jueves. 28.03.2024
ciudades inteligentes

La colonia Miravalle fundada en la Delegación Iztapalapa hace mas de treinta años es uno de los muchos traspatios de la Ciudad de México. Sus habitantes pasaron al menos diez años entre precariedades dependiendo enteramente de la ayuda del gobierno, que en realidad nunca reconoció el nivel de marginalidad de la zona. Cansados de lo que denominaron “falso paternalismo del gobierno”[i] comienzan a participar como organización civil, desde un análisis conciente y una visión concreta de su realidad, creando la Asamblea Comunitaria Miravalle.

Los proyectos que ha realizado la asamblea hasta ahora, abarcan temas ambientales, salud popular, educación y cultura. El orgullo principal de la Asamblea es que todos los servicios de los que ahora gozan, los fueron consiguiendo mediante procesos participativos, por ejemplo, poniendo ellos la mano de obra y consiguiendo el recurso monetario a través del Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial (PCMB).  Ninguno de sus proyectos han sido improvisados, cada uno de ellos estuvo bastante tiempo sobre la mesa y fue planeado con mucho cuidado antes de presentarse a las convocatorias del PCMB; además, la Asamblea tiene como operadores técnicos a la Universidad Autónoma Metropolitana UAM Xochimilco y el Taller Hannes Meyer de la Faculta de Arquitectura de la UNAM, entre otros. Una de los elementos primordiales del PCMB, es que los recursos son entregados directamente a la población, quien los administra, entregando al cierre del proyecto el estado financiero correspondiente. Esta práctica no es frecuente cuando hablamos de programas gubernamentales, pero las ventajas de hacerlo son evidentes: todos los proyectos se realizan mucho mas rápido y a menor costo que si hubieran sido ejecutados por el gobierno. A esto se agrega el sentimiento de pertenencia generado por la participación ciudadana directa. La población respeta y mantiene lo construido por ellos mismos.

Parte del éxito de la colonia y de sus proyectos deriva de la participación de las universidades consolidando las propuestas a través del sustento académico y teórico, sin embargo es fundamental para dicho éxito la claridad de los habitantes al reconocer sus necesidades y su compromiso para actuar en beneficio de toda una comunidad, esto ha permitido el mantenimiento y seguimiento a proyectos como la biblioteca o el comedor comunitario, además de permitir la generación de nuevas propuestas.

La zona oriente de la Ciudad de México siempre ha sido combativa (usar la palabra problemática sería injusto) en el sentido político y social. Con una importante población adolescente es prioritario pensar en las opciones de crecimiento y desarrollo que serán otorgadas a la misma a fin de conseguir una integración sana a su comunidad, que sean económicamente activos  y que, en el caso de la colonia Miravalle que continúen contribuyendo y participando en el mejoramiento de la colonia.

Entre los proyectos realizados podemos mencionar en el ámbito de la educación y el arte: una biblioteca, una ludoteca, el CECEAMI (Centro de Capacitación y Educación Ambiental Miravalle), y el Centro de Cultura Juvenil “Calmecac”.

Ver cuán aceptado ha sido el proyecto del Centro de Cultura por la gente joven y el alto nivel de participación de los mismos es lo que confirma su éxito como generador de oportunidades y es un ejemplo claro del arte como catalizador social, como medio de expresión y voz, voz que surge desde lo más privado de las personas, que sale al exterior en forma de una obra artística para comunicarse con la comunidad y se convierte en lenguaje social, es decir, no estamos hablando específicamente del arte como protesta, sino de creaciones artísticas como diálogo entre los diferentes actores de un lugar.

El exterior de la nave de concreto con una cubierta que asemeja las olas, está siendo cuidadosamente decorado mediante grafittis y un mural hecho con técnica mixta de mosaico hecho con loseta y vidrio que ha sido realizado por asistentes a los talleres y artistas profesionales, todo el material ha sido donado por la escuela marista presente en la colonia o por los colectivos artísticos que han participado.

En el interior, podemos encontrar una gran mesa de trabajo llena de piezas recién hechas mediante serigrafía, paredes llenas de acuarelas y pinturas con varias técnicas que nos van hablando de la personalidad de los jóvenes que acuden al Calmecac; calaveras, collages, insectos o animales sobre paisajes fantásticos y rostros estilizados en raras composiciones. Es de resaltar que no se observan dibujos ni personajes televisivos lo cual otorga la reconfortarte sensación de estar apreciando verdaderas obras de arte, el discurso limpio y honesto de niños y adolescentes dando vida a sus inquietudes.

Es necesario desprenderse de políticas paternalistas que solo proporcionan soluciones superficiales y que parten de la premisa de que “el pobre es pobre por que no sabe hacer nada”. Si bien hay un tema de educación que hay que resolver, es necesario darle a las personas también la oportunidad de desarrollar actividades que le alimenten el espíritu, que le permitan construirse o reconstruirse como seres humanos, que lo hagan consiente de su condición efímera (retomando el concepto de Andréi Tarkovsky, el arte debe servir para crear conciencia sobre la mortalidad)[ii] y lo apasionen por la vida, que le hagan encontrar por si mismo sus conceptos sobre el bien y el mal dentro de su propia escala como habitante.

El hecho de que la gente participe y haga uso de los espacios es parte vital para que la ciudad sea efectivamente un lugar para habitar y vivir plenamente. Vale la pena preguntarse entonces, si el proyecto del Calmecac habría alcanzado el éxito que tiene si no hubiera contemplado el arte como su actividad principal.


[i] Nota textual de Rogelio Estrada, representante de la Asamblea, en entrevista realizada el  18 de mayo de 2013.

[ii] Tarkovsky Andréi, “Esculpir el tiempo”, Ed. UNAM/CUEC  2005


Publicado en Ciudad Viva

El arte como generador de cambios sociales