La sanidad pública agoniza: cita previa de 15 días para dar tiempo a morirse
Un médico para 5000 habitantes en el Viso de San Juan, en Toledo.
Era uno de tantos habitantes de este país que usando de internet para pedir cita previa por sentirse mareado -pensaba en un simple resfriado-, encontróse, ¡oh, sorpresa!, que la cita más próxima para el médico de su localidad tardaba quince días. ¡15 días 15!, como en los toros, con sus noches, horas y minutos. (Faltaba la puntilla). Andaba bien de salud el susodicho habitante del pueblo, pero esa mañana no se encontraba muy católico. Y buscó el remedio en quien hay que buscarlo, en los profesionales que, con grande entrega y mayor dedicación, velan por nuestro bienestar. El paciente es de un pueblo de La Sagra, norte de Toledo, lindando con la capital de España, que está en España, y es España, pero su pueblo, como toda esa comarca, parece que está en Españistán, a juzgar por el servicio sanitario. Y eso que la cita no era para consulta in person, sino por teléfono, que religiosamente anotó en la casilla correspondiente, para estar atento y atender la llamada que le hicieran desde el ambulatorio. Como era un paciente comprensivo, ante la situación pandémica que vive el país, con tantos contagios y enfermos, desbordando a los cada vez menos profesionales de la salud, se aguantó por si el malestar se le pasaba. El pobre hombre se resignó a esperar que, ese día fijado en el ordenador y en su móvil, le llamara el doctor o la doctora, que tanto le daba que fuera masculino o femenina. Pero el pobre hombre no pudo recibir esa llamada. Cuando, a la hora fijada, quince días después de apuntarse, sonó su móvil, el pobre yacía inmóvil en su tumba. Murió a los cinco días de apuntarse para la cita previa. Dejó una viuda y cinco hijos.
Ambulatorio de el Viso de San Juan. Fotos: Ramón Hernández
Es bien sabido y notorio que en España la atención sanitaria se ha degradado de manera terrible y alarmante, no precisamente por el dichoso virus, que ha matado, y sigue matando, a diario, a mucha gente, sino por presiones empresariales. Y porque los sanitarios, médicos y enfermeros (masculinos y femeninos, que luego no digan que no sé del sexo del idioma, y de que la generalidad del masculino engloba), o sea, los cuidadores de nuestra salud, no daban abasto en situación de emergencia, y por lo visto, tampoco en la cotidianeidad, por ser cada vez menos cantidad para cada vez más cantidad de sufridos pacientes, que somos todos (¡ah!, y “pacientas”, no piensen mal). Esa degradación se nota sobremanera en la España vaciada, pueblos sin médicos, sin la más mínima atención elemental, ni sanitaria, ni humana, ni técnica, ni educativa... Aislados. Pero en pueblos que han crecido por derivación de la capital, la desidia de las administraciones en sanidad (y en otros como transportes) es superlativa, angustiosa y mortal. Núcleos crecientes y uniformemente adosados de La Sagra, por donde anduvo el Ingenioso Hidalgo. Peor aún que en sus tiempos. Muchos vecinos hay para pagar, pero cuentan con los mismos servicios del pasado, es decir, ausencia de servicios proporcionales a sus pobladores y a sus impuestos. Así ocurre en el Viso de San Juan (y otros pueblos parecidos de La Sagra), donde se ha reformado el ambulatorio, pero sigue habiendo un médico/a para los 5000 habitantes censados. En verano aumentan, que van de Madrid a pasar las vacaciones. Un médico/a para atender una población de cinco mil (5000), y una técnica sanitaria, o sea, enfermera. Eso sí, el ambulatorio cuenta con internet para el personal sanitario, pero a menudo, a semejanza del reloj municipal, no funciona... Y lo dicho, no falta el frasco para desinfectarse... del abandono.
Por si fuera poco, hay muchos doctores y enfermeras, con los estudios terminados, en el paro o barriendo escaleras... Eso sí, políticos inútiles no faltan. No me extraña que ante tanta desidia administrativa, con trabajo hasta los topes y atendiendo pacientes como quien reparte caramelos, estos profesionales sanitarios sufran iras y críticas, cuando no agresiones. La culpa no es de ellos, gentes con vocación de servicio, ni de los pacientes, con deseos de matar o ser matados... sino... bueno, ya se sabe.