sábado. 20.04.2024
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Lagarde apuesta por la continuidad del servil gerente que juega a administrar al país deudor, y para ello le ha puesto 10.870 millones de dólares más con los que éste ya ha iniciado su campaña por la reelección

Un sorpresivo anuncio dejó perplejos a quienes encendían sus televisores para presenciar la cadena nacional mediante la cual el presidente argentino anunciaba, el 7 de mayo de 2018, el nuevo romance que su gestión iniciaba con el Fondo Monetario Internacional. “Espero que todo el país se enamore de Christine Lagarde”, diría Mauricio Macri apenas unos meses más tarde, luego de recibir el primer desembolso de la entidad que ahora subvenciona la campaña por su reelección.

Luego de que el oficialismo negara rotundamente un hipotético retorno al FMI, el presidente argentino anunciaba “un gran acuerdo” mediante el cual “se evitarían futuras crisis económicas”. Macri celebraba el mayor crédito otorgado por ese organismo multilateral en toda su historia; convencido quizás de que los 50 mil millones de dólares podrían detener el proceso inflacionario, la suba del dólar y del riesgo país. Sin embargo, contrariamente a lo que el autodenominado “Mejor equipo de los últimos 50 Años” creía, la crisis económica se agravó a tal punto que la pobreza alcanzó a 14 ,3 millones de argentinos, incrementándose el 32 por ciento. 

El rotundo fracaso de la política económica de Mauricio Macri fue el factor que incidió en que su imagen cayera estrepitosamente y, junto con ella, la posibilidad de una reelección. Hoy el FMI apura al gobierno argentino para que aplique las reformas que, en este momento, serían el suicidio político de Macri y la desaparición de la coalición Cambiemos.

El desbarajuste producido por los desaciertos del gobierno neoliberal ha puesto en el poder a la presidenta del FMI, quien toma ahora las decisiones desde Washington, mientras que el papel del presidente argentino se ha degradado tanto que se asemeja al de un simple gerente o portavoz, encargado de llevar “calma” a la población mediante consejos y frases extraídas de libros de autoayuda.  

La relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional comenzó en 1956 cuando el régimen de Pedro Eugenio Aramburu decidió incorporar al país al organismo a través de un pedido de asistencia financiera. Tras desnacionalizan los depósitos bancarios y anular la reforma constitucional de 1949, la autodenominada "Revolución Libertadora" dejó 1.100 millones de dólares de deuda externa, que tras el paso de Arturo Frondizi se convirtieron en1.800 millones en 1962, y luego en 2.100 millones al finalizar el Gobierno de facto de José María Guido.

Durante la última dictadura cívico militar el FMI aportó varios desembolsos. Bajo esa gestión económica, la deuda se multiplicó por seis en seis años, al pasar de 7.000 millones en 1976 a 42.000 millones en 1982.

Y la historia continúa, extendiéndose hasta los 90s con Carlos Menem primero, y Fernando de la Rúa unos años más tarde. Y cada uno de estos acuerdos produjo los mismos y nefastos resultados. Sin embargo fue Mauricio Macri y sus funcionarios quienes pretendieron convencer a los argentinos de que, tal como señaló el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, “el Fondo ahora es bueno”.

La historia de amor entre Macri y Lagarde está ahora en su punto más álgido. Ella apuesta por la continuidad del servil gerente que juega a administrar al país deudor, y para ello le ha puesto 10.870 millones de dólares más con los que éste ya ha iniciado su campaña por la reelección. Un capricho más del empresario que llegó al poder manifestando que “no podemos vivir de prestado”, e inmediatamente elevó la deuda al 86 por ciento del PBI. 

Un año de amor