martes. 19.03.2024
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Marcelo Larraquy, historiador y periodista, jefe de la sección de Investigaciones del diario Clarín

@jgonzalezok | Marcelo Larraquy, historiador y periodista, jefe de la sección de Investigaciones del diario Clarín, dedicó su último libro, Código Francisco (Editorial Sudamericana), a investigar cómo Jorge Bergoglio, elegido papa en 2013, se convirtió en una figura política de dimensiones globales y cuál es su estrategia para cambiar el mundo. También hurgó en su etapa de formación y dos etapas controvertidas: como jefe de los jesuitas argentinos durante la dictadura (1976-1983) y como arzobispo de Buenos Aires durante el gobierno de los Kirchner. 

El secuestro y desaparición de dos jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, a mediados de 1976, que formaban una comunidad de base y se habían ido a vivir a una villa miseria contra el deseo del entonces cardenal Bergoglio, fue un episodios que echó una sombra sobre el pasado del papa, ya que hubo versiones de que los habría entregado.

Yorio y Jalics reaparecieron con vida, pero, ¿el capítulo del papel del papa durante la dictadura está cerrado?

Me parece que aquél es un Bergoglio sinuoso, que a veces parece reñido con la verdad. Por lo menos así lo entendieron Yorio y Jalics que creían que la orden que él daba no venía de la curia general de los jesuitas sino de él mismo, pese a que no lo decía. Es un capítulo complejo, oscuro, en una etapa que es muy difícil de juzgar en plena dictadura militar. Había un enfrentamiento teológico con Yorio y Jalics y también de autoridad, porque esos dos sacerdotes desobedecían la orden del provincial. Si desobedecés la orden de una congregación tenés que irte. Él les reclamaba que abandonaran la comunidad de base eclesiástica, no solamente por el riesgo físico, sino por una cuestión ideológica, entendía que eso era abrevar en la lucha armada por su cercanía con la militancia de montoneros, del peronismo de base, etc. en las villas. Además los iban a barrer. Bergoglio era una particularidad propia del universo jesuita. Era una orden que se estaba descomponiendo. Era una orden sin rumbo, cruzada ideológicamente. Y lo eligen a él justamente para que ponga un orden. Lo hace con personalismo en medio de una dictadura militar, del fuego cruzado del peronismo, no eran tiempos sencillos. Y donde había cristianos que actuaban de distintos modos, a favor de la dictadura y resistiendo a la dictadura.

Se ha hablado mucho de que el papa es peronista…

Bueno, hay una sensibilidad común en la iglesia argentina, en la Teología del Pueblo, que es una teología muy propia de la Argentina, emparentada con el peronismo, porque busca la sensibilidad, llegar al corazón de los necesitados. Ese fue, de alguna manera, el leit motiv del peronismo, es decir, abarcar una masa vacante sin liderazgos. Y lo que hace la Teología del Pueblo es encarnarse, llevarles a ellos el evangelio, porque ellos ya tienen la fe. Y esto es lo que encarna Bergoglio que lo emparenta con el peronismo: llevar el evangelio a un pueblo humilde con determinada idiosincrasia, la inculturación. Y que de alguna manera, ese pueblo fiel, como lo llama Bergoglio, el humilde, va a ser muy fiel a la iglesia. A la vez es muy devoto de sus propias creencias populares. Como que acepta cualquier virgen o santo al que sea devoto. El humilde peronista también tenía la devoción por Evita. Tiene la estampita de un santo y la estampita de Evita. Esto está muy en la cultura popular, lo cual no es muy entendido en Europa. El papa no quiere llevar el peronismo a China, quiere llevar el cristianismo, ¿se entiende? Tiene una sensibilidad social que tiene el mismo mercado con el peronismo, y también compiten, fijate las peleas de Perón y la Iglesia.

jviEn el libro hablas de una relación de Bergoglio con Guardia de Hierro, un grupo peronista de derecha y que como profesor de jesuitas recomendaba lecturas peronistas…

Los jesuitas son muy políticos y en el enfrentamiento ideológico de esa época dentro del peronismo, Bergoglio no estaba con la izquierda peronista, estaba con la ortodoxia. No digo con la derecha peronista, porque ésta era armada y participaba de acciones armadas, cosa que no hacía Guardia de Hierro. Cuando hablo de derecha peronista y acciones armadas, estoy hablando de grupos de choque sindicales y de grupos de choque paraestatales, la Triple A, etc. Entonces Bergoglio era más fiel al pensamiento de Perón, el de la comunidad organizada, disciplinada, lealtad, militar incluso. Lo que buscaba Bergoglio era ordenar la congregación de los jesuitas en momentos en que estaba enfrentada ideológicamente. En ese momento, por ejemplo, él le quita la universidad a los jesuitas, se la entrega a laicos de su confianza y la maneja en las sombras.

