viernes. 26.04.2024

@jgonzalezokParaguay celebra este domingo elecciones generales, que deben normalizar la situación política del país, tras la destitución por el Senado del presidente Fernando Lugo, que le costó al país el aislamiento internacional. El exobispo, que había llegado a la presidencia encabezando una coalición de izquierda, fue destituido “por mal desempeño”, en un juicio político sumarísimo sin posibilidad de defensa. Serán las sextas elecciones presidenciales tras la caída de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989) y pueden significar la vuelta al poder del conservador Partido Colorado, que gobernó seis décadas, incluyendo los de la dictadura. Hay once candidatos, pero solo dos con posiblidades: el empresario Horacio Cartes, por los colorados, y Efraín Alegre, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Cartes es una especie de Berlusconi paraguayo. Recién llegado a la política, tiene unas 25 empresas, incluyendo un banco y explotaciones agrícolas de tabaco y soja. Y es presidente del club de fútbol Libertad, que este año juega la Copa Libertadores. Su rival, Efraín Alegre, por el contrario, es un abogado, veterano de la política. El último sondeo conocido es del 5 abril, ya que la ley no permite las encuestas en las dos semanas previas a la elección. En este sondeo, efectuado por First Análisis y Estudios, la diferencia era de 37,6 frente a 31,7 a favor del primero. La campaña se vio sacudida por la muerte en accidente de helicóptero de uno de los candidatos, el general Lino Oviedo, el pasado mes de febrero. El sobrino del general, de igual nombre, le sustituyó como candidato del partido UNACE (Unión Nacional de Ciudadanos Éticos, una escisión del coloradismo), pero renunció para apoyar a Alegre.

La posible vuelta al poder del Partido Colorado es un fenómeno con semejanzas a lo sucedido en México, donde el PRI regresó al poder con Peña Nieto después de haber pasado 12 años a la intemperie. En ambos casos se trata de partidos que habían gobernado durante larguísimos períodos y que fueron derrotados en las urnas por agotamiento del modelo. A pesar de que Cartes proclama que será otro Partido Colorado el que llegue al poder si él resulta vencedor, alejado de los vicios de antaño, lo rodean algunos de los personajes del viejo coloradismo.

Para que no quepan dudas del carácter conservador del candidato colorado, Cartes se vio envuelto en una polémica por declaraciones consideradas ofensivas por la comunidad gay. Los comparó a los monos, y calificó como “anormales” a homosexuales masculinos y femeninos. Preguntado en una entrevista radiofónica qué pasaría si su hijo varón le planteaba que se casaba con un hombre, la respuesta fue contundente: “me voy a pegar un tiro en las bolas”.

Los dos candidatos favoritos se han visto salpicados por serias acusaciones de corrupción. En el caso de Cartes, de lavado de dinero, contrabando y narcotráfico. Su nombre aparece en documentos difundidos por Wikileaks en 2010. De acuerdo a un cable diplomático de los EE.UU., Cartes estaría al frente de una organización criminal que operaba en la llamada Triple Frontera –Argentina, Brasil y Paraguay-, algo que el candidato colorado ha negado, naturalmente. También negó tener alguna relación con Amambay Trust Bank Ltd, un banco fundado en un paraíso fiscal de las Islas Cook, a pesar de que su padre y otros dirigentes del banco del mismo nombre con sede en Paraguay, figuran como accionistas.

En el caso de Efraín Alegre, que fue ministro de Obras Públicas en el gobierno de Fernando Lugo, se le achaca haber desviado 25 millones de dólares de fondos destinados a obras públicas cuando era ministro (2008-2011). También se ha visto salpicado por un escándalo relativo a la compra, por parte del Estado, de tierras pertenecientes a la familia Oviedo, que llevaron a la dimisión del presidente del Congreso, Jorge Oviedo. Cabe recordar que el partido de gobierno es el PLRA (ex aliado de Lugo), el partido del candidato Alegre. Y que la operación se cerró poco antes de anunciarse el apoyo de los oviedistas a la candidatura liberal.

La izquierda se presenta dividida. El expresidente Fernando Lugo, que es candidato a senador por el Frente Guasú, apoya la candidatura presidencial de Aníbal Carrillo Iramaín. Pero la coalición Avanza País presenta al periodista televisivo Mario Ferreira, que en algún momento fue considerado el delfín de Lugo. A pesar de eso, los dos grupos y otros como la plataforma de mujeres Kuñá Pyrendá, llegaron a un acuerdo para cooperar en la vigilancia de los mesas de votaciones, donde los dos grandes partidos tradicionales tienen la mayoría de los apoderados de las mesas. Como dijo Ricardo Canese, jefe de campaña del Frente Guasú, “hasta en los pasillos de la Justicia Electoral se dice que la mesa no cubierta es mesa robada”.  

Van a ser éstas unas elecciones muy vigiladas, con unos 500 observadores internacionales, de la OEA, la Unión Europea –con cinco europarlamentarios españoles-, la UNASUR, el Parlamento del MERCOSUR y de la Unión Interamericana de Organismos Electorales. El expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, que encabeza la misión de observadores de la OEA, aseguró que las elecciones son confiables: “les pido a todos los partidos que tengan confianza en que se está trabajando de buena fe y que el proceso será transparente, justo y equitativo”. No se quiso pronunciar sobre las acusaciones sobre compra de votos –mal endémico en las elecciones paraguayas-, pero dijo que el lunes, después de la votación, la OEA emitirá un informa valorando la jornada.

Si todo transcurre con normalidad, las elecciones deben posibilitar la vuelta de Paraguay a la UNASUR y al MERCOSUR, de donde había sido expulsado tras la destitución de Lugo tras un juicio sumarísimo, que fue considerado como un verdadero golpe de Estado. Federico Franco, que era el vicepresidente de Lugo y que asumió la primera magistratura, fue un paria político en el continente. Al regresar a los organismos regionales, Paraguay deberá dar el visto bueno a la incorporación de Venezuela, que sus socios decidieron al mismo tiempo que aislaban al nuevo gobierno de Asunción.

El gobierno que salga de las urnas se enfrentará a un país pobre y una economía que se basa en la producción y exportación de soja y carne. Y también de la electricidad que produce en la represa de Itaipú, que exporta a sus vecinos y socios, Brasil y Argentina. Este año se prevé un crecimiento récord, del 13%, gracias a que se espera una cosecha de soja extraordinaria. Pero Paraguay es uno de los países más pobres de América Latina, con un 38% de pobreza y 20% de indigencia. De población mayoritariamente rural, tiene una muy desigual distribución de la tierra, ya que Lugo no pudo hacer realidad su promesa de reforma agraria. El 3 % de la población tiene el 88 % de la tierra productiva. Hay 350.000 familias sin tierra, mientras 351 propietarios tienen 9,7 millones de hectáreas, según denunció a la agencia IPS el dirigente de la Organización Lucha por la Tierra, Ramón Medina

Elecciones en Paraguay a nueve meses del golpe contra Fernando Lugo