martes. 19.03.2024
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Por primera vez en la historia de México un candidato progresista puede ser presidente del país. Si los resultados de las últimas encuestas se confirman en las urnas, con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se rompería el bipartidismo en el país azteca y comenzaría un nuevo ciclo en la política nacional.

“Preocupación empresarial e ilusión popular”, así se ve López Obrador según la edición mexicana de la revista Rolling Stone de junio de este año, que tiene una caricatura del candidato en la tapa de la publicación.

Es que este domingo 1 de julio los mexicanos irán a las urnas, y los últimos sondeos adelantan una casi segura victoria del candidato progresista. Para un estudio publicado el pasado domingo 3 de junio por El País (España), López Obrador tiene un 92% de probabilidades de ganar la elección.

El candidato de la alianza electoral “Juntos Haremos Historia” (integrada por Movimiento Regeneración Nacional –MORENA–, Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo) tiene un 48% de intención de voto, según un promedio de sondeos, y le lleva veinte puntos porcentuales de ventaja a Ricardo Anaya, el candidato de “Por México al Frente” (Partido Acción Nacional –PAN, Partido de la Revolución Democrática –PRD– y Movimiento Ciudadano) y casi treinta puntos a José Antonio Meade de “Todos por México” (Partido Revolucionario Institucional –PRI–, Partido Nueva Alianza –PANAL– y Partido Verde).

Incluso las últimas investigaciones realizadas por las consultoras Ipsos, Parametría, Reforma y Demotecnia arrojan que López Obrador supera el 50% en intención de voto, un guarismo más alto que el que tenía en encuestas anteriores.

Un peligro para México

Es la tercera vez que AMLO es candidato a presidente en México. Incluso, y tomando el modelo de campaña permanente, hay analistas que afirman que lleva doce años haciendo campaña.

En el año 2006, en la primera oportunidad en la que compitió por el Gobierno nacional, el candidato progresista fue víctima de una campaña negativa –en la que se constató una fuerte intromisión estadounidense– que hay quienes afirman que resultó determinante: “López Obrador es un peligro para México”.

El responsable de esa campaña negativa fue el consultor español Antonio José Solá, que en ese momento asesoraba al candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón. La estrategia consistió en la difusión de una serie de spots televisivos y cortes radiales en donde se atacaba a AMLO y se infundía miedo en la ciudadanía.

Los spots giraban sobre temas tales como inseguridad, crisis económica, las presuntas mentiras del candidato, la pérdida patrimonial que supondría un Gobierno progresista, la devaluación económica que sobrevendría con una administración de este tipo, y –cuándo no– el posible relacionamiento con el chavismo. Los trabajos audiovisuales comenzaban con frases como “López Obrador miente”, “López Obrador juega con el futuro de México”, etc.

Hay que tener en cuenta que el peso de los medios de comunicación en una campaña como la de 2012 era mucho más grande que el que conocemos actualmente, debido a que las redes sociales aún no eran explotadas masivamente para fines electorales.

Hoy, con un escenario en el que el candidato progresista aparece como casi seguro vencedor, los candidatos de la derecha nuevamente acuden a la campaña negativa y a una estrategia basada en el miedo, que es amplificada por gran parte de los medios de comunicación. Incluso el candidato del PRI, en los últimos días, presentó una serie de spots con la consigna: Elige Miedo o Meade, donde se ve destrucción en las calles, y que pretende ser asociada con AMLO.

Las preocupaciones de los empresarios, como la posible fuga de capitales, el aumento del delito y de la inseguridad, una factible intervención militar, el auge de protestas, el cierre del Congreso, la revolución rural, la ruptura de las familias, el cierre del cine y del fútbol son, aunque parezca poco serio, solo algunos de los argumentos que han manejado los candidatos derechistas ante un posible Gobierno progresista.

Esta política del miedo se ha repetido en diferentes países a lo largo de la historia cada vez que los poderosos de turno temen perder el poder. Algunos de los grandes empresarios mexicanos –la élite empresarial apoya a Anaya–, incluso “sugieren” a sus empleados no votar por el populismo -en referencia a López Obrador- ya que sus puestos laborales estarían en peligro.

