influencia para apoyo o veto de diversos candidatos. Y para ello, a diferencia de otros momentos, ha desplegado toda su artillería. Ha puesto todos sus recursos para explorar los senderos de la política electoral. Pone el cuerpo. Puede ser candidato o seguir el ejemplo del cómico italiano Beppe Grillo. Fundador del Movimento 5 Stelle, quien colocó toda su trayectoria como promotor, como constructor de fronteras morales, pero que no se lanzó hasta ahora para un cargo ejecutivo. En estos días se lo vio con Sergio Massa, y todos están a la expectativa de su impacto. Sobre todo en una provincia donde los intendentes peronistas buscan referentes políticos que les permitan mantener su poder. Hasta ahora, CFK sigue siendo su mejor opción, pero el impacto – en el caso que se produzca- en las preferencias bonaerenses puede modificar lealtades.

Ese peronismo deportivo que lo llevó a tener una buena sintonía con Scioli lo ha expandido hacia todos sus costados. Fundación, Club San Lorenzo y peronismo son sus laboratorios de maniobra para posicionarse. De eso sabe, lo hizo con sus productos, con sus vínculos empresariales y con los medios de comunicación. Al interior del grupo Clarín resistió todas las internas; se supo mover y, en términos generales, la mayoría de los grandes medios han sido compasivos con su estilo de emprendedor frenético de nuevos contenidos y de grandes sumas.

Hoy camina por el peronismo. Les acerca “poder de opinión”, capacidad de daño o de ayuda (ya lo vio el kirchnerismo en la elección que perdió con De Narváez), y quizás representa una forma de moverse en el mundo de las sensibilidades populares que el peronismo no ha podido mantener en el tiempo. Tinelli es explorador de dichas sensibilidades, y ese es el material que mayormente persigue un peronismo hoy fragmentado.

Se presente o no se presente, ayude o no ayude a un candidato, su potencia reside en estar en los medios, en hacer lo que sabe hacer. Si se decide a disputar un cargo puede caer en el fango de la disputa real, perder algo de creación de opinión para parcializarse en una propuesta y soportar una pugna abierta con el macrismo, quien tiene como gobernadora a una de sus mayores estrellas electorales. Si entra como candidato, ya no sale. Si se mantiene en el lugar de la opinión, como ésta siempre circula con mayor velocidad, puede surfear en juego, presionar y negociar. Pero todo indica que, a diferencia de otros momentos, hay una decisión de jugar.

El panperonismo y el macrismo están pendientes de sus jugadas. Su posible candidatura en la Provincia de Buenos Aires puede reconfigurar, con distintas intensidades, el escenario. Pese a todo, está en el lugar que le gusta: el centro.

Fuente: Celag

Tinelli, el conductor