sábado. 27.04.2024
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“Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón”. (GGM)

Será muy difícil olvidar la feria del libro de Bogotá de este año porque más que nunca, un año después de su marcha, ha estado dedicada al maestro de la literatura y el periodismo contemporáneo.

Un pabellón exclusivo dedicado a ese lugar imaginario e imaginado cuyo espíritu habita toda Colombia y que está presente, sin notarlo, en cada rincón del país. “Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos (...)"

Con una gallera central para los actos culturales, la carpa ha sido la más activa y la más visitada de este encuentro anual literario y festivo.

Con cierto comentario crítico por la mercantilización que supone tener que pagar para acceder al recinto, pese a lo cual la asistencia ha sido muy numerosa, y por el elevado precio de los libros en el país, hay que reconocer que la FILBo es una gran apuesta para acercar a la ciudadanía a las letras, a la literatura y a todo lo que conllevan. Catorce días de servicio a la cultura.

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Leila Guerriero, J.L. Novoa y Javier D. Restrepo

La figura de García Márquez ha presidido toda la feria y su espíritu ha sobrevolado, cual esas delicadas mariposas amarillas, todos los días el recinto de Corferias. De las diversas actividades destacaría, por encima del resto, los actos dedicados, implícita o explícitamente, al premio Nobel colombiano.

Entre ellas el lugar dedicado por la Universidad del Externado al García Márquez periodista con un Encuentro Internacional de Periodismo. En la sesión de la tarde del día 25, José Luis Novoa moderó una charla con Leila Guerriero y Javier Darío Restrepo. Tengo que expresar mi extrañeza y repulsa a la manera de presentar del moderador. En los tiempos que corren, y con la presencia del responsable de ética periodística de la FNPI, es reprobable que se diga que primero va a dar paso a la belleza (ella) y luego a la sabiduría (él). Después nos quejamos de que la juventud, que llenaba mayoritariamente la sala, siga con los viejos y desiguales esquemas y repita las inequidades respecto al género que siguen excluyendo a las mujeres.

No sé qué opinará Restrepo pero me gustaría saberlo.

Al margen de ese detalle, ambos hablaron sobre su acercamiento al premio Nobel y su impagable papel en el periodismo de verdad. Leila reconoció que llegó al Gabo periodista tarde y con vocación de estudio y que sigue aprendiendo de él.  Restrepo destacó el empeño de García Márquez de que no bastaba con aprender técnica si no se tenía ética, de ahí su famosa frase de que ambas eran tan indisolubles como el moscardón y su zumbido.

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El libro de Leo Matiz y el dedicado a Gabo por Semana

En este Macondo bogotano se han juntado a hablar sobre García Márquez muchas de las personas que le conocieron, lo disfrutaron y lo compartieron. En uno de esos encuentros coincidieron el fotógrafo Nereo López, el traductor de Gabo, Eric Nepomuceno, y el periodista y escritor José L. Díaz Granados, moderados por Sergio Zapata, asesor de la Biblioteca Nacional, para platicar sobre recuerdos, anécdotas, historias, realidades, cuentos, invenciones y crónicas. Todo eso y más ha estado presente por igual en estas amigables charlas sobre el amigo que fue y que sigue siendo.

Como esa narración, no por muy conocida menos ilustrativa, de cuando estando Gabo en París esperando el pago por parte del periódico El Espectador, sus amigos le mandan una postal y él se caga en esos grandes hijos de p… que sabiendo su necesidad de plata le mandan una carta; García Márquez, lleno de rabia, la rompe y descubre que también ha roto el billete de cien dólares que había en su interior. O sus historias sobre sus encuentros literarios con Fidel Castro en Cuba o sus empeños para lograr esa escuela de periodismo que es hoy la FNPI de Cartagena.

