jueves. 18.04.2024
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Aun millones de personas carecen de acceso a servicios de salud y prestaciones de calidad aceptable por parte de los sistemas de salud. 7,5 millones de niños menores de 5 años mueren cada año a causa de desnutrición y/o malnutrición y por enfermedades prevenibles, 36 millones de muertes se registran cada año causados por enfermedades no transmisibles, como ser  enfermedades cardiovasculares, el cáncer, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas. Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son una de las principales causas  de enfermedad y muerte a nivel mundial. Se estima que 17,5 millones de personas mueren por enfermedades cardiovasculares. Más del 80% de las muertes por ECV ocurren en países de ingresos bajos y medianos (6). Estos datos, entre muchos otros, ilustran que  el Derecho a la Salud está lejos aún de respetarse como un Derecho Humano fundamental y ponen en evidencia la injustica e inequidad en cuanto al auxilio sanitario, que no debe negarse a nadie.

Cambiar esta situación y  la injusticia  en mundo cada vez menos humano y menos solidario, resulta un camino muy largo y titánico más en una época de creciente pérdida de principios y valores. La educación y  la información pueden, sin embargo, coadyuvar a este cambio. La información es poder y este debe entregarse a la gente, a los pueblos para empoderarlos, buscando vencer la injusticia y  sus consecuencias de dolor, desesperación y sufrimiento humano, contribuyendo a la liberación del hombre de la miseria, de las enfermedades, la inequidad  y sobre todo de la ignorancia.

CONCENTRACION DE LA RIQUEZA EN TIEMPOS DE AUSTERIDAD

Si bien parece existir consenso en que las inversiones en salud y educación están intrínsecamente ligadas al desarrollo, al bienestar, a la producción y al crecimiento económico, en los últimos se han implementado, en nombre de superar la crisis económica internacional, recortes significativos a los presupuestos públicos en estas áreas, todo en nombre de la necesidad de austeridad, que no parece, sin embargo, afectar a los más ricos y más bien contribuye a la concentración de la riqueza en pocas manos, alentando el despilfarro en proyectos de élite, altos salarios de expertos que viven de  estudiar y vender la pobreza en organismos internacionales, con agendas de beneficio cuestionable en términos de equidad.

Una reciente comunicación de Oxfam International (16 enero 2017)  señala que 10 de las mayores corporaciones del mundo, juntas, tienen ingresos mayores que 180 países más pobres del planeta y ocho multimillonarios, de los más ricos del planeta, controlan una riqueza equivalente al monto con el que sobrevive la mitad más pobre de la población mundial, cerca de 3600 millones de personas (1), datos que muestran el laberinto que nos conduce a una creciente y peligrosa concentración de riqueza en pocas manos y que ilustra la injusticia social imperante y su impacto en la vida de la gente y en el ejercicio de su derecho a la salud. La brecha entre ricos y pobres es mucho mayor de lo que se temía, gracias a las estrategias alimentadas desde los centros de poder, que continúan  generando crisis y desigualdades que influencian políticas internacionales y hacen que las políticas económicas  funcionen para beneficio de pocos, antes que en favor de la mayoría de personas, satisfaciendo así su codicia e  incrementando el poder de unos pocos afortunados insensibles.

El año 2016 Oxfam señalaba que sesenta y dos multimillonarios poseían la misma riqueza que la mitad más pobre del planeta, ahora sin embargo, sostiene que solo son mucho menos. Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional afirma "es obsceno que tanta riqueza se mantenga en tan pocas manos, cuando 1 de cada 10 personas estas obligadas a sobrevivir con menos de USD 2 al día” (1). La injusticia y desigualdad está atrapando a cientos de millones  de personas, sumiéndolas  en una pobreza indigna, fracturando nuestras sociedades y socavando una genuina democracia y el respeto por los derechos humanos y el derecho a la salud.