Pero la gente no debe ser subestimada. Una encuesta realizada por El Financiero y publicada por el diario La Verdad el pasado 1 de junio, reveló que el 61% de los mexicanos aseguran que AMLO “no es un peligro para México”. Asimismo, mostró que el 71% entiende que “las elecciones están en riesgo por la violencia” y un 70% afirma que los empresarios le dicen a sus empleados por quién deben votar.

En campaña

Decía Charles De Gaulle que cuando se mezclaba con la multitud o iba a pie por las calles todos los rostros se iluminaban, todas las bocas proclamaban su contento y todas las manos se tendían hacia él. Durante una campaña, el líder francés aseguró estrechar cien millares de manos. Es que aún no existe nada más efectivo que el cara a cara y AMLO lo sabe.

En el transcurso de su campaña electoral fue el único candidato que visitó personalmente los 2.446 municipios de México, más allá de que centró su movilización en los Estados que definen la elección: una fuerte campaña en el D.F. -que históricamente ha sido un bastión del PRI-, en Jalisco y en Veracruz, gobernado actualmente por un PAN inmerso en acusaciones de corrupción.

Otro punto a destacar es que AMLO –producto de su favoritismo– es el que menos recurre a la campaña negativa, basando sus spots fundamentalmente en propuestas, con trabajos audiovisuales en donde se ve al candidato hablando a cámara, vestido generalmente de camisa blanca y en un escenario exterior en donde se aprecia la naturaleza.

También ha realizado piezas para los medios como “Becarios sí, sicarios no”, en las que hace referencia a su polémica propuesta de brindar apoyo económico y educativo a los jóvenes que no trabajan ni estudian; mensajes de austeridad en su futuro gobierno, en los que anuncia que percibirá el 50% de su sueldo como mandatario; o iniciativas vinculadas al trabajo y la producción nacional.

Uno de los matices más importantes en materia de seguridad lo ha dado AMLO con su polémico anuncio de analizar una posible amnistía a casos especiales de personas privadas de libertad por vínculos con el narcotráfico, como medida para pacificar el país. Esta iniciativa es utilizada por sus contrincantes para asegurar que el candidato progresista amnistiará a todo tipo de delincuentes.

Corrupción y fraude en campaña

La corrupción es otro de los temas fundamentales de la campaña, en un momento en el que existen múltiples y graves acusaciones al respecto, con varios políticos investigados -incluso prófugos de la Justicia-. Las irregularidades le han dado de lleno sobre todo al PRI, y ese es uno de los motivos de la pérdida de su histórico caudal electoral, pero no el único, ya que a Meade no le perdonan no ser un militante del riñón priista.

Dentro de las acusaciones de corrupción, la que ha tomado mayor destaque en medios de comunicación ha sido la denuncia efectuada por el PRI al candidato R. Anaya, que incluso llevó a que se presentara una carta ante la OEA. El PRI asegura que Anaya está haciendo uso del proceso electoral para evadir a la Justicia. El candidato es acusado de lavado de dinero, triangulación de recursos y de estar vinculado a empresas fantasma, además de que se sospecha del gran incremento que tuvo su patrimonio personal mientras fue servidor público, que no se justifica con los ingresos que tenía.

La respuesta de Anaya no se hizo esperar, y contraatacó a Meade denunciando que cuando éste fue secretario de Energía en el Gobierno de Felipe Calderón, favoreció a la empresa Braskem-Idesa, filial de la constructora brasileña Odebrecht. Según afirma El País, “Petróleos Mexicanos se comprometió mediante un contrato, en febrero de 2010, a suministrar etano por 20 años a un precio 30% menor a la empresa Braskem-Idesa”.[8]

En el plano de las irregularidades, además, en los últimos días un colectivo que agrupa a sesenta organizaciones sociales denunció la existencia de compra de votos, fundamentalmente, desde las filas del PRD, el PAN y el PRI.

Juventud, divino tesoro

A pocos días para que se celebren los comicios, los candidatos están focalizando su discurso en los jóvenes, pero es una incógnita si acudirán masivamente a las urnas. Los menores de 30 años representan casi el 30% del electorado.