Cómo se entiende que después de la terrible relación que tuvo con los gobiernos kirchneristas, cuando era arzobispo de Buenos Aires, cambiara radicalmente su vínculo con Cristina Fernández al convertirse en papa…

El papa asume el rol de papa y deja de ser Bergoglio. Entonces se pone en una estatura de dimensión mundial en la que también interviene en la política argentina, pero ya como jefe del Estado Vaticano. El papa es mejor comprendido en el mundo que en Argentina por este tipo de situaciones. Que tienen una lógica, de todas maneras. La liturgia del kirchnerismo yendo al Vaticano, rompiendo protocolos, no la elige Bergoglio, la elige el kirchnerismo. Pero Bergoglio conoce bien esos códigos del peronismo. De alguna manera, deja hacer, porque también entiende que institucionalmente el gobierno estaba en riesgo, después de la derrota electoral del 2013. Y quería que el gobierno terminara su mandato. Pero nunca hizo un pacto de impunidad con el gobierno, siguió reclamando la lucha contra el narcotráfico. Y al final, la relación Cristina/Bergoglio es muy apagada, porque ella lo va a saludar y él la saluda desvaídamente, digamos, en Cuba y en Paraguay. Y se resiste a aceptar la candidatura de Aníbal Fernández a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Es un papa hábil, astuto, que cuando otros piensan que pueden sacar provecho de él, él tiene esa sapiencia de saber manejarse porque tiene conciencia del poder que tiene, es el papa.

¿Cómo se entiende la frialdad con el gobierno de Macri?

Antes era más de doctrina y ahora es más de agenda social. Son dos estilos políticos e ideológicos diferentes. Y son dos estilos de catolicismo diferentes. Macri es un catolicismo de imagen social, de la elite de la ciudad, que es un catolicismo en el que nunca abrevó Bergoglio. Él abrevó en un catolicismo de parroquia y de periferia. Macri busca una conveniencia electoral que puede ser laicismo en tanto eso le da réditos electorales. Fijate la opinión del asesor de Macri, Durán Barba, que dijo que el papa no sirve para nada. Eso en el plano doctrinal. Y después el papa luchó mucho contra la trata de personas, los prostíbulos, los talleres clandestinos. En las homilías del papa ponían carteles donde se denunciaba a la que luego sería la primera dama de los argentinos por su marca de ropa, Awada, y el papa no ordenaba sacarlos. Ahí ya hay un mensaje. No tienen afinidades comunes. Y el papa sospecha que no quería regalar una foto de sonrisa y bendición a este gobierno el cual no se sabía del todo cómo iba a actuar. Y creo que ahora menos tendría una sonrisa con Macri.

Sin embargo, Néstor Kirchner pensó hasta sacarle los subsidios a la Iglesia…

En el marco de las negociaciones previas a la discusión en el Congreso del matrimonio homosexual, Néstor quería doblar la apuesta, quería la ley más que por un respeto a las minorías sexuales, como un enfrentamiento a Bergoglio.

También señalas que Néstor Kirchner y Bergoglio son bastante parecidos. ¿En qué sentido?

La matriz peronista y la idea de liderazgo y de influencia. La iglesia tenía mucho prestigio después de la crisis del 2001 y participó en la reconstrucción de Argentina, con la búsqueda de reformas de políticas sociales, reforma electoral. Y lo que hace Kirchner es ignorar toda esa transición del 2001 al 2003 (gobierno provisional de Eduardo Duhalde) y erigirse como el nuevo fundador, el mito que vino a apagar el incendio, marginando completamente la labor de la iglesia. Por eso Kirchner tampoco resiste ninguna crítica de Bergoglio. Entonces se arma como un problema de competencia interna, del mismo mercado, digámoslo así, donde muchos fieles eran kirchneristas. Yo digo que había espacio para una sola voz. ¿Cuál era la voz que tenía que influir sobre esa feligresía que estaba encontrando en el peronismo, en el kirchnerismo, un lugar? ¿La de Kirchner o la de Bergoglio? Entonces a Bergoglio lo golpea con el tema de su “complicidad” con la dictadura militar, y a partir de ahí se da un enfrentamiento que dura muchos años y que después termina.

Teniendo en cuenta la actual frialdad con el gobierno de Macri, ¿ves posible una visita del papa a Argentina?

Sí, yo creo que va a venir. Si llegara pasado mañana sería casi un factor de resistencia al gobierno de Macri, porque muchos de los que se están quedando sin trabajo y de los que están sufriendo la recesión y la inflación se sumarían al mensaje del papa para que no haya gente fuera del mercado o la defensa del empleo. De alguna manera es casi un acto de prudencia que el papa no venga. Pero es verdad también que el papa no viene de un día para el otro, a menos que sea algo urgente o una necesidad de dar una señal como fue en el caso de Lesbos, que fue y trajo dos familias musulmanas para demostrarle a Europa que sus palabras tenían relación con los hechos. Seguramente va a venir en el 2017 y va a ser una gira interesante de ver, seguramente va a incluir otros países de América Latina, en donde va a juntar lo intraeclesial, lo político, lo pastoral. Y siempre que va a un lugar el papa crea una convulsión, antes, durante y después. No son visitas de saludos a la feligresía, son visitas de alto contenido político. Fijate en México, en Brasil, donde llama a los jóvenes a hacer lío en las diócesis, es decir, a movilizar a los propios sacerdotes y obispos.