Los más ricos acumulan riqueza a un ritmo tan sorprendente que el mundo podría ver su primer trillonario en sólo 25 años, según Oxfam, y los pocos privilegiados podrían gastar 1 millón de dólares cada día durante 2.738 años para gastar 1 billón de dólares, En contraste, siete de cada 10 personas viven en un país que experimenta un aumento de la desigualdad en los últimos 30 años. Entre 1988 y 2011, los ingresos del 10 por ciento más pobre aumentaron sólo 65 dólares por persona, mientras que los ingresos del 1 por ciento más rico aumentaron en 11.800 dólares por persona, es decir, 182 veces más (3).

Los privilegiados usan su dinero no solo para increíbles y suntuosos estilos de vida, sino,  para asegurar que las políticas gubernamentales e internacionales funcionen en su beneficio, sin mostrar preocupación por los otros seres humanos y el bienestar común. ¿De que austeridad hablamos? Los gobiernos, como parte de su responsabilidad pública no deberían encubrir esta situación y deberían mostrar, hacer visible la situación actual actuando ante esta peligrosa extrema concentración de la riqueza, cumpliendo su obligación de buscar mayor justicia social y equidad, construyendo sociedades en las que se respete genuinamente los derechos humanos y  el derecho a la salud de todos.

LA SALUD EN TIEMPOS DE AUSTERIDAD Y CORRUPCION

La salud depende muy poco de la asistencia médica, pero la asistencia sanitaria se ha convertido en fuente de enorme riqueza para muchas corporaciones y para muchos de los privilegiados el mundo. La corrupción resulta hoy  parte de hacer negocios en el sector de la salud en todo el mundo y evita que las personas vulnerables accedan al cuidado o los productos que necesitan. Así la corrupción  resulta en el abuso del poder público confiado para el beneficio privado. Mientras la salud depende sobre todo de las condiciones de vida, los estilos de vida y el nivel de educación e información que influencian esa situación.

La educación y acceso a información han sido, sin embargo en los últimos tiempos, no solo objeto de recortes, sino capturadas por el poder imperante, manipuladas imprudentemente, por el interés corporativo guiado por la codicia y el lucro, asociado en una suerte de sindicatos criminales que promueven y privilegian la enfermedad antes que  buscar mantener a  la gente sana. El actual sistema y las estrategias de poder continúan alentando una atención médica convencional, que otorga énfasis sobre todo, a prestar atención a los pacientes que ya están enfermos y acuden a los servicios de salud, una vez que sufren dolencias, algunos son ingresados en los hospitales o en centros de cuidado especializado cuando están enfermos, heridos o moribundos, pero esa atención convencional si bien necesaria para los enfermos, despliega escaso cuestionamiento de las políticas de salud, el rol de las determinantes sociales  de la salud  y las raíces y causas verdaderas de los problemas de salud que dieron origen a sus dolencias y sufrimiento. No se cuestionan con suficiente energía las medidas de austeridad y menos la corrupción existente  en nombre de la salud, actitud que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas, especialmente para los pobres  que son los más afectados. Sin los controles adecuados de los reguladores, los fondos destinados a cuidar la salud corren el riesgo de disminuir por inversiones imprudentes o desaparecer más fácilmente. Según el Banco Mundial en algunos países, el 80% de los fondos sanitarios, no salariales, no llegan realmente a las instancias locales de salud (7).

Tolerar con nuestro silencio, causas que determinan un incremento de la carga de enfermedad es cuestionable y contribuye a la corrupción en salud, al igual que conformarnos solo con encarar soluciones reactivas y por veces perversas, como respuestas a los problemas de salud y a la enfermedad. Es un hecho que el modelo biomédico prevalece y continua interpretando la salud con un enfoque sesgado, en la ilusión de buscar en la tecnología soluciones para problemas de salud derivados de la injusticia, de la pobreza, de la falta de información, de la escasa educación en  una sociedad cada vez más enferma y también más individualista, material y menos solidaria.  

