viernes. 19.04.2024
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En el camino se quedaron varios candidatos que fueron apartados por diversas irregularidades. La misma Keiko Fujimori estuvo también a punto de ver cancelada su candidatura, acusada de dádivas y entrega o promesa de regalos. Es decir, de las clásicas políticas clientelísticas

@jgonzalezok | Keiko Fujimori, la hija mayor del ex dictador Alberto Fujimori, aspira por segunda vez a la presencia del Perú en las elecciones de este domingo, 10 de abril. Parte como favorita en las encuestas, pero será necesaria una segunda vuelta, el próximo 5 de junio.

El liberal-conservador Pedro Pablo Kuczynski y la izquierdista Verónika Mendoza, son los candidatos que tienen más posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Entre el resto de candidatos están los ex presidentes Alan García y Alejandro Toledo, con nulas posibilidades.

Kiczynski es un banquero con ya una larga biografía política y es el candidato del sistema. Fue ministro de Economía y primer ministro en el gobierno de Alejandro Toledo. Verónika Mendoza integró el partido del gobierno (Partido Nacionalista Peruano) hasta el 2012, pero se alejó y se presenta bajo el Frente Amplio. Es la candidata de la izquierda  próxima a Venezuela.

A pesar de su condición de favorita, Keiko Fujimori enfrentará en la segunda vuelta una opinión pública fuertemente dividida. Casi la mitad de la población tiene una imagen muy negativa y que ha manifestado en las encuestas que jamás votaría por ella. Pero no hay que olvidar que en el 2011, cuando perdió frente a Ollanta Humala, solo 400.000 votos la separaron de la victoria.

Su apoyo fundamental está en el interior del país, que ha transitado de manera incansable. A sus votantes les gusta la imagen de dureza, en un país en el que la inseguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos.

En el camino se quedaron varios candidatos que fueron apartados por diversas irregularidades. La misma Keiko Fujimori estuvo también a punto de ver cancelada su candidatura, acusada de dádivas y entrega o promesa de regalos. Es decir, de las clásicas políticas clientelísticas.

Keiko Fujimori, que en mayo cumplirá 41 años, tuvo su primer contacto con la política en el gobierno de su padre (1990-2000), cuando empezó a actuar como primera dama después del divorcio de sus padres. Tras la caída de Alberto Fujimori, se fue a estudiar a Estados Unidos y no volvió hasta 2005. Un año después fue elegida diputada y comenzó a soñar con ser la primera mujer presidente del Perú y poder sacar a su padre de la cárcel.

En las elecciones de 2011 ése fue seguramente el principal motivo de su derrota. La sociedad peruana está sumamente dividida respecto al gobierno de su padre. Hay quien lo apoya por su lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso y su política de mano dura. Pero otros muchos no le perdonan el autogolpe de 1992, cuando clausuró el congreso y empezó a gobernar de facto; tampoco los crímenes de lesa humanidad, por los que está condenado a 25 años de cárcel, ni los numerosos casos de corrupción, asociado con el siniestro Vladimiro Montesinos.

En esta campaña ha asegurado que la eventual liberación de su progenitor, que ya tiene 77 años y está muy enfermo, quedaría en manos del poder judicial. Aunque nadie cree seriamente que éste actúe de forma independiente o que no pueda ser sometido a presiones. Y, aparte de la propia Keiko, todo el partido Fuerza Popular, espera sacar a su líder natural de la cárcel.

La eventual victoria de la hija del dictador Fujimori significaría la vuelta de un entorno ligado a su padre. Tres hermanos del ex presidente están prófugos. Otro hermano está en Perú y activo en político, igual que Kenji, el hermano menor de Keiko. Junto a ellos están numerosos personajes ligados con la dictadura, de los que Keiko no se ha logrado despegar.

En las últimas horas Keiko Fujimori enfrenta una acusación ligada a los papales de Panamá. La que fuera secretaria de Vladimiro Montesinos, el monje negro del gobierno de su padre, dijo que la candidata habría usado dinero de una empresa offshore panameña, creada por Montesinos. Durante su estancia en los Estados Unidos habría usado una tarjeta de crédito de una empresa, abierta por el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional), que manejaba Montesinos.

El gobierno de Ollanta Humala, que tantos temores había despertado entre los sectores tradicionales, que temían una versión peruana del venezolano Hugo Chávez, termina con un aceptable balance económico. Siguiendo una política de apertura y más cercana a modelos como los de Chile o Colombia, ha crecido a un ritmo interesante, teniendo en cuenta el entorno regional, el enfriamiento de la economía mundial y el fin del boom de las materias primas para los países emergentes. Perú creció el 2,4 % del PIB en 2014 y el 3,26 % en el 2015. También hubo un espectacular descenso del número de pobres, 800.000 desde 2011.

Pero hay un 75 % de trabajadores instalados en la informalidad y la economía sigue dependiendo fundamentalmente de la minería, al punto que el 75 % de las exportaciones del país corresponden a minerales (sobre todo cobre) e hidrocarburos. Es decir, la economía peruana sigue sumamente primarizada y adolece de baja productividad.  

La hija de Fujimori, favorita en las elecciones peruanas