lunes. 29.04.2024
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En la primera mitad del 2024 van a celebrarse Elecciones al Parlamento Europeo que pueden ser trascendentales para el futuro de la Unión. Por primera vez estas elecciones pueden determinar un Parlamento Europeo dominado por las fuerzas de la derecha y de la ultraderecha rompiendo la hasta ahora tradicional conjunción basada en los partidos democratacristianos, socialdemócratas y liberales que tradicionalmente han dirigido la UE a través de las diversas Comisiones Europeas, el poder ejecutivo de la Unión.

La apertura al este post soviético ya provocó un giro a la derecha del conjunto de la Unión. A pesar de ello los países centrales, Alemania y Francia, continuaron manteniendo el centrismo europeo. Es preciso señalar en este sentido el papel jugado por la CDU alemana hasta ahora reacia a cualquier pacto con partidos de la ultraderecha y los antieuropeos. También en Francia ha venido funcionando el cordón sanitario al Frente Nacional. Sin embargo la ultraderecha ha seguido creciendo en el Parlamento Europeo en los últimos procesos electorales en Europa.

La ultraderecha ha seguido creciendo en el Parlamento Europeo en los últimos procesos electorales en Europa

Esto no es más que el reflejo de las correlaciones políticas que se existen en diversos países de la UE, cada vez más escorados hacia la derecha y la ultraderecha, así como una cierta decadencia de la socialdemocracia y de los partidos a su izquierda.

No hay duda de que la pandemia significó un momento de una cierta resurrección de una cierta política keynesiana, después de unos años de fuerte política de austeridad. Tanto el tratamiento de la UE a la pandemia, como las posteriores políticas de recuperación económica y social de los países basadas en fondos de recuperación financiados por la UE significó un acercamiento a las necesidades sociales de la ciudadanía.

Sin embargo, de la misma manera la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania ha significado un paso atrás en el proyecto europeo que ha repercutido de forma directa en los diversos países y que se ha podido comprobar en sus procesos electorales y en las futuras perspectivas.

La guerra en Ucrania derivada de la invasión rusa ha comportado un posicionamiento de Europa de sostenimiento al esfuerzo de guerra ucraniano así como una guerra de sanciones a Rusia. La UE se ha sometido, por decirlo claramente, a las directrices de la OTAN en su política exterior, es decir a las directrices y los intereses de EEUU. La guerra de sanciones a Rusia ha provocado una crisis económica y energética en la Unión que ha repercutido directamente y de forma negativa en su ciudadanía.

Asimismo esta situación de guerra interpuesta, a través de Ucrania, con Rusia favorece objetivamente más a las derechas que a las izquierdas. La crisis económica que ha comportado y que ha afectado negativamente a las economías europeas y a sus ciudadanos, así como el belicismo, son sin duda elementos más favorables a las directrices ideológicas de las derechas y ultraderechas que a propuestas más sociales y centradas.

Ahora la derecha ya no se corta para ocultar las desigualdades que provoca su forma de gobernar, siempre al servicio de los poderosos, pero siempre culpa de ellas a los propios desfavorecidos por no esforzarse o mediante el recurso a los males de la inmigración. Ello les lleva a coincidir cada vez más con la extrema derecha con su defensa de valores caducos referentes a la necesidad de la defensa de la soberanía nacional, la seguridad, la crítica al diferente (migrantes, feministas, etc.) y presentándose como los defensores de los valores tradicionales propios frente a los que representan valores “diferentes”.

Así podemos ver la evolución que se ha dado en diversos países de la UE. Ya no se trata sólo de Polonia o Hungría donde la ultraderecha tiene  una posición predominante o Austria donde hace tiempo que la ultraderecha está en el Gobierno. En los últimos procesos electorales hemos visto como en Italia, pero también en Suecia o Finlandia la ultraderecha aumenta su protagonismo y la derecha gobierna con su apoyo. Asimismo es preocupante el resultado de Eslovaquia. Mientras en Francia el Frente Nacional puede consolidarse como primer partido y en Alemania el partido Alternativa por Alemania (AFD) sube hasta situarse en segunda posición. Ya sólo nos cabe señalar el resultado en Países Bajos de la ultraderecha y las derechas. Y no podemos negar la situación en España donde el PP y VOX también están fuertes y envalentonados.

Todo ello junto con la corriente de fondo que recorre al Partido Popular Europeo (PPE) donde su presidente Manfred Weber está llevando a cabo una operación que pretende cambiar la correlación de fondo en las próximas elecciones europeas. Su objetivo es desplazar el gobierno de la Comisión Europea del acuerdo tripartito actual -PPE, socialistas y liberales- a otro basado en la alianza entre la derecha del PPE con la ultraderecha pujante.

No hay duda que esto comportaría una crisis profunda en lo que ha sido la UE hasta el presente, más si tenemos en cuenta el nacionalismo y antieuropeísmo de muchos de los partidos de la ultraderecha.

La izquierda parece haber olvidado la defensa de sus valores tradicionales como la solidaridad y la lucha por la igualdad

Frente a ello la izquierda parece haber olvidado la defensa de sus valores tradicionales como la solidaridad y la lucha por la igualdad, a la vez que plantean propuestas novedosas como las referentes a la necesidad del cambio energético o de los nuevos modelos productivos que muchas veces son ininteligibles para sus votantes tradicionales preocupados por realidades sociales acuciantes, muchas de ellas derivadas de esos cambios de modelo en los que a veces ven más peligros concretos que soluciones de futuro. Las izquierdas deberían centrarse en primer lugar en dar respuesta a las cuestiones socioeconómicas que afectan a la mayoría social en lugar de priorizar muchas veces los discursos parciales que afectan a la  identidad e intereses de grupos sociales minoritarios. Estos intereses deben ser defendidos pero sin olvidarse de que la prioridad debe ser la defensa de los intereses económicos y sociales de la mayoría social especialmente de sus sectores más desfavorecidos.

Todos estos factores estarán presentes en las Elecciones al Parlamento Europeo, Además a todo ello cabe añadir el hecho de que hasta la fecha en las campañas electorales  de las Elecciones al Parlamento Europeo los partidos debaten de forma mayoritaria más en clave nacional que europea. Normalmente en estas campañas electorales están ausentes las propuestas sobre el papel que consideran que debe jugar la UE en el próximo futuro. Todo ello no deja de ser contradictorio con la realidad de cómo cada vez más las políticas de la UE determinan la realidad económica, social y política de los países que la conforman.

En las próximas Elecciones al Parlamento Europeo se determinará el futuro de la UE, y desde un punto de vista progresista se debate un tema esencial sobre si queremos que la UE dé un paso adelante y se plantee un futuro federal con políticas económicas, impositivas, sociales, laborales y políticas propias de una Europa Federal más social, o caemos en un proceso de políticas regresivas que alimentarán el retorno a los nacionalismos de los diversos países que tanto daño han causado a Europa en el pasado y que podría significar el declive de la propia idea de la Unión.

En España y en el conjunto de Europa deberíamos ser todos conscientes de que se juega nuestro futuro personal y colectivo.

¿Una UE dominada por las derechas?