Se prevé que los “millenials” no acudan en gran medida a sufragar ya que, según un estudio realizado en 2012 –previo a la elección que se celebró ese año–, se establecía que por ese entonces que al 89,6% de los jóvenes la política les importaba “poco y nada”. Es de suponer que esos guarismos no hayan cambiado demasiado, pues los jóvenes se siguen sintiendo alejados de la política y los casos de corrupción que sacuden México hacen que ese sentir se incremente.

La mayoría de esos jóvenes no tiene una opción definida, pero los que sí la tienen han elegido mayoritariamente a AMLO, según una encuesta de la Consultora Mitofsky. El candidato progresista tiene un 26% de apoyo entre los jóvenes, seguido de Anaya con 21% y Meade con 16,8%.

Para este segmento, nuevamente, es AMLO quien les ha hecho una propuesta concreta y muy polémica: “becarios sí sicarios no”, dijo el candidato y ofreció 3.600 pesos mensuales a los jóvenes “ni-ni” (unos 175 dólares), mientras se capacitan.

Anaya, que celebró 39 años en febrero de 2018, a pesar de los intentos no ha logrado empatizar con el grueso de los jóvenes, posiblemente por su estilo de vida de clase alta. Tal vez por ello ha puesto mayor énfasis en los empresarios mexicanos y en la búsqueda de brindar certezas desde el plano de la estabilidad laboral, al tiempo que cultiva la incertidumbre en esa área ante un posible Gobierno de AMLO.

Esta jugada de campaña llevó a que el pasado 5 de junio AMLO se reuniera con el Consejo Mexicano de Negocios, la élite empresarial azteca, a los efectos de brindar tranquilidad al electorado. Si bien este colectivo empresarial es fundamentalmente priísta y ,por lo tanto, afín a Meade, las encuestas han hecho que en la recta final de la campaña cerraran filas con Anaya.

Fin del bipartidismo

México se ha caracterizado por tener un partido político de carácter hegemónico: el PRI. Desde el año 1929 hasta la fecha, este colectivo de derecha ha gobernado México con las únicas excepciones de dos administraciones del PAN, que fueron consecutivas (la primera a cargo de Vicente Fox, en el período 2000-2006 y la segunda bajo la presidencia de Felipe Calderón, en 2006-2012). Esta última con el agregado de haber ganado en los comicios al mismo AMLO, en unas elecciones que se dieron bajo un manto de sospecha por denuncias de irregularidades.

El factible triunfo de López Obrador este 1 de julio no solo terminaría con el bipartidismo sino que también se registraría, por primera vez en la historia de México, el triunfo de un candidato progresista. A una presunta presidencia podría añadirse también una mayoría en el Congreso, ya que, según un estudio publicado por El País el pasado 21 de junio, la coalición “Juntos Haremos Historia” tiene muchas posibilidades de obtener la mayoría en ambas Cámaras.

Con este escenario solo resta aguardar la confirmación de AMLO como presidente y esperar a que se concrete su anunciada Cuarta Revolución de la historia mexicana, con una administración nacionalista, austera, anticorrupción y que fomente la igualdad de sus ciudadanos, según anuncia.

Más allá de intenciones y propuestas, también resta saber si en un futuro Gobierno de López Obrador se dará el fin de la injerencia estadounidense que ya padeció en la elección de 2006, y cómo será realmente su relación con el Gobierno de Donald Trump. AMLO ya afirmó, en el debate del 20 de mayo, que “la mejor política exterior es la interior”, pero también ha dado muestras de que la relación con la Casa Blanca será más respetuosa que la de la Administración de Enrique Peña Nieto.

También otros factores, como la judicialización de la política y la violencia que padece el país, juegan -y mucho- en la estabilidad de una nación. Muestra de ello es que, desde que comenzó la campaña en setiembre de 2017, han sido asesinados más de un centenar de políticos.

Este domingo 1 de julio los mexicanos se expresarán en las urnas, el progresismo, con la candidatura de AMLO, tiene una posibilidad histórica de acceder a la presidencia. Luego vendrán seis años durante los que, gane quien gane, existirá el deber de levantar un país que parece haber sucumbido ante la corrupción, la violencia y la desigualdad. En el horizonte, la Cuarta Revolución aparece como el gran desafío y la esperanza de millones de postergados.

Artículo publicado en Celag

AMLO, en vísperas de la Cuarta Revolución mexicana