Mientras, las industrias en torno a la salud crecen, progresan y resultan cada vez más poderosas  e influyentes, como es el caso de la industria  biotecnología, la industria farmacéutica, la genómica, ahora en auge y  ejerciendo una  influencia progresiva no solo en el organismo rector de la salud a nivel mundial, sino en las actividades  y decisiones  regionales y locales relacionadas con la salud y con los sistemas de salud. Así, la situación actual parece conducirnos  a un ejercicio de una "atención en salud administrada y más controlada por los intereses comerciales" promoviendo una sacralización de la ciencia y la técnica puesta a su servicio, como parte de  los saludables negocios y del 'tráfico de la enfermedad', que alienta una tecnolatria costosa, a la que ceden algunos países en desarrollo como es el caso de Bolivia, donde se privilegian por ejemplo, propuestas de construcción de sofisticados hospitales, de alta tecnología, el uso de nuevos, costosos y cuestionables medicamentos de moda antes que el adoptar decisiones basadas en evidencia y fortalecer los de servicios  de primera que se desenvuelven en una alarmante precariedad y son los que más cerca y accesibles resultan a la gente y a los menos privilegiados y  que deberían ser una prioridad de las políticas de salud. Asistimos así a una suerte de deshumanización de la salud y a un horadamiento de la calidad de la atención médica, qué no toma suficientemente en cuenta Determinantes Sociales de la Salud, entendidas como las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el funcionamiento del sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado del análisis de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local (8).

LA SALUD EN SU LABERINTO

En  un mundo auto calificado como “civilizado” aun  750 millones de personas carecen hoy de acceso a fuentes de agua potable y cerca de 2.500 millones de personas, aun no tienen acceso a instalaciones aceptables de saneamiento, resultando, por tanto, víctimas no solo de la injusticia, la inequidad, la desigualdad, sino también enfermedad y la desesperación, estando sometidas a condiciones indignas de vida (4).

Son los descartados de nuestras modernas sociedades, mientras se permite y tolera la concentración de la riqueza. El concepto que  la salud de los ciudadanos esté al servicio del estado parece prevalecer, antes que el principio que es el estado que debe estar al servicio de los individuos, como sostenía Foucault. La prestación de servicios de salud debería asumirse como un medio de ejercicio real de la justicia, una forma de efectiva de redistribución de la riqueza y de construir una sociedad  justa y equitativa.

En una democracia genuina, la biopolítica debería tener como objeto una relación de cuidado de los derechos humanos, de la vida y la salud, un mejoramiento genuino de las condiciones de vida. La intervención médico-biopolítica no debe limitarse a responder a las dolencias del enfermo, sino que debería  incluir  una capacidad de interpelación activa, para precautelar el bienestar colectivo de la sociedad esforzándose por mantenerla sana antes que solo reaccionar cuando la enfermedad ya está presente.

Los gobiernos tienen responsabilidad pública en cuidar que no se de una extrema concentración de la riqueza que genera inequidad e injusticia negando el ejercicio de Derechos Humanos. Los profesionales y trabajadores no deben solo acatar medidas de gobernabilidad, sino, ejercer gobernanza, participando activamente en la planificación y ejecución de políticas públicas en salud, cuidando en contribuir a una mayor justicia social y equidad, promoviendo un genuino respeto al Derecho a la Salud.


Bibliografía y Referencias

1.-Oxfam Report  report “ An economy for the 99%: Eight people own same wealth as  half the world  -  Davos  Switzerland 16th Jan 2017
2.- Martin Khor  - Global Health Situation Needs Multiple Actions 06 June 2016
3.- MSF (Medecins San Frontieres ) Objetivos de Desarrollo Sostenible - Nuevo plan de 15 años para abordar  los problemas mundiales, incluida la salud, para 2030, París – France
4.- Erica.A. Friedman, “how many people lack access to health care? “O’Neill Institute, New Jersey- USA (2016)
5.- Jens Martens y Karolin Seitz, Poder Filantrópico y el Desarrollo - Quien define la agenda? – GPF,  Brotfür die Welt, MISEREOR (Alemania), Diciembre (2015)
6.- Anup Shah, Global Issues – Health Issues  September 27, 2014
7.- Transparency International U.K. 2008
8.- OMS – Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud-  WHA . Switzerland, Agosto 2008

Concentración de la riqueza y el derecho a la salud