jueves. 28.03.2024

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…

“La consecuencia sería que en las futuras tratativas para salir de situaciones de default de deuda soberana, que van a ocurrir en varios países, según da cuenta la situación actual, nadie va a aceptar un canje con quita de deuda. ¿Qué asesor financiero le va a decir que entre a una oferta así si el fallo de Griesa se sostiene?” (Tullio Zembo, representante de bonistas que entraron al canje. Página 12, 26/11/2012)

El enfrentamiento de Argentina con los fondos buitre no es de ahora: viene desde principios del tercer milenio, cuando Argentina entró en default, tras el saqueo neoliberal de los años noventa, muy parecido en sus consecuencias sociales a lo que está viviendo hoy, por ejemplo, España: lo que el economista argentino Alfredo Zayat denomina “default socio-laboral”.

¿Qué hicieron los fondos buitres entonces? Ni más ni menos que a lo que se dedican: comprar bonos de deuda a precio de saldo y esperar, confiando en su enorme capacidad de lobby, para exigir su pago íntegro cuando los dioses del mundo judicial y financiero les fueran propicios. Por eso, encabezados por los fondos NML, Capital y Dart, propiedad de Paul Singer y Kenneth Dart, se negaron sistemáticamente a entrar en los dos procesos de reestructuración de la deuda, en 2005 y 2010, en el que terminaron participando el 92,4 % de los bonistas, aceptando una quita del 70% sobre el valor nominal de los bonos. Desde estos acuerdos, Argentina ha pagado rigurosamente los vencimientos, con no poco sacrificio.

¿Qué hace el juez Griesa ahora? Después de haber convalidado las condiciones de los dos canjes de la deuda, y aplicando de una manera cuanto menos extraña el principio de pari passu (igualdad de condiciones), decide que los fondos buitres deben cobrar la totalidad del valor de los bonos, sin quitas ni plazos. Y con intereses, faltaba más. Establece un mecanismo de retención de fondos que pone en peligro el cobro del vencimiento del 15 de diciembre por parte del resto de los acreedores.

Visto del lado del 92,4 % de los bonistas que sí negociaron, el juez Griesa viene a decirles que fueron unos tontos (como poco), que si hubieran esperado y pleiteado habrían cobrado mucho más. Desde el lado de los gobiernos que están tratando de negociar sus deudas (o que puedan tener que hacerlo en el futuro), que se olviden: bastará con que un acreedor no entre para que todo el andamiaje se derrumbe. Y desde el lado de los pueblos que ven cómo sus gobiernos se endeudan para salvar, en general, al mismo sistema financiero que los llevó a la crisis, que se resignen a ser carroña de aquí a la eternidad.

Pero, como cantaría Mercedes Sosa, “no todo está perdido”: Argentina no tiene más remedio que dar batalla judicial hasta el final. En su presentación de ayer a la Cámara de Apelaciones de Nueva York le solicita que mantenga la medida cautelar de no innovar hasta tanto el proceso de apelaciones se pueda completar, ganando tiempo para el pago normal de los próximos vencimientos de deuda. Además, en el escrito el gobierno argentino sostiene que si Griesa hubiese dispuesto una fórmula de pago que tratara a los buitres y a los bonistas que ingresaron en la reestructuración en los mismos términos que Argentina ofreció en el canje de 2010, “éste hubiera sido un remedio consistente con los antecedentes amparados por la ley argentina y podría ser una propuesta que el Congreso argentino podría rebatir”. Cabe señalar que para ambos procesos de canje, el gobierno debió contar con sendas leyes aprobadas por el Congreso y que requerirá una nueva en el caso de que se abriera este camino.

Por otra parte, diversas instituciones financieras de Estados Unidos, en defensa de sus propios intereses, señalaron ante la Justicia las consecuencias que tendría poner en práctica la decisión del juez Griesa: el Banco de Nueva York Mellon –agente del pago de la deuda-, la Reserva Federal, las casas de clearing, los agentes depositarios de títulos y diversos fondos de inversión que participaron en las dos reestructuraciones, respaldaron la posición argentina.

El fondo Gramercy, uno de los participantes privados más significativos del segundo canje (2010) presentó ayer su reclamo ante la Cámara de Apelaciones. Por su parte, The Exchange Bon Holders (“Tenedores de bonos”) le advirtió que el fallo Griesa puede afectar la "preeminencia" de Estados Unidos y de la ciudad de Nueva York "como centros financieros mundiales". En una entrevista publicada ayer por Páginal12, Tullio Zembo, abogado italiano que asesoró y representó a los más de 450 mil bonistas pequeños y medianos de su país hasta 2010 (estafados por los bancos, dicho sea de paso), advirtió que “es increíble lo que está pasando en Nueva York, no entiendo cómo un criterio así puede estar amparado por un juez. Esta forma de entender el pari passu, la igualdad de condiciones, va a tener consecuencias terribles si se aplica, y lo tenemos que hacer saber. Si no, seremos cómplices de lo que ocurra de aquí en más”.

Quien crea que esto es un problema entre Argentina y los fondos buitres, en el mejor de los casos se engaña; en el peor, quiere engañar a otros, vaya una a saber por qué.

Los 'fondos buitre' quieren imponer sus reglas con la ayuda del juez Griesa