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¿En qué consiste el Código Francisco?

Es su manera de hacer. El libro intenta desvelar sus claves. Me parece que lo que marca el código es primero que él lleva la política internacional al primer plano del Vaticano, esto lo erige como líder. En un tiempo de desprestigio y decaimiento de fieles, busca la apertura del catolicismo en Asia y usa el ecumenismo como parte de un proceso de paz en Medio Oriente. Esto se ve con las reuniones de distintos patriarcados ortodoxos. Parte de su código es que las bombas no solucionan nada ni siquiera como la teoría de una guerra justa o una teoría de la guerra preventiva. Teorías con las que el Vaticano fue condescendiente en la década del 90. Él no quiere una iglesia como gendarme de las acciones de Estados Unidos, porque también el mundo es distinto. Es un mundo multipolar y en esa multipolaridad él sabe buscar aliados estratégicos para apagar los conflictos de esta tercera guerra mundial en etapas.

Un momento bisagra es septiembre de 2013, cuando consigue que el G20 no avale la idea de Estados Unidos de bombardear Siria…

Es bisagra porque es su primera intervención y es exitosa. Es el fundamento de una invasión que no convencía a Europa ni a Rusia. Y que quizá no sé si convencía al propio Obama, pero la dinámica de los hechos iba rumbo a esa invasión. Es como si se necesitaba la carta del papa para frenarla. Es también el mismo caso para el acuerdo de Cuba y Estados Unidos. Fijate esta capacidad de comprensión que tiene el mundo con el papa que aceptar que aquél que te para una invasión luego puede ser un aliado para sellar un acuerdo con Cuba. Esto está hablando también de un código, de una geopolítica, del aquí y ahora. No es el mundo de Juan Pablo II. China no lo ve como un occidental y Rusia tampoco, en el sentido de que no es un hombre que responde a la OTAN. Después de los ataques en París o de Charlie Hebdo, que se bombardea con drones en Aleppo, el papa lo condena. Dice que no es la manera,

En el epílogo afirma que los cambios son irreversibles.

Es muy difícil entender un retorno a un papa como Benedicto XVI, a un papa teológico que contente a los católicos de la primera fila, a los católicos conservadores, que sea prescindente de lo social. Me parece que el papa pone la agenda social por encima de la moral, lo cual al católico acostumbrado le complica la existencia. Y abre el catolicismo a los desplazados. Lo que no se sabe es como se puede llegar a consolidar este rumbo. Se sabe que no se va a volver para atrás pero no se sabe qué habrá adelante. Que es un poco el espíritu de los jesuitas, crear tensiones, dinámicas, con el propio discernimiento y en comunidad con dios.

Escribiste Recen por él, una biografía poco después de ser elegido papa, y ahora este Código Francisco. ¿Qué te llevó a escribir sobre el papa, teniendo en cuenta que habías escrito hasta ahora libros sobre la lucha armada y sobre el pasado reciente de Argentina?

Yo acaba de terminar un libro sobre la década del 70. Lo primero que se habla del papa, cuando es papa es, justamente, sobre su papel en los 70. De alguna manera está atravesado por esa década y es un emergente de los años 70 y de los últimos 50 años de la historia argentina. Interviene en la complejidad del mundo, a punto de ir a su retiro en el hogar sacerdotal y que busca reformas internas en la iglesia. Por eso el libro tiene esa cosa de una iglesia que está en cambio, en movimiento, de las tensiones que él vive, con la política argentina de estos años, y de cómo él pone la política internacional, la diplomacia vaticana con un código muy propio en la complejidad del mundo de hoy. Me parece que el libro, a través de la figura del papa, condensa eso. Este no es un libro de anécdotas, es un libro que tiene contenido histórico político para entender al mundo de hoy, la iglesia en los últimos 30 años y la Argentina de los últimos 50.

Después de dos libros sobre el papa, ¿hay algo que te haya llamado especialmente la atención?

Sí, como él se erige en un líder mundial, más comprendido por el mundo que por la propia Argentina. Esto es también paradójico. Porque lo siguen viendo como el Bergoglio de la catedral, como que si el papa hace una homilía a favor del empleo aquí lo leen como que está conspirando contra Macri. Esta lectura porteña y ombliguista que tienen los argentinos del papa es incomprensible en una visión en perspectiva de un líder mundial. Me sorprendió justamente cómo se instala en el liderazgo mundial, el jugar en las grandes ligas de la política.

La entrevista con Marcelo Larraquy tuvo lugar en medio de una polémica sobre la visita al Vaticano, el próximo 27 de mayo, de la presidente de las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, invitada por el papa. En el pasado, Bonafini había acusado al pontífice de complicidad con el régimen militar, lo llamó fascista y llegó a tomar la catedral, convirtiendo la parte de atrás del altar mayor en un baño público. Larraquy opinó sobre esta visita: “Mi impresión es que la convocatoria del papa a Hebe de Bonafini es un gesto superador de alguien que buscar dejar rencores y miserias de lado”. 

"El Papa es mejor comprendido en el mundo que en Argentina"