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Juan Manuel Roca firmando ejemplares de su libro

De las novedades editoriales y de otras obras, no tan novedosas pero no menos importantes, destacaría la presentación del último libro de ese gran poeta de la prosa colombiana que se llama Juan Manuel Roca. Su nueva producción,Asedios a la palabra, es otra pedrada a algunas de las convicciones que nos determinan. En ella nos habla de esos poetas creyentes de la palabra, de Rilke a Pessoa; de esa poesía que es “una forma de andar  por el mundo”, y de esa obra suya que es, como los gatos, expropiadora, okupa, misántropa, misteriosa, independiente y escultora. Las palabras de Roca son una y mil, según las disponga en sus textos.

La obra del fotógrafo Leo Matiz y su manera de ver Macondo. Una mirada desde la narrativa fotográfica hecha por otro ilustre cataquero. En esta obra se presentan por primera vez juntas las mejores imágenes del caribe colombiano realizadas por Matiz y que nos muestran las coincidencias con los textos del realismo mágico. Las luces y las sombras de Aracataca y de Macondo a través de la cámara de uno de los mejores fotógrafos del mundo.

Como dice Gerald Martin ambos, Leo y Gabo, son “hombres de muchos viajes y de una lucidez artística y una vitalidad extraordinarias”, artistas que con sus obras convierten en “realidades” visibles al mundo las maravillas de Macondo, de Colombia y de Latinoamérica.

También las actividades llevadas a cabo por el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, que ha presentado en la feria tres de los últimos libros de su fondo editorial. Por un lado, dos textos de Armando Silva, Atmósferas ciudadanas: grafiti, arte público, nichos estéticos e Imaginarios, el asombro social, por otro, la reedición del libro de Jesús Martín Barbero Comunicación masiva: discurso y poder.

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F. Sierra, J. Martín Barbero y E. Gutiérrez (de izqda. a dcha.)

El acto de socialización pública de este último ha sido presentado por Francisco Sierra, director general de CIESPAL, y ha contado con Eduardo Gutiérrez, profesor de la Universidad Javeriana. Ambos han glosado esta obra de Martín Barbero, publicada por el mismo centro hace treinta y siete años, y han resaltado su valor entonces y su pertinencia ahora. El maestro ha agradecido a quienes han sido sus discípulos por sus palabras y ha reconocido cómo este Macondo le posibilitó elaborar el texto reeditado y seguir dedicado a navegar por las cartografías de la comunicación para aportar a las ciencias sociales algunas de las reflexiones más certeras en torno a los medios y las mediaciones comunicativas.

Por su parte, la editorial desde abajo ha exhibido su colección de libros críticos con obras de autores como Arturo Escobar, Inmanuel Wallerstein, Isabel Rauber o Manuel Chaparro. Sin olvidar sus publicaciones para la infancia, su colección de “Clásicos de la Historia Crítica”, el periódico mensual del mismo nombre o la edición para Colombia de Le Monde Diplomatique.

Para finalizar una felicitación y una desafortunada anécdota: la primera, la publicación por Semana de una edición de colección alrededor de García Márquez en la que se recogen unas muy buenas fotografías del autor, varios párrafos de sus obras y algunos textos dedicados a él por diferentes personalidades, desde Jon Lee Anderson a Piedad Bonett pasando por Sergio Cabrera, Juan Gossain, Ana María Botero, Germán Rey o Daniel Samper. La segunda, que tal vez por el afán de espectacularidad de los medios marque más este certamen que ese hermoso libro, es el robo de un ejemplar de la primera edición de la que dicen obra cumbre de la literatura garciamarquiana Cien años de soledad.

Todo ello es la vida en Macondo y en Colombia porque, como bien decía Gabo en su Vivir para contarla, “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

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Entrada a uno de los pabellones de la FILBo 2015

De una u otra manera, la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en esta edición, ha sido la de Macondo, con los olores, los sabores y los sonidos macondianos, y la de su creador. Una edición especial en la que, como dicen quienes bien lo saben, todos hemos sido Macondo, pero por encima de todo y de todos habrá siempre uno: Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracataca - Macondo, 1927 – México DF, 2014).

Macondo existe y está, cómo no, en Colombia